El imperativo categórico kantiano se ha presentado desde siempre como principio coherente que posibilita actuar según el bien y de acuerdo a una ley universal.
En este ensayo se expone la importancia del reconocimiento trascendental del cuerpo propio entendido como herramienta de la libertad, según la propuesta ética de Fichte.
En el primer capítulo del Discurso filosófico de la modernidad, Jürgen Habermas señala que la idea de modernidad ha sido entendida más como un precepto positivo de acumulación en las generalidades de la jerga política y social.