De la práctica gnomónica como comportamiento moderno
Parte I
FIG. 1 EL CUERPO HUMANO COMO GNOMÓN SOLAR. MOMENTO NATURAL
Resumen
Jugar y valerse de la propia sombra solar para saber del tiempo y orientarse en el espacio ha sido una práctica tan antigua como la propia especie, en tanto que como comportamiento, resulta ser exclusivo del humano moderno porque no hay evidencia que haga sospechar siquiera que la gnomónica fuera conocida por alguna otra variante humana extinta. En consecuencia, desde esta nueva perspectiva, nos proponemos fundamentar que la práctica gnomónica, es un temprano comportamiento, peculiar y excluyente del llamado humano moderno. Para este propósito, en la primera parte del artículo presentamos el método con el cual abordamos el estudio, también algunos contenidos, y finalmente en la segunda parte, se exponen las hipótesis y conclusiones.
Palabras claves: moderno, homo, gracilidad, gnomónica, dialéctica, mónada
Abstract
Playing and using the sun’s own shade to know about time and to orient oneself in space has been a practice as old as the species itself, while as behavior, it turns out to be exclusive of the modern human; because there is no evidence to even suspect that the gnomonic was known by some other extinct human variant. Consequently, from this new perspective, we propose to base that the gnomonic practice is an early behavior, peculiar and exclusive of the modern human call. For this purpose, in the first part of the article we present the method with which we approach the study, also some contents, and finally in the second part, the hypotheses and conclusions are exposed.
Keywords: modern, homo, gracility, gnomonic, dialectic, monad
1.- Introducción
El primer gnomón solar ha sido el cuerpo humano[1], en tanto que el gnomón solar plantado en el suelo como poste, menhir, estela o tótem, es el resultado del desdoblamiento instrumental que el sujeto humano emprende al reproducirse materialmente a/sí, fuera de/sí, de forma no biológica y arrojada exteriormente ahí, con el objeto de sustituir al propio cuerpo, en el cumplimiento de las funciones de gnomón solar para orientarse en el tiempo y el espacio.
Esta reproducción sustitutiva del cuerpo biológico en la forma de poste, menhir o tótem, es la sustancia que en tanto exterior, constituye la naturaleza inorgánica del mismo cuerpo, que, al ser resultado del trabajo manual, da lugar a la aparición del saber y la cultura.[2]
En tal sentido, se puede verificar que la reproducción inorgánica del cuerpo humano que por objeto tiene cumplir con las funciones de gnomón solar sin el compromiso del propio cuerpo, en tanto facilita la observación de las sombras reproducidas, también pone en evidencia la importancia y gravitación que a lo largo de la historia tuvo la indisoluble unión de todo objeto con su sombra.
En este contexto y teniendo en cuenta que detrás de cada gnomón solar material e inorgánico, subyace un cuerpo humano que le dio origen (Fig. 01), la relación entre el tótem y el tabú endogámico estudiado por S. Freud, resulta ser un reflejo subjetivo de la relación originaria del tótem (en tanto gnomón) con su sombra.
Probablemente, la carencia que el sujeto humano sufrió frente a la necesidad de experimentar y controlar su propia sombra, lo motivó a reproducirse a/sí, fuera de/sí, exteriormente y por medios no biológicos, como gnomón solar, haciendo del objeto producido por sus manos, su propio objeto. Y dado que el gnomón se relaciona con el Sol y los cielos, el humano eligió un pájaro[3] como cabeza totémica que adecuadamente simbolice los cielos, pájaro que lentamente fue sustituido o acompañado a veces, de otras formas zoomórficas con las que se han ido identificando las diferentes culturas y clanes. De esa manera, el gnomón solar, al hacerse depositario de los caracteres y tabúes simbolizados por distintos animales, se convierte en tótem.
Abreviando entonces, vemos que lo originariamente acontecido como relación del cuerpo con su sombra, dio paso a la del gnomón material y su sombra, la cual, en muchas culturas, con el agregado de figuras zoomórficas, aquella experimentación primera, concluyó siendo la relación entre el tótem y el tabú (sombra), consumado como vínculo parental totémico que superó al parentesco de sangre.
El tótem se instala de esta manera, como símbolo hiero-gnomónico indisolublemente ligado a los tabúes en general y principalmente a la exogamia.
Es de destacar que en la cultura mapuche, por ejemplo, tanto el chemamüll como el rewe, ambos símbolos hiero-gnomónicos totémicos, en lugar de ser zoomórfico, tienen rostro humano y conforme puede verificarse, se relacionan ceremonialmente con los solsticios y los equinoccios, aspecto este que revela su carácter indudablemente gnomónico.
La relación gnomónica, también se refleja en el curso evolutivo de las ideas, y lo hace como lucha entre dos aspectos que, aunque enfrentados, nunca se eliminan entre sí, sino que por el contrario, se cancelan y conservan en tanto se resuelven consagratoriamente, como una indisoluble y siempre renovada contradicción superadora. Es decir, que de formas diversas se repite el mismo comportamiento por el cual, el gnomón inorgánico, aunque sustitutivo y superador en el uso instrumental del cuerpo, no lo elimina ni tampoco elimina a las anteriores prácticas, sino que mientras las cancela, las conserva.
Es un proceso dialéctico que se repite de múltiples formas en el derrotero humano, y que nos permite hablar del Homo sapiens y gnomónico, como aquel antropo que al saberse gnomón natural (sapiens), vertical y ambulante, decide reproducirse como tal, exteriormente arrojado fuera de/sí, como gnomón solar material y no biológico, con el cual compararse, confrontar e identificarse fenoménicamente mediante la racionalidad realizada y hecha sujeto en la acción (praxis). De esta relación, habría surgido la idea del Ser.[4]
2.- Método
A los efectos de demostrar que la práctica gnomónica es un comportamiento propio y diferenciador del humano moderno, utilizaremos el “método de muestras gnomónicas aleatorias”, en el que expondremos una serie de citas, mitos, leyendas y trabajos de distintos autores, que dan cuenta que el conocimiento y práctica de la gnomónica, es tan antiguo como la misma especie.
El método propuesto consiste en cotejar datos particulares tomados aleatoriamente, los que, como singularidades aisladas e intencionalmente separadas como muestras, pongan en evidencia la universalidad gnomónica contenida[5] para de ese modo, reflejar la particularísima relación del ser humano con el Sol y su sombra.
Se trata entonces de extraer de los mitos originarios, historias y referencias de las distintas culturas, las formas en que cada grupo humano supo practicar la gnomónica a través de la historia y evolución de la especie, para así comparar y establecer las analogías necesarias que permitan arribar a conclusiones y consiguientemente establecer parámetros, sobre los cuales trazar luego, una línea de tiempo donde la ulterioridad hallada, en su calidad de evidencia material y cultural, se pueda verificar como momento artificial que en tanto suprime, también conserva y fundamenta al momento natural anterior, caracterizado por la práctica gnomónica en base al propio cuerpo, tomado como instrumento gnomónico y sin la intervención de herramientas artificiales; práctica esta, que al no dejar rastro, ha quedado oculta tras las sombras del paleolítico y que por lo tanto, debemos percibir a través de las evidencias materiales como su resultado último que al instrumentalizarse exteriormente, se consagra (momento consagratorio) y se muestra ingénita, pues ha perdido su historia.[6]
Es importante tener en cuenta que en la esencia de los datos aleatorios tomados individualmente, hallaremos hechos, creencias o prácticas muy parecidas, que no son fruto de la casualidad, sino la realización de una esencia universal tal, que cada caso individual resulta ser un espécimen (muestra representativa) de una especie de conocimiento universal o totalidad estructuralmente configurada, de un temprano conocimiento que por antiguo, subyace oculto como sombra, tras las evidencias materiales.[7]
Este método de inferir basado en las analogías consiste precisamente en hallar hechos, situaciones similares o análogas, en cada una de las muestras entendidas conceptualmente como totalidades monádicas que no obstante su pluralidad, son sin embargo perspectivas de un solo y único universo que al comparar entre sí, independientemente de sus dimensiones, tiempos y lugares acaecidos, reproducen una misma identidad estructural. Por lo que el proceso que establece que los atributos extraídos de los casos singulares experimentados aisladamente, tiene en/sí y por/sí, cual mónada gnomónica, un alcance universal de inferencia analógica.[8]
La analógica, es una metodología que comienza desde las consecuencias y en base a la identidad de estructuras, se orienta hacia la determinación de las posibles causas; va desde la ulterioridad a la anterioridad entendidas cual mónadas de un mismo acontecer.
Es la metodología propia del paleontólogo, del antropólogo, el arqueólogo y de quienes investigan accidentes y crímenes.
En la investigación de accidentes laborales, viales o crímenes, por ejemplo, con frecuencia ocurre que dos o más hechos aleatorios, aparentemente inconexos y distantes entre sí, luego de ser analizados, se verifican concordantes con los mismos patrones de conducta estructural del acontecimiento investigado. Resumiendo, entonces, podemos decir que el método analógico[9] que hemos decidido utilizar, es de carácter monadológico e inferencial.
3.- Muestreo aleatorio de prácticas gnomónicas
3.1.-Investigaciones específicas:
3.1.1.—Los estudios del arqueo-astrónomo Dr. Raúl Pérez Enriquez en el Stonehenge británico y la Región Olmeca-Maya ponen de relieve que el calendario de 260 días tiene un origen gnomónico y se relaciona con la diferencia algebraica del mínimum de las sombras solsticiales extremas de invierno y verano, medidas en los términos por unidad de la altura del gnomón utilizado. (factor gnomónico).[10]
3.1.2.- El equipo integrado por la Dra María Cristina Pineda de Carías, Vito Véliz y Ricardo Agustia Fasquelle revela que la Estela “D” ubicada en la plaza del Sol del Parque arqueológico de Copán Ruinas, en Honduras, es el gnomón de un reloj solar que hubo dividido el día maya (kin) en cuatro partes.
Resulta de suma importancia el hecho, si se tiene en cuenta que cuando con anterioridad al descubrimiento se hablaba de la menor unidad del tiempo maya, se solía aludir al día o “Kin”, pero en base a este descubrimiento, ya sabemos que también supieron subdividir el día por lo menos en cuatro partes. Además, hallaron evidencias de lo que habrían sido posible postes gnomónicos plantados en el suelo. [11]
3.1.3.- Carl Sagan, en “El viento levanta polvo”, los bosquimanos contaban con un calendario astronómico (gnomónico para nosotros) en su mente por medio del cual seguían al Sol en su recorrido diurno y la metodología por ellos empleada es en general, esencialmente idéntica a la empleada por los astrónomos/astrofísicos para analizar los cráteres dejados por el impacto de asteroides y planetoides. La clave de la metodología que destaca el autor es de carácter analógico y se apoya en el seguimiento del Sol y las evidencias.[12]
3.1.4.- Según la interpretación que Hernán A. Cortéz Monroy hace del sentido originario de la luz en la alegoría de la caverna de Platón, surgiría que la luz del Sol significaba la unidad del Ser y las cosas, era un solo y mismo concepto sin los desdoblamientos posteriores, con lo cual, la luz solar, esencia de la gnomónica, fue por entonces como la razón humana.[13]
3.1.5.- Joan Gonzales Guardiola, mientras intenta responderse a la naturaleza de la sombra en el marco del conflicto originado por la proyección que de ella hacen los grandes edificios sobre las propiedades aledañas, desarrolla un interesante estudio fenomenológico que desemboca en Leonardo da Vinci y la estética como camino para entenderla.
Este trabajo, de alguna manera evidencia la relación humana con el sol, vista desde la actual conflictividad urbana.[14]
3.1.6. Conforme surge del estudio realizado por los investigadores Pavani F y Castiello U, las sombras proyectadas por las partes del cuerpo de una persona pueden cerrar la brecha entre el espacio personal y extrapersonal y de esa manera entenderla como una parte de nuestro cuerpo y comprender quizás, la importancia que muchas culturas antiguas le daban a la sombra del propio cuerpo. «Las sombras podrían aportar señales adicionales sobre la posición corporal en relación con objetos en un ambiente real y artificial», explican los autores.[15]
3.1.7.- Según nuestra mirada gnomónica, en la relación entre el ente humano, por un lado, y el gnomón solar como reproducción del cuerpo por medios no biológicos por otro, habría tenido origen la idea del Ser. Idea del Ser que diferencia cualitativamente al ente humano del resto de los entes y lo coloca como el único ente que se interroga por el Ser.[16]
3.2.- Relatos sueltos
3.2.1.-En tiempos del rey Acáz, padre de Ezequías, existían los “zigurats”, monumentales gnomones solares construidos sobre bases escalonadas en las que se podía leer la hora solar con solo contar la cantidad de escalones alcanzados por las sombras.
Por entonces, según el relato bíblico, Ezequías enfermó gravemente, ante lo que le preguntó al profeta Isaías: ¿cuál es la señal por la que me curará Jeová? El profeta Isaías, supuestamente conocedor del movimiento de las sombras y a la manera de maestro socrático (según nuestra interpretación), le respondió con otra pregunta: ¿Avanzará la sombra diez escalones (gradas) o retrocederá diez escalones (gradas)?”. Ezequías optó decir que la sombra volvería atrás 10 gradas. Y efectivamente aconteció.[17]
La lectura gnomónica del hecho relatado es que el maestro (profeta) Isaías, buscaba saber cuánto Ezequiel sabía del Sol y los cielos; posiblemente, para de ese modo ver cuán cerca o lejos se hallaba Ezequiel de involucrarse con Jeová, su Dios que moraba los cielos.
En tal sentido, y aunque la Biblia no lo dice, ese hecho debió haber acaecido en horas de la mañana, dado que es cuando las sombras se acortan hasta llegar al mínimun de sombra del mediodía solar, para luego de haber cruzado el meridiano del lugar, comiencen a extenderse nuevamente.
3.2.2.- Aristófanes en la obra “Asamblea de las Mujeres”, pone en evidencia la importancia que la sombra propia tuvo en la antigüedad, para medir el tiempo. «Los esclavos- Tú no tendrás otro quehacer que acudir limpio y perfumado al banquete cuando sea de diez pies la sombra del cuadrante solar».[18]
3.2.3.- Marco Polo (pg 124) relata que en el “Reino de Lasch”, India, los abrayamines o magos hindúes, «Cuando quieren comprar algo, miden primero su propia sombra al sol y según las reglas de su superstición así proceden en el trato».[19]
3.2.4.- Juán Benigar, en “La Patagonia piensa”, nos hace saber que cuando los mapuches querían conocer la antigüedad del día, (hora) «se sirven para ello de la sombra de objetos fijos con que están familiarizados, entendiendo a su posición o dirección, o en su defecto, páranse dando el lomo al sol y aprecian “la hora” por la longitud de su propia sombra».[20]
3.2.5.-Los brahmanes, se bañan si sobre ellos, ha caído la sombra de un intocable.
3.2.6.- Los longobardos solían medir la sombra en número de pies, de manera que el día de Navidad, sabían cuántos pies medía su sombra al mediodía.[21]
3.2.7.- Tales de Mileto en su recorrida por Egipto, se vale de su propia sombra y la de su bastón, para determinar la altura de las pirámides, y posteriormente lo hizo para desarrollar su primer teorema, el cual es decididamente gnomónico.
3.2.8.-En general, los calendarios son básicamente de tres tipos, lunares, lunisolares o solares, incluso el calendario egipcio que compatibilizaba las crecidas del Nilo es un calendario básicamente solar.
3.2.9.- Ateneo de Náucratis, en el “Banquete de los eruditos”, presenta a Eubelo, el cómico que dice “tenemos entre nuestros invitados a dos hombres invencibles en el banquete: Filócrates y Filócrates. Pues aunque él es uno, lo cuento como dos, y grandes, o mejor como tres. Cuentan que este fue cierta vez invitado a cenar en casa de uno, y que su amigo le dijo que cuando la sombra del reloj de sol midiese veinte pies, acudiera. Al amanecer, nada más salir el Sol, aquel se puso a medir, y cuando la sombra era demasiado larga ya, en más de dos pies, se presentó. Entonces dijo que llegaba un poco demasiado tarde por un compromiso y ¡había llegado el dia!”.[22]
3.2.10.- Joan Olivares, profesor de matemática del IES Josep Segrelles, da cuenta de que sobre Latitud de 38°50’13“N y longitud 0°30’56“O, en el puerto de Albaida de la Comunidad Valenciana, -España- que formó parte de la Corona de Aragón desde 1244, se verifica una práctica que merece ser destacada: “En El Port (la acequia de El Port brazo de agua subterránea que aflora cerca del Convento de Santa Ana, en el puerto de Albaida, y que riega algunas huertas de Albaida, Atzeneta, y el Palomar), un medidor (el animador, hombre de más de quince años, según la costumbre) mide, empleando su pie como unidad, la longitud de la sombra que produce su cuerpo y usaba el método de los pies sábado y domingo”. La práctica, habla del uso de la sombra del propio cuerpo para orientarse en el tiempo.[23]
3.3- Mitos, cultos y creencias
3.3.1.- El Ramadán de los musulmanes, siempre coincide con el noveno mes del calendario lunar, y en ese tiempo deben abstenerse de comer, beber y tener relaciones sexuales durante las horas de luz: del alba hasta la puesta de sol.
3.3.2.- Los mitos clásicos de culturas muy distantes, como puede ser el caso del Dios Jano representando ambos solsticios, o también Prometeo robando el fuego solar, ambos europeos, al igual que la Creación Tehuelche y el epew mapuche patagónicos, como la mayoría de los mitos originarios sobre la creación, directa o indirectamente están ligados a los solsticios y equinoccios.
3.3.3.- Una leyenda africana dice que los integrantes de algunas tribus evitan atravesar un espacio abierto al mediodía por temor a perder su sombra. No sienten temor de no ver la sombra por la noche, porque creen que de noche todas las sombras reposan en la gran sombra para reponerse y tomar nuevo poder.
Tras la “recarga” nocturna, las sombras vuelven a aparecer fuertes y grandes por la mañana y de a poco, la luz del día, mientras avanza, se come a la sombra hasta dejarla en su medida más corta durante el mediodía.
3.3.4.- El mapuche Kalfulemu, solía decir que estaba condenado porque en la gruta le habían sacado su sombra: “yo me muero sin sombra”, y muchas veces se paraba al sol y se ponía triste de no ver su sombra.
3.3.4.1.- Observación: Dado que en la Patagonia no hay “días sin sombra” debido a que se encuentra a una latitud superior a los 42º y el Sol nunca pasa por el cenít del lugar, este relato mapuche puede provenir de sus antepasados andinos intertropicales, por lo que sería más antiguo que el propio pueblo mapuche.
3.3.5.- El personaje de Adelbert von Chamisso, Peter Schlemihl, pierde su sombra a cambio de una cantidad infinita de monedas, que, sin embargo, no es lo suficientemente capaz de calmar el sentirse desalmado por haber cedido algo tan preciado como su propia sombra, de indudable significación humana.
3.3.6.- Platón, en la “Alegoría de la caverna”- dice que el sol no es pues la vista, sino su principio, el cual pertenece a su vez al reino de lo visible… El sol es a la vista y sus objetos en el reino de lo visible, lo que el bien es a la inteligencia y a lo aprehendido por ella en el reino de lo inteligible- [24]
3.3.7.-Los mayas que supieron orientar sus monumentos en relación a los fenómenos gnomónicos, creían que los humanos tienen dos clases de sombras: la caliente, que es hija del Sol, y la fría, que es hija de la Luna.
La sombra caliente es muda, pero la sombra fría puede hablar con ciertos hechiceros y conforme con ello, el humano tendrá vida mientras estén juntos su cuerpo y su sombra. Si la sombra se separa del cuerpo o se adelgaza, sobreviene la muerte.[25]
3.3.8.- Martín Gusinde, nos comenta que “el hombre Sol” Kranakhataix, de la cultura Selk`nam, (los habitantes de Tierra del Fuego y más australes del planeta), al principio de todos los tiempos, era muy fuerte y poderoso, pero ocurre que “el actual”, es su hijo Kra que no es tan fuerte como su padre y se adueñó del cielo luego de que la Luna, Kwányip, se quejara por la excesiva duración e intensidad de la claridad.
3.3.8.1.- Observación: este relato de Martín Gusinde, nos revela, por un lado, la importancia del Sol en la vida originaria patagónica, y en tanto su importancia, las variaciones de intensidad solar, reflejan muy elocuentemente la migración de un grupo de tempranos pobladores continentales hacia la Isla Grande de Tierra del Fuego[26], dado que cuanto más al Sur, la Latitud aumenta y el módulo de la intensidad solar disminuye.
Históricamente, se sabe que entre los patagónicos hubo un migrar desde Latitud 42º, hacia los 51º en primera instancia, y que más tarde, desde los 51º, algunos decidieron partir y migrar hacia el extremo sur.
De esta manera los Selk’nam ocuparon el lugar más austral del mundo y se asentaron definitivamente en la isla de Tierra del Fuego a 54º de Latitud, dejando en sus mitos, la forma en que percibieron la menor altura solar del mediodía, propio de las altas Latitudes.[27]
3.3.9.- Entre las ceremonias más importantes de las culturas patagónicas, el Gillatun mapuche, que es una ceremonia rogativa y comunitaria, merece un tratamiento destacado. Se lleva a cabo en un lugar llamado gillatuwe, dentro del cual, existe otro espacio menor, de unos 15m x 4m, el Llongol-Llongol y dentro de éste se instala una o dos gruesas estacas de canelo (gnomones), cada una esculturalmente tallada con una figura antropomorfa, y a su alrededor la comunidad mapuche reunida en forma de herradura mirando al oriente y a la espera de la salida del Sol.
La ceremonia dura un mínimo de dos días y un máximo de cuatro. En el centro del Gillatuwe, originariamente los primeros mapuches solo colocaban los chemamull que, en su figuración humana, representaban a la anciana (La Kuze) y al anciano (Fucha), y ambos a su vez, representaban a la tierra Mapu y al agua Ko.
Durante la ceremonia, y en los días que rondan los equinoccios, Antú (sol) era pacientemente seguido en sus movimientos a través de las serpenteantes sombras del chemamull Fucha, mientras que durante la noche de luna llena más próxima al equinoccio, se hacía lo propio con el pillán Peri.
A través del seguimiento de las sombras se podían marcar los puntos cardinales aprovechando que durante los equinoccios, el Sol intercepta con la eclíptica haciendo que en todo el mundo, las horas de claridad se igualen a las de la noche y el Sol sale y se pone siempre, en puntos fácilmente determinables.
Tengamos en cuenta que no siendo en los equinoccios, en el resto de los días, el sol no sale exactamente desde el punto medio “Este” exacto, sino que ora 23, 44º al “Norte” y o 23, 44º al Sur, conforme el recorrido declinatorio entre los dos solsticios.
3.3.10.- En la iglesia visigoda de San Pedro de la Nave (Zamora) se conserva el único reloj de pies grabado en piedra, basado en la tabulación del número de pies que mide la sombra de una persona parada de espaldas al sol y calculada para cada mes en la latitud del lugar [28]
3.3.10.- Durante la Baja Edad Media, las tablas horarias grabadas en número de pies para determinar las horas del dia, han sido de uso frecuente para la agronomía y también se usó con fines litúrgicos. Estas tablas se conocen como “tablas de Paladio” debido a (Rutilio Tauro Emiliano Paladio del Siglo IV) y forman parte de un método llamado “reloj de pié”, que sirve para calcular la hora del día contanto el número de pies que mide la longitud de la sombra que proyecta el propio cuerpo de cualquier persona expuesta al Sol.
4.- Correlatos gnomónicos
Cuando se observa el curso evolutivo de nuestra especie, se verifica un claro correlato entre el desarrollo encefálico, el crecimiento del parietal y dentro del mismo la aparición y crecimiento del precúneo en el área 7 de Brodmann, el corrimiento hacia el centro del foramen magnum o agujero grande situado en la base del cráneo, la optimización del bipedismo, la gracilidad anatómica, y finalmente, el progresivo reemplazo del propio cuerpo, por instrumentos inorgánicos.
Ese lento proceso de reemplazo instrumental concomitante con el proceso evolutivo tuvo origen en la reproducción por medios no biológicos del cuerpo humano, el cual como instrumento naturalmente dado, se desdobla luego en cuerpo e instrumento inorgánico, y de ese modo permite que el sujeto se vea a/sí, fuera de/sí, exteriorizado ahí… y en ese verse a/sí en su objeto, se distancia de la experimentación para colocarse como experimentador.
En la práctica gnomónica, esto ocurrió después de un dilatado período de experimentación con el propio cuerpo como gnomón solar; el humano tomó un palo o lanza y lo clavó en el suelo para de esa manera ver reproducido el curso y cambio de longitud que diariamente cobra “la propia sombra”.
Así de sencillo habría sido el paso instrumental. Al mismo tiempo que se desdobla el cuerpo propio frente a su compromiso instrumental y de ese modo el sujeto humano se distancia de la experimentación gnomónica, aparecen las evidencias materiales.
Siendo el instrumento material, la extensión y multiplicación de la potencia del cuerpo, la ulterioridad instrumental devenida y que hoy hallamos, es la mediación que en tanto fundamenta, también oculta y extraña los orígenes naturales donde el propio cuerpo, era el único instrumento para orientarse en el tiempo y el espacio.
De manera que debemos bucear dentro y detrás de cada evidencia, para detectar los indicios que pudieron sobrevivir al paso del tiempo, y que nos permitan interpretar en ellos, el compromiso instrumental del cuerpo.
En las arcaicas prácticas relatadas por Juan Benigar, Marco Polo, Martín Guisinde, Joan Olivares y otros, aunque canceladas y superadas por el desarrollo técnico, no obstante, se conservan en algunos pueblos, y han quedado como certeras muestras del uso del cuerpo para cumplir con las funciones de gnomón solar.
Desde que salimos en busca del Sol y descubrimos nuestra propia sombra, no dejamos de relacionarnos y entregarnos a la experimentación gnomónica. Nos involucramos en un proceso que comenzó en los albores de la especie humana y se verifica correlativo con la evolución anatómica, la optimización del bipedismo y la instrumentación.
Todo comenzó siguiendo al Sol y su luz, como un simple juego con la propia sombra (tal cual hoy lo siguen haciendo los niños), en tiempos donde el humano moderno, inadvertidamente ya era un gnomón en/sí (gnomón antropo) y que más tarde, merced al correlativo desarrollo de la razón, se descubre como tal y se sabe a/sí, gnomón solar (sapiens gnomónico).
El humano sabedor de su condición gnomónica, a través de experimentar posturas cada vez más desafiantes y difíciles, erguir su cuerpo y posicionarse convenientemente en relación a la incidencia solar, optimiza el bipedismo y gracilidad mecánica, en tanto advierte su carencia frente a sombras para las cuales el cuerpo presenta ciertas dificultades de observación, y es entonces cuando decide reproducirse con sus propias manos, dando lugar a un nuevo direccionamiento evolutivo de la especia.
Como hemos dicho, desde lo estrictamente gnomónico, el humano moderno primero juega con su sombra sin saber de su condición de gnomón natural (antropo gnomon), luego se sabe gnomón solar, vertical y ambulante (Homo sapiens), y finalmente sabiéndose gnomón, se hace a/sí como tal (Homo faber) exteriorizado.
Henri Bergson observó que el humano, dotado de inteligencia, a partir de los utensilios ya producidos con sus manos, logra fabricar nuevos utensilios (tecnología) y de esa manera se convierte en lo que él llamó Homo faber[29]; a condición de lo cual entendemos nosotros, el humano moderno con los instrumentos primarios se reprodujo exterior y materialmente a sí mismo, de cuerpo entero cual instrumento nuevo y secundario (gnomón solar) plantado en el suelo.
Si bien es cierto que carecemos de evidencias materiales concretas que aseguren fehacientemente que el cuerpo reproducido como objeto exterior e inorgánico, comenzó siendo un palo luego identificado con un pájaro y otros animales totémicos, la atenta lectura e interpretación gnomónica del arte rupestre, no obstante, refleja esta posibilidad y nos muestra concretamente que a finales del paleolítico superior, nuestros pretéritos se vieron y pintaron a/sí mismo con simples trazos rectos, pues esa era la forma como veían su cuerpo exterior e inorgánicamente reproducido por un palo. Esta fue la forma en que el humano moderno de finales del paleolítico superior, luego de una larga etapa típicamente naturalista entregada a reflejar la vida en el arte, dejó de ver su imagen como tal y comenzó a verse a sí mismo como el palo gnomónico que fabricó en reemplazo de su cuerpo.
Reprodujo su cuerpo con un palo significante y se pintó tal cual se vio, como un signo que ayudó a fijar la idea de que ese palo, era su cuerpo, el concepto y la sustancia del cuerpo. Así entrando en el neolítico, se reflejó de cuerpo entero como figura abstracta, y fueron estos los tiempos en que, en lugar de imágenes, se comienzan a crear símbolos.[30]
5.- Consecuencias teóricas
5.1.- A lo largo de la odisea humana, la gnomónica entendida como relación indisoluble de luz y sombra, se vio diversamente reflejada, y muchas veces entendidas como una única y misma sustancia incluso en los tiempos modernos, ya que el siglo XVIII es conocido como el “de las luces”, debido al movimiento espiritual, intelectual y cultural llamado ilustración o iluminismo, el cual consideró a la razón, como la única fuente y base del conocimiento; como la luz destinada a iluminar la conciencia y erradicar la sombra del mito y de la magia.
La Ilustración tuvo una gran influencia en la ciencia y la tecnología de su tiempo, como así también en los inmediatamente venideros, y fue el arma filosófica y emancipadora de la burguesía. “El programa del iluminismo consistía en liberar al mundo de la magia”[31] y entregado a ese titánico propósito, los iluministas hicieron de la luz un instrumento, y de la lógica formal, el esquema de calculabilidad del universo. Así la carencia de mitos provocada hizo que el mismo sujeto iluminista tomara como su objeto, aquello que le faltaba como sujeto, y sin buscarlo, creó la sombra de un nuevo mito, el iluminista.
5.2.-Por otro lado también, cuando dirigimos la mirada hacia el comienzo de la historia, vemos como la luz solar y la práctica gnomónica han jugado un papel relevante.
Entre los caldeos, por ejemplo, hubo tres instrumentos que permitieron elaboraran su astronomía, ellos fueron: en primer lugar, el gnomón solar común, plantado en el suelo plano, luego “el polo”, que es un gnomón que arroja su sombra sobre una superficie semiesférica y finalmente la clepsidra, reloj hidráulico probablemente derivado del latir del corazón y el goteo de sangre.
Además como evidencia del conocimiento gnomónico alcanzado en toda la región sumeria, podemos citar la tabla de Plimpton-322 de la colección del mismo nombre en la Universidad de Columbia; hecha de barro, contiene 15 filas de tripletes que responden a lo que hoy conocemos como triángulo rectángulo y base del teorema de Pitágoras, pero que al parecer, no son de formas arbitrarias, sino de ángulos convenientemente elegidos, que se corresponderían con los de la incidencia solar de los mediodías equinocciales de distintos sitios de la época, lo cual es el equivalente gnomónico de la Latitud del lugar.
5.3- Hablando de triángulos rectángulos, digamos también que el primer instrumento geométrico con el cual se construían los triángulos rectángulos no fue ni la regla ni el compás; el primer instrumento geométrico ha sido la soga de doce entrenudos, con la cual se lograba trazar sobre el suelo, los triángulos rectángulos de lados (3,4,5)[32]
5.4.- El gnomón solar caldeo, llegó a China en los siglos VII y VI anteriores a nuestra era y gracias a esta introducción, los chinos pudieron dar un salto instrumental cualitativo. No obstante, un tal Apastamba, ya sabía construir los triángulos rectángulos de lados (3,4,5) mediante el uso de las cuerdas de doce entrenudos antes mencionada.[33]
5.5.- Tales de Mileto por su parte, luego de su paso por Egipto y medir la altura de las pirámides, propuso su primer Teorema, el cual, como ya hemos dicho, es indudablemente gnomónico.
5.6.- Además de Tales de Mileto, curiosamente Pitágoras llama “gnomón” a las cuadraturas que darían lugar al teorema que lleva su nombre, y si bien el prestigioso historiador de la ciencia George Sartón, lo diferencia claramente del gnomón solar, desde la mirada gnomónica, no descartamos un origen común y gnomónico.
5.7.- Platón fue el primero en expresar que en el asombro u admiración y la curiosidad, está el comienzo del filosofar y de ese modo puso al descubierto la razón como luz en pos de la verdad. Aristóteles más tarde, en la “Metafísica” reafirma lo dicho por su maestro en cuanto al asombro y curiosidad, pero a esta afirmación le agrega que todos comienzan a filosofar, movidos por la admiración frente a los solsticios, el cual es un fenómeno gnomónico real, protagonizado por el Sol al llegar y estacionarse transitoriamente en los trópicos. Este sutil agregado, aunque pareciera insignificante, no lo es, ya que no resulta menor decir que el asombro y la curiosidad se originan en un hecho concreto de la realidad.
En Aristóteles, es la admiración y la curiosidad provocada frente a un fenómeno gnomónico real, concreto y objetivo, donde el hombre comienza a filosofar; y es ese reconocimiento fenoménico el que entre otras cosas lo distancia del idealismo de su maestro, pues para el estagirita, la verdad de aquello que nos despierta curiosidad es la realidad[34] del fenómeno solar observado. Ya no es la curiosidad abstracta e inconexa, es el fenómeno gnomónico el que despierta la curiosidad y motiva el filosofar.
5.8.- Eratóstenes de Cirene, considerado como uno de los sabios más representativos de la Escuela de Alejandría, midió la circunferencia de la Tierra basado en la diferencia de los ángulos gnomónicos solsticiales vernales, entre Syene (assuán) y Alejandría.
La diferencia gnomónica arrojó el valor de 1/50 de la circunferencia (7, 2º), lo cual comprobó que se correspondían con 5.000 estadios y esto le daba un meridiano de 250.000 estadios. Según algunos autores luego modificó el resultado por 252.000 que, multiplicado por los actuales 175,5m del estadio egipcio, nos da un sorprendente resultado de 39.690Km
5.9.- Marco Vitruvio Pollón, da cuenta del conocimiento y la enorme importancia que la gnomónica tuvo para la arquitectura, y a tal fin, en su libro IX, desarrolla la idea de la analema y presenta los resultados de mediciones gnomónicas expresados en valor de longitud de sombra por unidad de gnomón, realizadas en cinco sitios.
Estos valores de longitud de sombras relativas que Vitruvio observó se basaron en gnomones subdivididos en tantas partes como lo indica el numerador, mientras que los valores alcanzados por las sombras, son los del denominador.
Los resultados fueron: Roma 8/9, Atenas 3/4, Rodas 5/7, Taranto 9/11 y Alejandría 3/5.
Estos valores son los equivalentes a las tangentes de los respectivos ángulos de las latitudes.
5.10.- Benjamin Thompson, Conde de Rumford (1753-1814), médico, físico e inventor estadounidense, le da un enorme impulso a la luminotecnia, cuando presenta el primer fotómetro, como instrumento basado en la comparación de sombras luminotécnias. [35]
5.11.- Aunque controvertido, desde la mirada gnomónica entendemos que, en 1927, cuando Martin Heidegger en Ser y tiempo habla del “El Ser ahí…(Dasein),[36] lo hace como implícita respuesta filosófica al iluminismo que se olvida del Ser.
Heidegger vuelve a indagarse por el Ser y de esa manera, tardíamente trae a la complejidad del presente, aquella relación gnomónica entre el hombre y el gnomón solar inorgánico que diera origen al interrogarse por el Ser e hizo que el sujeto humano, sea el único ente que se interroga por el Ser, a partir de verse reproducido inorgánicamente en el “ente gnomón solar”, a/sí, fuera de/sí, de cuerpo entero, idéntico y diferente; luego de reproducirse exteriormente de modo no biológico y arrojado a los entes.
El ente humano, al identificarse para/sí, en un palo, poste o tótem, comienza a percibirse diferente y necesariamente, esto hace que se interrogue por el ser que es para luego de milenios, arribar al concepto de Daseín como ser ahí… («ser»=sein y «ahí»=da), que sin embargo, no se agota en la finitud del ente.
El ahí… en el que el Ser de Heidegger se patentiza, es el de los entes a los que el Ser supera; es aquel ahí… que comenzó siendo un palo, poste o menhir del paleolítico, y que en 1927, ya no era más un gnomón solar plantado en el suelo, sino un inconmensurable cuerpo inorgánico y social de entes.
5.11.1.- Debate: la misma relación sujeto/gnomón reflejada en el Daseín, puede apreciarse en la dialéctica del Amo y el esclavo o del Burgués y el proletario. Solo que aparece un tanto más distante e implícita; pero no es objeto de este trabajo.
5.12.- Llegamos así, al reflejo teórico más explícito de la gnomónica, cuando Carl G. Jung, en torno a su concepto de la sombra, nos plantea lo que técnicamente no es otra cosa que un gnomón dentro de la subjetividad; un gnomón solar reflejo. “Cuando el interés se vuelve hacia cualquier parte, deja en sombra las cosas de las que se ocupaba anteriormente, al igual que un foco de luz ilumina una nueva zona, dejando otra en oscuridad”[37] con los aspectos de nuestra personalidad que por razones muy diversas, decidimos no contemplar de cerca.
No es la totalidad de la personalidad inconsciente, la sombra de Jung representa cualidades y atributos desconocidos o poco conocidos del ego, y a veces incluso, puede constar de factores colectivos y exógenos.
Carl Gustav Jung, observando las consecuencias del iluminismo, ve que el hombre moderno no comprende hasta qué punto su racionalidad, le ha puesto a merced de las sombras del inframundo psíquico. Para superar esta situación, Jung desarrolla una verdadera dialéctica gnomónica refleja, que partiendo desde los momentos de luz y de sombra, permite la reapropiación de la sombra para de ese modo, luego de cancelarla y superarla, no la elimina, sino que la conserva.
6.-Etimológicas sueltas
6.1.- Según el Dr. Eli Lizorkin-Eyzenberg del Instituto de Estudios Bíblicos de Israel en la biblia, el ser humano es la imagen de Dios porque en esa imagen se reflejan muchos de sus aspectos. Pero seguidamente aclara que la palabra hebrea para designar el concepto de “imagen”, es “tzelem” derivada de “tzel”, que significa “sombra”.
Cuando los rayos de sol iluminan un objeto, la sombra (tzel) aparece indisolublemente unida a este, al igual que lo ha sido para los antiguos egipcios, donde la sombra era considerada un constituyente de la identidad, debido a que no existe persona sin sombra ni sombra de persona sin ella; heut, Shuit o Jaibit, significaba literalmente “sombra de un ser humano” o seres animados, incluso de los dioses, La transliteración de su nombre en escritura jeroglífica es šwt, transcrito Sheut.[38], De esta manera vemos como la concepción gnomónica, es tan antigua que se remonta al génesis bíblico.
6.2.- Al momento de establecer posibles analogías entre la luz y la razón, es importante destacar que, según Juan Samaja, para los griegos, teorizar era mirar.[39], ante lo cual decimos que, el que mira, estima, dimensiona… ¿mide? a la luz de su razón. La razón que el mismo autor presenta y analiza desde el “lado oscuro” de su contradicción principal.[40]
6.3.- Y el que etimológicamente “mide”, es el hombre según Nietzsche, con lo cual, el hombre que mide y teoriza, se relaciona con la luz y la sombra.
6.4.- A propósito del vocablo “luz”, etimológicamente quiere decir dar a conocer, expresar, pensar. Pero también es engendrar en el sentido de producir naturalmente.
También significa “lucero de la mañana”, “cosa que brilla”, y de manera primitiva estas significaciones no refieren a lo físico del fenómeno natural, sino más bien a lo ontológico de lo dado, sea esto percibido o pensado.
La luz es lo que permite, en verdad, ver y conocer, y es en este peculiar sentido, donde la “luz sensible” y la “luz intelectual” no serían dos especies de luces distintas — una real y la otra analógica —, sino uno y lo mismo, vuelto sobre dos fenómenos distintos: a saber, volcado sobre los objetos sensibles por un lado, mientras que por otro, sobre los objetos pensables o inteligibles. Platón nombra la “idea” en esta doble fenomenología. De esta manera la luz de Platón es razón y la sombra lo contrario. La luz “da a conocer algo” y “permite que” una cosa posea el aspecto verdadero que ha de tener en tanto cosa.[41]
6.5.- Entre los egipcios, Sheut: Sheut, Shuit o Jaibit, era literalmente -sombra de un ser humano, de los seres animados o de los dioses, unida al nombre “Ren”- fue un indisoluble componente del espíritu, que de forma tangible se manifiesta como “Ib”, simbolizando el corazón, intangible como “Ka”, que es la fuerza vital y Ba cual fuerza anímica que trasciende a la muerte.
7.- Los momentos gnomónicos
7.1.- Momento natural: todas las muestras que hemos presentado hasta aquí, aparentemente inconexas, de una u otra forma refieren a la relación del hombre con los cielos, el Sol y las sombras, y por sus características instrumentales, las podemos clasificar en tres momentos; un “momento natural” donde el ser humano se relaciona con el Sol y los cielos, comprometiendo directamente su cuerpo natural en la experimentación y sin que medie entre ellos ninguna instrumentación artificial. En algunos casos siguiendo las salidas y puestas del Sol, tal como lo señala Carl Sagan en cuanto a los bosquimanos, otras como lo hacían los Lombardos, valiéndose del propio cuerpo en calidad de instrumento y unidad de medida o finalmente, como lo señalado por Marco Polo, Aristófanes y Juán Benigar.
7.2.- Momento artificial: luego, otro que llamamos “momento artificial” y que emerge a partir de la construcción y uso de un palo, tótem, menhir o gnomón artificial. Es el caso que el mismo Juan Benigar relata cuando dice que a veces en la Patagonia, los mapuches suelen usar un referente fijo, que puede ser un palo, planta u otro objeto para seguir el curso del Sol a través de su sombra. Las estelas gnomónicas como en Copán Ruines -Honduras-, la piedra S11 de Stonehenge que según el Dr. Raúl Pérez Enriquez fue un gnomón solar y en general, todas las construcciones materiales que han sido orientadas convenientemente con los solsticios y equinoccios. También podemos citar por sus características particulares, el Rewe, que es el símbolo hierognomónico de la cultura mapuche o el caso del Chemamüll mapuche, tótem plantado junto a la tumba de sus difuntos.
7.3.- Momento consagratorio: llegamos a un tercer momento, el “momento consagratorio”, que, si bien supera tanto a la experimentación gnomónica natural como a la gnomónica artificial, olvida su génesis mas no elimina, sin embargo, las antiguas prácticas, que cancela y conserva. La consagración del objeto produce el olvido y extrañación de las prácticas que le dieron origen, no obstante, coexisten.
El momento consagratorio se origina a partir de que el sujeto humano en su carácter de hacedor del gnomón inorgánico como reproducción del cuerpo humano, se ve para/sí, diferente en su identificación con el gnomón artificial, al cual ve como a un objeto, y en tanto la falta de reciprocidad, pues el objeto en cuestión (el gnomón solar) aunque simboliza a sus ancestros, no es una conciencia, el sujeto cubre esa carencia otorgándole al gnomón solar fabricado, un “alma exterior y tutelar”, bajo la cual puede refugiarse, pedirle y rogarle. De esa relación, así establecida entre el sujeto humano y el alma exterior otorgada, surge la consagración del gnomón solar, como objeto ingénito y tutor al que le debe un parentesco y ascendencia totémica más fuerte que el parentesco por consanguinidad y unido indisolublemente al tabú de la comunidad, generalmente endogámico[42].
7.4.- En consecuencia, como “momento natural”, hubo un tiempo en el que solo se seguía al Sol y/o a la propia sombra, valiéndose del propio cuerpo como medio de locomoción.
Otro tiempo en el que no solo se seguía la trayectoria solar, sino que, además, se valían del propio cuerpo para producir sombras a voluntad y conforme su orientación y longitud, saber de la antigüedad del día o del año trópico.
7.5.- Más tarde hay un “momento artificial” en el que se fabricaba y usaba el gnomón cómo instrumento exterior con la forma de poste, tótem, menhir, estela o monumento, en el que la experimentación se evidencia totalmente separada en cuerpo humano e instrumento.
7.6.- Finalmente, llegamos a la consagración del gnomón solar, donde consecuentemente y debido al olvido de su génesis, se produce la inversión de la relación causal. Ya no es el hombre quien otorga un alma exterior al gnomón como citaba S. Freud, sino que es este “sujeto artificialmente creado” por el hombre, quien para el sujeto pasa a ser su creador. En algunos casos, estos tótems o gnomones se consagran como dioses, semidioses o interlocutores cosmológicos. Es el momento de la consagración hiero-gnomónica del gnomón solar inorgánico.
7.7.- Resumiendo, tenemos tres momentos gnomónicos claramente diferenciados por el carácter instrumental, sea el naturalmente dado, el artificial o el consagratorio.
Recordemos que desde la mirada gnomónica, el cuerpo humano es un gnomón solar naturalmente dado, en tanto que el gnomón solar material y exterior lo es artificialmente puesto o plantado. De modo que el producto materialmente pensado y realizado por las propias manos del humano moderno, por su vínculo con los cielos y lo desconocido, “representaría un refugio en el que el alma sería depositada para sustraerla a los peligros que pudieran amenazarla.”.[43] El tótem se hace entonces, depositario de un alma exterior que, de producto lo convierte en creador y como tal, pierde su historia real (consagración). Este es el momento en el que lo generado (el gnomón solar) pierde su historia (ahistórico) se enajena y consagra como generador, apareciéndose ante nosotros como algo extraño (extrañación) al cuerpo que le dio origen. La consagración, es el momento en el que lo producido aparece ingénito y generador del verdadero productor.
7.8.- En el concepto de gnomón solar inorgánico, artificialmente producido y plantado, incluimos al totemismo en general y muy particularmente a los tótems más tempranos, aquellos que solo pudieron constar de un palo o poste con algún pájaro u otro símbolo.
Es que el tótem tiene un origen gnomónico y aunque en la mayoría de los casos se nos presente con figuraciones zoomorfas, es igualmente un cuerpo material e inorgánico, supletorio del cuerpo humano, inicialmente producido para reemplazar al cuerpo en sus funciones de gnomón solar.
FIG. 2. EL REWE COMO REPRODUCCIÓN MATERIAL E INORGÁNICA DEL CUERPO
-MOMENTO ARTIFICIAL- DE LIN LINAO – TRABAJO PROPIO, CC BY-SA 3.0,[44]
Este aspecto gnomónico y técnico, sin embargo, se pierde como historia industrial en la embriaguez de la consagración y se nos aparece como algo extraño a nosotros, convertido en símbolo hiero-lógico que esconde su carácter hiero-gnomónico. Un ejemplo muy revelador de este carácter gnomónico es el del símbolo hiero-gnomónico patagónico, el Rewe mapuche (Fig. 02), el cual se planta aun mirando al Sol en la entrada a la ruka (casa).
7.9.- Teniendo en cuenta de que la máquina es sólo una imitación del hombre, o dicho en términos gnomónicos, la máquina es la sombra hecha por el hombre a su imagen y semejanza, la consagración material, es la gran maquinaria que se inicia con la reproducción total del cuerpo a partir del gnomón solar exterior que como un gran Cuerpo Inorgánico, se comporta cual prótesis, y en tanto prótesis, de ella nos servimos y con ella nos relacionamos e hibridamos como otrora, nos hibridamos con las variantes humanas extintas[45]; aún más, tanto es así, que el propio Sigmund Freud advirtió que el hombre, al fabricar herramientas e instrumentos que prolongan sus sentidos y multiplica sus fuerzas, se ha convertido en «un Dios con prótesis»[46] y en el mismo sentido, Raymond Panikkar[47] afirma que “Toda máquina es antropomorfa”.
7.10.- Por lo visto, podemos decir que estamos inmersos en un “gran tótem protético”, de tabúes propios y direccionados por la técnica, de magnitud tal que nuestra búsqueda de respuesta al interrogante existencial acerca del Ser, la hallamos arrojada ahí. En el ahí de los entes protéticos pensados integralmente, que es donde el Ser, se patentiza.[48]
7.11.- Para expresar esto en términos gnomónicos y con palabras del propio Heidegger, decimos que “El Ser es como la sombra fugitiva de una nube que se extiende sobre el país del ente sin producir el más leve efecto y sin dejar la menor huella”. [49]
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Notas
[1] Calvino, “El cuerpo humano como primer gnomón solar”, ed. cit.
[2] Hegel, Fenomenología del Espíritu, ed. cit., pp. 22 y 120.
[3] Calvino, “Arte paleolítico y gnomónica”, ed. cit.
[4] Calvino, “La gnomónica y el Ser”, ed. cit.
[5] Samaja, Dialéctica de la investigación científica, ed. cit., p. 48.
[6] Ibid., p. 50.
[7] Samaja, “Espitemología y Metodología. Elementos para una teoría de la investigación científica, ed. cit., p. 99.
[8] Leibniz, Monadología y otros, ed. cit., parágrafo 57, p. 39.
[9] Espinosa Durán, “Qué es el Método analógico”, ed. cit.
[10] Pérez Enriquez, “El calendario de Mesoamérica y el factor gnomónico”, ed. cit.
[11] Pineda de Carias, Véliz y Agustia Fasquelle, “Estela D: reloj solar de la plaza del Sol, Parque arqueológico de Copán Ruinas, Honduras”, ed. cit.
[12] Sagan, El mundo y sus demonios, ed. cit., p. 301.
[13] Cortéz Monroy, “El sentido originario de la luz en la alegoría de la caverna de Platón”, ed. cit.
[14] Gonzalez Guardiola, “Cuerpo y sombra, una aproximación fenomenológica”, ed. cit.
[15] Pavani y Castiello, Espacio personal y extrapersonal vinculante a través de las sombras del cuerpo, ed. cit.
[16] Calvino, “La gnomónica y el Ser”.
[17] II Reyes, 20, 8.
[18] Aristófanes, Asamblea de las mujeres, ed. cit., p. 12
[19] Marco Polo, Reino de Lach, ed. cit., p. 124.
[20] Benigar, La Patagonia piensa, ed. cit., p. 93 .
[21] Pablo Diácono, Historia de los longobardos, ed. cit.
[22] Ateneo de Náucratis, Banquete de los eruditos, ed. cit., I, 8b, (PCGV, fr. 117).
[23] Olivares, “Relojes de sol, sombras del pasado”, ed. cit.
[24] Cortez, “El sentido originario de la luz en la alegoría de la caverna de Platón”.
[25] Gómez, Leyendas y consejas del antiguo Yucatán, ed. cit., p. 39.
[26] Canal Frau, Prehistoria de América, ed. cit., p. 318.
[27] Gusinde, Los indios de Tierra del Fuego, ed. cit., p. 575.
[28] Moreno, “Tablas de sombra o reloj de pies”.
[29] Bergson, La evolución creadora, ed. cit., p. 131.
[30] Calvino, “Arte paleolítico y gnomónica”, ed. cit.
[31] Horkheimer y Adorno, Dialéctica del iluminismo, ed. cit., p. 13.
[32] Babini, Ciencia y técnica, p. 12.
[33] García Font, Historia de la ciencia, ed. cit., pp. 51-52.
[34] Ferrater Mora, Diccionario de filosofía, ed. cit., p. 2933.
[35] Fotómetro de Rumford. Museo del IES virtual Cabrera Pinto, sala Luis Cabrera Felipe, (http://www.museocabrerapinto.es/blascabrera/museo-virtual/optica/fotometro-de-rumford).
[36] Heidegger, Ser y tiempo, ed. cit., p. 53.
[37] Jung, El hombre y sus símbolos, ed. cit.
[38] Lizorkin-Eyzenberg, “¿Qué significa la imagen de Dios en hebreo? (Una nota del Dr. Eli)”, ed. cit.
[39] Samaja, Dialéctica de la investigación científica, p. 16.
[40] Samaja, El lado oscuro de la razón, ed. cit., p. 23.
[41] Cortéz Monroy, “El sentido originario de la alegoría de la caverna de Platón”.
[42] Freud, “Tótem y tabú”, ed. cit., p. 108.
[43] Freud, El malestar de la cultura, ed. cit., p. 67.
[44]“Rewe mapuche”, Wikipedia (https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1370421). Consultado 02/09/2018.
[45] Gimenez, “El triunfo del sapiens frente al neandertal”, ed. cit.
[46] Freud, El malestar de la cultura, p. 32.
[47] Panikkar, Técnica y tiempo, ed. cit., p. 47.
[48] Heidegger, Conceptos fundamentales, ed. cit., p. 65.
[49] Ibid., p. 103.