Resumen
En este texto se analiza la “gráfica del 68 en estampillas” a partir de 1965 de la serie preolímpica con dibujos de García, Muñoz y del reconocido artista Diego Rivera, así como la serie más extensa y conocida de Lance Wyman que representa distintos deportes, instalaciones olímpicas y hojas recuerdo para la promoción de las Olimpiadas y que serían apropiadas por el movimiento estudiantil.
Palabras clave: estampillas, estampillas postales, estampillas olímpicas, diseño de estampillas, Wyman, Olimpiadas.
Abstract
In this text we analyze the “graph of the 68 on stamps”, starting from year 1965 with the pre-olympic series with drawings by García, Muñoz and the renowned artist Diego Rivera, and the most extensive and well known series of Lance Wyman representing different sports, olympic facilities and souvenir sheets for the promotion of the Olympics and that will be appropriated by the student movement.
Keywords: stamps, postage stamps, olympic stamps, stamps design, Wyman, Olympics.
Desde la aparición en México de la estampilla en 1856, ésta ha sido un reflejo de acontecimientos históricos y sociopolíticos del país, así como de los movimientos artísticos y de cultura popular entre otros tópicos; imágenes que trascienden la representación y se niegan a desaparecer en nuestros días en coexistencia con el sello en códigos de barras y el correo electrónico.
En este texto se pone especial énfasis en la “gráfica del 68 en estampillas”, a partir de la serie preolímpica con dibujos de Muñoz, García y Diego Rivera, y la serie más extensa y conocida del diseñador Lance Wyman que representa distintos deportes, instalaciones olímpicas y hojas recuerdo para la promoción de las Olimpiadas en nuestro país y otras naciones y, a su vez, ocultar o minimizar el movimiento estudiantil que, no obstante, utilizará estos recursos visuales. Estas imágenes tendrían como contexto otras representaciones estéticas en los campos del arte, el diseño, la arquitectura y el cartel de estos años.
Antes de iniciar con el tema en particular, resulta pertinente realizar una breve retrospectiva sobre el desarrollo de la estampilla en México y destacar algunos aspectos que conciernen a temas y diseños a partir del considerado periodo moderno, que comprende de 1924 a 2006,[1] momento considerado de modernización y posterior al movimiento revolucionario, en el que se exalta el legado prehispánico y los símbolos patrios. También encontramos imágenes alusivas al correo aéreo representadas por aviones sobrevolando paisajes naturales y la ciudad de México; la Modernidad se muestra en infraestructura carretera, ferrocarriles y puentes. Resulta un tanto extraño que hasta 1958 se encuentre presente el tema de la nacionalización de la industria petrolera para conmemorar el XX aniversario.
Simultáneamente se emiten timbres de utilización obligatoria, adicional al porte de correo, como cooperación a campañas en las que encontramos temas de protección a la infancia, información contra el paludismo, pro-alfabetización y, aún vigente, contra la tuberculosis, que, si bien ya no son obligatorias, por sus diseños en hojas completas con diseños variados se han convertido en piezas para coleccionistas. De 1928 a 1947 se emiten las de ahorro postal para adherirlas en tarjetas y canjearlas una vez llenas, con la finalidad de fomentar el ahorro.
Un caso muy particular es el de Francisco Eppens, muralista, pintor, escultor y autor de obra gráfica entre la que destaca su trabajo en el diseño de estampillas, gran maestro en técnicas de aerógrafo, lápiz y tinta, que a partir de 1935 trabajó en los Talleres de Impresión de Estampillas y Valores (TIEV) de la Secretaría de Hacienda donde permaneció durante 22 años, dejando su legado en más de cien emisiones de timbres, tanto postales como fiscales de distintos temas: desde temas revolucionarios, hasta influencias de las vanguardias europeas, pero sin alejarse del nacionalismo. Eduardo Barajas director general del Museo de Filatelia de Oaxaca, menciona que los diseños de Eppens “[…] son un testimonio visual de aquella necesidad del Estado por consolidar una nación moderna”.
Arquitectura en estampillas
Desde principios del siglo XX, la arquitectura ha tenido presencia en las estampillas. Es en 1915 cuando se muestra el Palacio Postal, obra inaugurada por Porfirio Díaz en 1907, precisamente por la importancia y crecimiento del servicio postal. Otras obras que han sido recurrentes en las estampillas son el Monumento a la Revolución y el Palacio de Bellas Artes, entre otras, así como fundaciones de ciudades.
También destacan series permanentes como la de Arquitectura y Arqueología a partir de 1950 que se mantiene hasta 1975 aproximadamente, en las que ya se incorporan edificios de arquitectura moderna, entre las que se pueden mencionar la Escuela Nacional de Maestros y el Conservatorio Nacional de Música, obras del arquitecto Mario Pani; así como el Estadio Universitario del arquitecto Augusto Pérez Palacios o el Edificio del Seguro Social de Carlos Obregón Santacilia (sería interesante mencionar que el diseño de la estampilla es de Eppens y el dibujo original es un dibujo de su autoría en técnica de aerógrafo, que parece realizado en un programa de computación actual). Estos ejemplos de los años cuarenta y cincuenta son una muestra representativa del funcionalismo en México.
Los años sesenta, que es la década que nos ocupa, inicia con estampillas conmemorativas, símbolos patrios por el 50 aniversario de la Revolución Mexicana y los logros mostrados en las series Reforma Agraria, Salud, Educación y Trabajo, Electrificación, Presas e Industria Petrolera, entre otras. También la inauguración del ferrocarril Chihuahua-Pacífico en 1961.
A partir de 1965, con el timbre “Año de la cooperación internacional” se incluye el nombre del autor del diseño del timbre, pues la única excepción hasta este momento era la firma de Eppens que aparecía en algunos de sus trabajos. También en el pie de imprenta aparecen las siglas T.I.E.V., y aunque ya aparece el nombre del diseñador, todavía es poco conocido y valorado su trabajo en este campo.
Serie preolímpica y olímpica
También en 1965 se emite la primera serie preolímpica anunciando la XIX Olimpiada de México y consta de cinco estampillas con valores que van de 20 centavos a 2 pesos en distintos tamaños, así como “hojas recuerdo” con el texto “XIX Juegos Olímpicos 1968” y los aros olímpicos. Toda la serie tiene características muy similares en su diseño como si se tratara de un solo autor, aunque se encuentran firmadas por R. Muñoz y R. García (sus firmas no aparecen en otras emisiones y tampoco se han encontrado referencias a otros trabajos de estos autores). Las imágenes de las estampillas representan distintas figuras prehispánicas representando personajes en posiciones activas; de García, un guerrero con honda y un corredor en posición de salida; y de Muñoz, un disco con un jugador de pelota al centro, una pieza con jugadores de pelota y espectadores y un guerrero sosteniendo una barra.
La segunda serie preolímpica es de1966 y está firmada por el artista Diego Rivera y consiste en cuatro estampillas horizontales de 24 x 40 mm y 24 x 60 mm y una hoja recuerdo. Los dibujos están elaborados en tinta de líneas muy finas y representan: la carrera de obstáculos, la lucha libre, el encendido de la antorcha olímpica y el fútbol americano (lo cual es una rareza ya que no es deporte olímpico). En la tercera serie preolímpica del año 1967 es la primera ocasión en que nos topamos con el nombre de Lance Wyman en estampillas y hojas recuerdo con un diseño totalmente diferente a las series anteriores y que será el más difundido y reconocido como parte de la gráfica de las Olimpiadas. El primer cambio observado es el uso de colores brillantes de fondo en azul, rojo, verde, violeta, naranja y amarillo, así como el texto “México 68” en blanco en la parte superior derecha con la tipografía propuesta para el evento y, como contraste, una sucesión de figuras en negro en una acertada síntesis formal representando inicialmente: canotaje, baloncesto, hockey, ciclismo, esgrima, clavados, maratón, levantamiento de pesas y futbol.
Como continuación del diseño previo, en 1968 se emite la cuarta serie con otros colores de fondo y otros deportes. En esta ocasión corresponden a lucha, el pentatlón moderno, waterpolo, gimnasia, boxeo y tiro olímpico. Estas estampillas también en la modalidad “hoja recuerdo” se seguirían emitiendo durante todo el año, añadiendo nuevos deportes: “Estas composiciones horizontales transitaban libremente entre los cortes de cada estampilla, haciendo una especie de loop interminable. Así pues, las siluetas de los ciclistas, maratonistas, clavadistas, etc., recorrían largas tiras de timbres postales mostrando el optimismo olímpico con los colores brillantes característicos de la década de 1960”.[2]
En un impasse encontramos una estampilla del mismo Wyman, en memoria a Martin Luther King hijo, con motivo de su asesinato en el mismo año, compuesto en tonos oscuros y con la paloma de la paz en blanco, composición en la que se observa la influencia de los carteles del pop art. En las estampillas de Wyman con motivo de la XIX Olimpiada también vamos a encontrar otros elementos como son: un mapa de México, la paloma de la paz, emblema de México 68, y el símbolo del fuego olímpico sobre la pirámide del sol de Teotihuacán que se encuentra plasmada como una excepción, pues la estampilla del emblema del programa cultural de la Olimpiada es en blanco y negro, por lo que se trata de una reducción del programa original y la añadida autoría de Wyman y Eduardo Terrazas.
También incorpora el tema de la arquitectura mostrando algunas de las sedes: el estadio de Ciudad Universitaria, la Torre de Microondas de la Secretaría de Comunicaciones y el Palacio de los Deportes. En estas estampillas se mantiene el uso de los colores y los edificios aparecen al centro en tonos oscuros, además de que el fondo se maneja con líneas de otros colores muy al estilo op art y el texto “México 68” aparece en la parte inferior en colores contrastantes. Por ello, destaca por su diseño y proporción entre otras cualidades, la del Palacio de los Deportes, de 40 x 48 mm. Y aunque predominan tonos color rosa en las líneas, para la cubierta del Palacio de los Deportes se utilizó una pintura cobrizada con la intención de resaltar el material real de la obra.
En emisiones posteriores encontramos el discóbolo de Mirón (escultura griega que representa a un atleta en un instante anterior al lanzamiento del disco), anverso y reverso de las medallas olímpicas en formato vertical y más grande emblema de los 19 deportes oficiales, de la villa olímpica, así como del cartel de los Juegos Olímpicos México 68, que también se incorporaron en hojas recuerdo.
De 1968 existen tres imágenes de estampillas del pintor Carlos Mérida con el texto “XIX Olimpiada 68 – Aéreo México”, sin embargo, no aparecen en los catálogos de timbres mexicanos y al no contener tampoco los pies de imprenta oficiales, me inclino a pensar que sólo se mantuvieron como propuesta (los dibujos en formato de 15 x 15 cm. se encuentran en el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles (LACMA) de la ciudad de Los Ángeles, E.U.) y no llegaron a emitirse.
Tendencias de arte y diseño en los sesentas
El pop art se desarrolló principalmente en la década de los sesenta e introduce objetos cotidianos reproducidos con fidelidad de gran colorido y optimismo que transgrede los valores de las vanguardias, criticando o reflejando la sociedad de consumo y la cultura popular. Se manifiesta lo mismo en arte que en publicidad, moda y cine; también encontramos objetos de diseño principalmente en Italia en la corriente conocida como anti-diseño, en paralelo y como contrapunto también tiene mucha presencia el arte óptico (op art) que precisamente tiene como tema el fenómeno visual con influencia de las teorías de la percepción.
En el campo del diseño gráfico estas dos corrientes pop art y op art se verán reflejadas en los carteles, desde los de publicidad o los de temas políticos, dentro de los que es representativo de esta fusión el cartel de Bob Dylan del diseñador Milton Glaser del año 1967. Y, luego, por otra parte, el diseño corporativo consolidado a través de marcas, de cuyos diseños ya para los años sesenta, se puede decir en palabras de Philip Meggs: “El Estilo Tipográfico Internacional, fomentaba la idea de sistemas completos de diseño. La planificación completa para grandes organizaciones o grandes eventos no solamente era funcional y deseable, sino necesaria”.[3]
De acuerdo con lo anterior, el autor menciona que esto es particularmente apropiado en eventos internacionales como exposiciones universales o las Olimpiadas, donde la gran asistencia de público de diversas naciones (por tanto, multilingüe) debe contar con información accesible y por ello destaca como buen ejemplo, al igual que otros autores que abordan el diseño gráfico, el programa de diseño para la XIX Olimpiada de 1968, enfatizando el diseño de los pictogramas.
En estos años también se realizaron distintos experimentos acerca de la comprensión del mensaje, algunos realizados con distintos usuarios y otros basados en la teoría de la percepción derivada de la psicología de la forma (Gestalt) que plantea la hipótesis que de este tipo de comunicación gráfica que deriva en símbolos simplificados, deberían ser más fácilmente reconocibles desde lejos que los más realistas o los que contienen muchos detalles.[4]
Equipo y concepto de diseño en las Olimpiadas
El arquitecto Pedro Ramírez Vázquez fue el responsable de la organización de la XIX Olimpiada, —la primera en América Latina—. Ante el reto mayúsculo y ante la limitación de los recursos, el arquitecto apostó a una imagen integral y creativa, para lo cual, integró un equipo internacional de diseño en el que destacó el diseñador estadounidense Lance Wyman que contó con el invaluable apoyo de Jesús Vírchez. Como parte visible del equipo, estaban Eduardo Terrazas en diseño urbano, Beatrice Trueblood en publicaciones olímpicas, Beatrice Cole en diseño industrial, en el equipo de cultura Mathias Goeritz y Manuel Villazón al frente de los estudiantes de diseño. Se menciona que el equipo estaba conformado por alrededor de 250 integrantes. Es importante señalar que los alumnos y profesores eran principalmente de la carrera de diseño industrial de la Universidad Iberoamericana (en esta universidad se funda la primera carrera de diseño industrial en 1963).
El sistema de diseño para las Olimpiadas incluyó los pictogramas de cada deporte, los carteles, los boletos, los uniformes de edecanes, módulos informativos, programas para los eventos culturales, globos, y estampillas postales, entre otras aplicaciones. El concepto gráfico ha sido ampliamente difundido, tanto por los autores como por distintas publicaciones de diseño y coinciden en señalar elementos de la identidad mexicana, desde piezas prehispánicas, hasta la cultura huichol, que fueron combinados con el arte óptico en boga en ese momento. Wyman menciona que fue uno de los primeros sistemas combinados de identificación y señalización que expresaban una sensación de lugar.
Lance Wyman
El logo fue el punto de partida para todo el programa de diseño, que incluyó el alfabeto compuesto por tres bandas de tipografía —la cuales se siguen utilizando hasta la fecha para destacar, lo mismo eventos deportivos, que movimientos de protesta—. Su autoría no ha estado exenta de polémica, Wyman declara enfático que él lo diseñó, mientras que otros integrantes del equipo mencionan que la idea original es del arquitecto Ramírez Vázquez. En consecuencia, en el año 2017 esta cuestión salió nuevamente a la luz en la prensa debido a declaraciones de Pedro Ramírez Campuzano (hijo del arquitecto) y de Beatrice Trueblood, en las que afirma que el autor de dicho diseño es Pedro Ramírez Vázquez. Y, aunque la polémica continúa, lo que Wyman menciona en su libro suele ser más relevante que las discusiones circundantes, pues dice: “aclarar la autoría es importante para mí en lo personal, pero lo más importante es que creamos un programa exitoso como equipo”.
Así, podríamos afirmar que su trabajo ha trascendido y que la organización de los Juegos Olímpicos de 1968 imprimió un fuerte impulso al diseño nacional. Desde entonces Wyman ha continuado su trabajo en México diseñando estampillas y otros proyectos como el sistema gráfico del Metro, logos de distintas empresas e instituciones, y, actualmente, el diseño de los pictogramas de la línea 7 del Metrobús.
La gráfica del 68 en estampillas ha sido un hito tanto en el diseño gráfico nacional, como en la historia de la filatelia. Las estampillas de Wyman y su presencia ha sido tan enérgica y vigente, que en 2017 los artistas Plinio Ávila y Emilio Chapela, bajo el personaje ficticio de Humberto Márquez, retomaron la idea de la apropiación popular de este diseño oficial, con un lenguaje prácticamente idéntico. La serie de timbres preolímpicos de Wyman es retomada con elementos del clima político y social de 1968 que no ha perdido ni vigencia ni continuidad hasta la fecha.[5]
No podemos concluir sin hacer mención que, de fondo, se encontraba un movimiento estudiantil que buscaba más libertades, incluyendo de manera literal, la libertad de los presos políticos. Un movimiento que se iba intensificando y visibilizando en marchas y protestas, movimiento en el que la expresión gráfica fue la apropiación de la gráfica oficial para convertirla en protesta. Respecto a esto, Víctor Muñoz menciona que “[…] la gráfica del 68 fue una respuesta de los estudiantes frente al férreo control de los medios realizado por el régimen […] Es una gráfica urgente, crítica y libre, realizada con los medios al alcance” y, más adelante menciona que el referente de esta gráfica se tendría que buscar en la gráfica popular mexicana, además de la tradición de la caricatura política en México. También refiere a la idea de que los realizadores de esta gráfica fueron en su mayoría estudiantes y que no se puede dejar de mencionar que días antes de la inauguración de los Juegos olímpicos, el 2 de octubre de 1968, cientos de estudiantes fueron asesinados en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.
Bibliografía
- Aicher Otl y Krampen Martin, Sistema de signos en la comunicación visual, Madrid, Ediciones G. Gilli, 1995.
- Fernández Silvia y Bonsiepe Gui, Historia del diseño en América latina y el Caribe, Brasil, Editora Blücher, 2008.
- Fernández T., Carlos, Catálogo filatélico. Timbres mexicanos 1856-2008, México, CFTmex, 2008.
- García L., Dulce, “Las estampillas en México” en Graf 30 Así somos en diseño. Propuestas estéticas de una tradición visual, México, Universidad Anahuac-Red de Universidades Anáhuac, 2010.
- Lance Wyman, México, MUAC-RM, 2014.
- Meggs, Philip, Historia del Diseño Gráfico, México, Editorial Trillas, 2005.
- Muñoz, Víctor, “Las dos aguas de un río. Gráfica civil y diseño gráfico en 1968”, Espacio diseño, Boletín mensual de la División de Ciencias y Artes para el Diseño de la UAM Xochimilco, número 170, septiembre 2008.
- Sin autor, Mensajeros del México Moderno: Timbres postales y fiscales de Francisco Eppens en los TIEV, México, Museo de la Filatelia de Oaxaca, 2009.
- Solano Rojas, Aldo, “Wyman actualizado, la reinvención de México 68”, en: https://coolhuntermx.com/wyman-mexico-68-reinterpretado/. Consultado el 28 de enero de 2017.
Notas
[1] Carlos Fernández, propone una cronología de 4 periodos que van de su aparición en México en 1856 y el último corresponde al presente siglo.
[2] Solano Rojas, Wyman actualizado, la reinvención de México 68, ed. cit.
[3] Meggs, Historia del Diseño Gráfico, ed. cit.
[4] Para más información al respecto, véase el libro de Aicher y Krampen: Sistema de signos en la comunicación visual, ed. cit., en el Capítulo V: Pictogramas y acontecimientos de masas.
5 Solano Rojas, op cit.