Revista de filosofía

Homo sapiens y gnomónico

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De la práctica gnomónica como comportamiento moderno

Parte II

 

FIG. 01. EL CUERPO HUMANO COMO GNOMÓN SOLAR. (FOTOGRAFÍA DE GÉZA MARTON)

Resumen

Jugar y valerse de la propia sombra solar para saber del tiempo y orientarse en el espacio, ha sido una práctica tan antigua como la propia especie, en tanto que como comportamiento, resulta ser exclusivo del humano moderno porque no hay evidencia que haga sospechar siquiera, que la gnomónica fuera conocida por alguna otra variante humana extinta. En consecuencia, desde esta nueva perspectiva, nos proponemos fundamentar que la práctica gnomónica, es un temprano comportamiento, peculiar y excluyente del llamado humano moderno. Para este propósito, en la primera parte del artículo presentamos el método mediante el cual abordamos el estudio, también algunos contenidos, y en la segunda parte, se exponen las hipótesis y conclusiones que llevan al Homo sapiens y gnomónico.

Palabras clave: moderno, homo, gracilidad, gnomónica, dialéctica, mónada.

 

Abstract

Playing and using the sun’s own shade to know about time and to orient oneself in space has been a practice as old as the species itself, while as behavior, it turns out to be exclusive of the modern human because there is no evidence to even suspect, that the gnomonic was known by some other extinct human variant. From this new perspective, we propose to that the gnomonic practice, is an early behavior, peculiar and exclusive of the modern human call. In the first part of the article we present the method with which we approach the study, also some contents, and in the second part, we expose the hypotheses and conclusions that lead to Homo sapiens and gnomonic.

Keywords: modern, homo, gracility, gnomonic, dialectic, monad.

 

8.- Hipótesis gnomónicas

Desde la perspectiva gnomónica se aprecia que la evolución filogenética del género homo, alcanza su total consumación como gnomón solar zoológico, vertical y ambulante, luego de optimizar la verticalidad y gracilidad del cuerpo (Fig. 01), concomitantemente con el notorio desarrollo del parietal en general  y dentro del parietal, por la singularización específica del precúneo (área 7 de Brodmann); características estas, que son indudable y excluyentemente de nuestro linaje humano y no se verifican compartidas por ninguna otra especie animal ni variante humana extinta.[1]

8.1.- Hipótesis 1

Estas verificaciones hacen sospechar que el desarrollo tan particular y diferenciado del parietal y precúneo en nuestra especie, pudieron haberse desarrollado como resultado epigenético quizás, de la experimentación y uso instrumental del propio cuerpo en general, y muy particularmente, por las estresantes exigencias en pos de posturas espaciotemporales, a que se pudieron someter los cuerpos durante gran parte del Paleolítico, a los efectos de lograr una espigada verticalidad con el objeto de producir sombras suficientemente rectas, confiables y medibles, al momento de orientarse en el espacio y el tiempo.

8.2.- Hipótesis 2

El llamado hombre moderno, es el único del género homo, que excluyentemente conoció el gnomón solar y practicó la disciplina gnomónica, primero con el compromiso del propio cuerpo como instrumento, y más tarde, con el uso de gnomones solares exteriores, que sembraron de evidencia material todo sitio de asentamiento humano.

8.3.- Hipótesis 3

El ser humano se habría convertido en el único ente que se interroga por el Ser, a partir de haberse reproducido de cuerpo entero e inorgánicamente identificado, en un palo donde al verse a/sí, fuera de/sí como diferente, se preguntó por el ser que él era, y por el del objeto.

 

9.- Discusión de las hipótesis gnomónicas

La definición de «Homo sapiens moderno» no cuenta con una línea divisoria anatómicamente clara ni tampoco con un modelo humano específico al cual referirnos. Ocurre por ejemplo, que cuando comparamos al Homo sapiens con el Homo neandertalensis o con cualquier primate, no hallamos diferencias sustantivas que nos permitan referirnos taxativamente a los comportamientos específicamente modernos, sin que debamos admitir que en ciertos grados, por lo menos, alguna otra especie puede compartir.

Frente a estas limitaciones y a la luz de las evidencias halladas en la casi totalidad de los sitios arqueológicos, vemos que la práctica gnomónica como silenciosa relación del hombre con la omnipresencia del Sol, se abre paso cual comportamiento excluyentemente moderno que traza una clara línea divisoria a partir de comprobarse que nuestro linaje, desde los más remotos orígenes, ha sido el único que además de jugar con la sombra, la estudió y utilizó para orientarse en el tiempo y el espacio, tal como se verifica en todo sitio donde el humano moderno supo pisar.

Pero este comportamiento, por ser de evidencias materiales tardías, y no contar con señales tangibles que prueben su práctica sin otra herramienta que el compromiso instrumental del cuerpo en tiempos anteriores a los últimos 15.000 años, no suele aparecer como marcador evolutivo. Es que los primeros gnomones plantados en el suelo, son de finales del paleolítico superior, de modo que con anterioridad a este período de la prehistoria, no hay prueba material directa en su favor, por lo que solo el estudio atento del arte, los mitos y las evidencias materiales, pueden probar de manera indirecta aunque contundentemente, el uso del cuerpo como primer instrumento, particularmente gnomónico y unidad de medida.

En el arte paleolítico por ejemplo, encontramos que la pintura rupestre del pozo de la cueva de Lascaux, abona las hipótesis gnomónicas en tanto se interprete que la figura del hombre tumbado, posicionado espacialmente en segundo lugar, significa el momento prehistórico en el que el gnomón solar humano con cabeza de pájaro, cede paso hacia la ocupación del primer plano, al palo o vara gnomónica simbolizado con un ave en la cumbre (gnomón tótem). De esta forma el uso del cuerpo, representado en segunda línea pictórica, queda eclipsado por la vara gnomónica puesta en primera línea.

FIG. 02. ESCENA DEL POZO DE LA CUEVA DE LASCAUX

Esta escena (Fig. 02), estimada en 17.000 años o más de antigüedad, nos habla del temprano paso y desdoblamiento del gnomón solar humano (hasta ese momento instrumentado en el cuerpo anatómico), al gnomón solar inorgánico representado con un palo verticalmente plantado y con un ave en su cumbre. Luego de lo cual, se instala el palo gnomónico.

Esta hipótesis nos permite inferir categóricamente, que la práctica gnomónica durante los miles de años anteriores, se practicó con el propio cuerpo y que luego, ese cuerpo humano-gnomón cae (cancelación), superado por el gnomón material inorgánico. No obstante, el miembro viril erecto del humano tendido, nos estaría indicando que este hombre no ha muerto, solo está cancelado y conservado tras la superación técnica.

En el supuesto de que el hombre tumbado haya sido herido por el bisonte, aspecto que se discute, ese hombre habría perdido su condición de gnomón solar debido a que no puede erguirse rectamente para producir y direccionar las sombras, lo cual sugiere que hacerlo con un palo en su reemplazo, puede ser lo aconsejable. Es decir que la pintura, de alguna manera opera didácticamente ante los riesgos a que estaban expuestos los cuerpos, catalizando y obrando en favor del proceso sustitutivo y uso del palo gnomónico en lugar del propio cuerpo; no obstante hay que señalar que entre los investigadores del arte rupestre, no hay completo acuerdo de que el bisonte sea parte de la escena humana, sino que algunos sostienen que el animal habría sido pintado en otra época, ante lo cual, igualmente nuestra interpretación permanece intacta.

Hasta ese momento, la figura humana es casi inexistente en las pinturas rupestres, precisamente porque quien pinta, no pinta la instrumentación de que se vale (cuerpo y pincel), en todo caso y solo al comienzo, por la inocultable evidencia, pintaron sus manos, pero no se pintaron exteriormente de cuerpo entero. Con la instrumentación (cuerpo y pincel) que pintaron las rocas, supieron reflejar lo que vieron afuera, mas no representaron la instrumentalidad misma (cuerpo y pincel).

El cuerpo fue el instrumento de caza, recolección, defensa, divertimento y goce que por inmediato, no se ve a/sí mismo, de modo que en primera instancia, el humano al no saber de su figura, se asombra y sorprende cuando expuesto a la incidencia de la luz solar, se ve en la sombra producida e indisolublemente ligada a su cuerpo.

Esto provocó la admiración que necesariamente despertó la curiosidad, y nos condujo a intentar saber más de las sombras clavando un palo en reemplazo del cuerpo.

Como ya hemos dicho, la admiración y curiosidad en general, fue donde Platón, situó el origen de la filosofía y Aristóteles por su parte, ese origen lo particularizó en la admiración y curiosidad despertada por el Sol, la Luna, los solsticios y las diagonales; es decir, por la admiración y curiosidad frente a fenómenos de orden estrictamente gnomónicos, acompañados a veces por diagonales de sombras, como es el caso de los solsticios. Diagonales que en general y más allá de lo gnomónico, le hizo decir al propio Aristóteles que “de nada se admiraría tanto un geómetra, como de que la diagonal fuere conmensurable”.[2] Recordemos que esta preocupación del estagirita, se debía al hecho de que los pitagóricos ya conocían la existencia de números inconmensurables, para los que no hallaron solución ni sabían porque su cociente no daba resultados enteros. Por tal razón insistimos en que desde este punto de vista aristotélico, y permitiéndonos desbordar por un instante el propósito del presente trabajo, se puede afirmar que la filosofía, tiene origen gnomónico.

Otro aporte en favor del uso del cuerpo como instrumento gnomónico, se puede hallar en el estudio del posible origen antropométrico y gnomónico de las expresiones fraccionarias y el uso de sogas con nudos en el Antiguo Egipto.[3]

Las hipótesis gnomónicas se fundan en el hecho de que todo resultado último (ulterioridad) es la consecuencia necesaria y fundamento de una historia (anterioridad) muchas veces no percibida con las luces de la época o la encandilada mirada, y que para hallar la actividad que la produjo, hay que ahondar y buscar, detrás o al costado de cada aspecto biológico consumado y de cada objeto producido.

Al respecto, debemos señalar que como ulterioridad biológica, debemos prestarle especial atención al precúneo y área parietal superior del cráneo, principalmente en relación con las capacidades espaciotemporales, que es justamente donde se apoyan las actividades prácticas de la gnomónica. El precúneo, sin duda es clave en la evolución cerebral del Homo sapiens[4] y no solo marcaría nuestra evolución, sino que también podría estar señalando sus límites biológicos, ya que en tanto es la principal diferencia con otros primates, simultáneamente en su metabolismo, se manifiestan las fases tempranas de la enfermedad de Alzheimer, las cuales de alguna manera, sugieren que el agrandamiento de estas zonas confiere vulnerabilidad a la neurodegeneración.[5]

Luego las pinturas rupestres, que como hemos visto en el caso del pozo de Lascaux, nos dan una pista en torno al uso del cuerpo como instrumento oculto, no por lo que ellas muestran, es decir, no porque ellas explicitasen el ocultamiento, sino precisamente por aquello que en las obras del arte paleolítico no quedó, o quedó escasamente reflejado; y curiosamente, es la figura humana de cuerpo entero lo que permanece oculto y solo aparece tardíamente en el arte rupestre.

Dijimos que desde la mirada gnomónica, la ausencia de la figura humana completa durante el paleolítico, nos indica que quien pintaba, pintaba lo que veía afuera, lo que aparecía como exterior a su cuerpo. El artista no veía ni pintaba enteramente su instrumento (cuerpo) porque no estaba afuera y no fue su objeto, de modo que como ya señalamos anteriormente, se vio y pintó parcialmente a través de sus manos, pero no se vio de cuerpo entero hasta que decidió reproducirse material y exteriormente con un palo ahí…, luego de lo cual, se pintó como se veía afuera, como un palo gnomónico ahí… y ese palo pintado, fue el modelo exterior y significante de su cuerpo; la imagen corporal cede paso a la significación y al símbolo. El palo gnomónico se hizo tótem, poste, rewe, chemamüll o menhir y estela gnomónica antropomorfa, de tal manera que detrás de cada una de estas manifestaciones, se oculta una anterior. Detrás de la estela antropomorfa, subyace un menhir de piedra, luego y detrás de este, un anterior gnomon solar de madera y más atrás aún, hay un cuerpo humano que funcionó como inevitable primer instrumento y medida de todas las cosas —“homo omnium rerum mensura est” (Protágoras)—.

El por qué, la práctica gnomónica en el humano moderno es un comportamiento diferenciador y excluyente, hay que buscarlo entonces, en la proyección evolutiva de nuestro linaje, que además de usar el cuerpo como instrumento universal de caza, pesca, divertimento, goce y recolección de frutos, también supo valerse de él, para producir sombras direccionadas y dimensionadas a voluntad, a la manera de un GPS arcaico.

 

10.- Inferencias gnomónicas

Como resultado directo de la aplicación de la mirada gnomónica se infiere que:

10.1.- Con anterioridad a los diferentes tipos de gnomones solares hallados en la casi totalidad de sitios arqueológicos, a saber: postes, tótems, obeliscos, menhires o estelas etc., los gnomones utilizados, fueron inevitablemente, los propios cuerpos.

Corolarios

10.1.1.- El cuerpo humano ha sido el primer instrumento gnomónico y la estatura, la primer unidad de medida de la longitud de las sombras.

10.1.2.- Detrás de cada gnomón solar subyace un cuerpo humano que le dio origen.

10.2- El tótem es de origen gnomónico, aunque el tabú a él ligado indisolublemente desde su aparición, es anterior. Hay evidencias de que la exogamia como tabú, es anterior e independiente al tótem, pues los neandertales, que no conocieron el gnomón solar, con mucha anterioridad ya habrían evitado intencionalmente la endogamia para favorecer la diversidad.[6] Es la práctica gnomónica el adhesivo que habría fijado el tabú al tótem. Este dato, lejos de parecer incoherente, no hace más que reforzar la teoría de que el primer gnomón solar ha sido el propio cuerpo humano, ya que al ser el tabú (exogamia) anterior a la aparición del gnomón solar plantado en el suelo por el humano moderno, debemos suponer que el tabú, en lugar de estar asociado al gnomón solar inorgánico y al tótem, con anterioridad lo habría estado en unidad gnomónica primigenia[7] con el cuerpo humano como instrumento y en su calidad de antecesor del gnomón solar exterior e inorgánico, que tardíamente deviene con el Homo sapiens del paleolítico superior.

10.3.- Las abundantes y tardías evidencias materiales, aproximadamente producidas en los últimos 15.000 años de nuestra especie, se encuentran espacialmente dispersas por todo el mundo y representan la ulterioridad manifiesta que fundamenta una anterioridad encubierta y temporalmente muy dilatada, de la práctica gnomónica llevada a cabo con el cuerpo propio como primer instrumento y unidad de medida, hasta fines del paleolítico superior.

10.4.- La consumación total del hombre moderno como gnomon zoológico, vertical y ambulante, ha sido consecuencia directa de la adaptación al medio ambiente intertropical, donde la omnipresencia del Sol y las proyecciones de sombras muy variables, (Shuit o Jaibit o Sheut) que en la prehistoria eran interpretadas como propias de la identidad, hicieron que a través del juego y posterior aprovechamiento para orientarse en el tiempo y el espacio, se vieran exigidos a perfeccionarse en posturas corporales, cada vez más rectas y oblongas.

10.5.- La reproducción material y no biológica del cuerpo en forma de gnomón solar exterior, exigió a su vez del humano moderno, un esfuerzo reflexivo por el cual discernir acerca de la identidad y diferencias entre su propio cuerpo anatómico y aquel que hizo material y exteriormente con sus manos y veía frente a él.

Ese esfuerzo reflexivo en el contexto de los fenómenos gnomónicos experimentados, es lo que habría sido la base y origen del filosofar y el interrogarse por el Ser.

 

11.- Comentarios generales

11.1.- No corrieron la misma suerte los neandertalensis, aunque en ellos también se verifique un alto índice de encefalización, lenguaje posiblemente articulado y mirada frontal, asociada a hábiles manos prensiles (posiblemente con menor motricidad fina).

La relación del neandertal con el Sol no ha sido la misma que la del hombre moderno y prueba de ello es que no ha dejado evidencia gnomónica alguna.

La diferenciación entre ambas variantes humanas, se corresponde perfectamente con la diferencia que se verifica entre los índices de variabilidad de sombras intertropicales por el lado sapiens, y las subpolares por el lado neandertalensis.

11.2.- Estas observaciones puestas en evidencia desde la mirada gnomónica, nos permiten afirmar que “las diferentes circunstancias derivadas de los diferentes posicionamientos relativos del Sol e intensidades verificadas a diferentes latitudes geográficas, pudieron producir diferentes epigenomas y derivar en consecuencia en los diferentes tipos humanos neandertales y sapiens”;[8] ante lo cual, dejamos abierta la posibilidad de que puedan hallarse fundamentos suficientes como para poder hablar incluso, de un -Homo “sapiens” neandertalensis– no gnomónico.

11.3.- Para consumarse como gnomon animal, los cuerpos del humano moderno, tras las prácticas como gnomon solar, debieron estructurarse sobre una osamenta verticalmente recta, delgada y crecientemente grácil, que influyó a su vez en la evolución de la estructura interna de los huesos, mientras que los neandertales no lo necesitaron y desarrollaron en cambio, unos cuerpos más grandes y resistentes al frío, con huesos más gruesos, que les permitió transportar su mayor peso relativo. Luego, esa resistencia y peso relativo del Homo neandertalensis, asociados a las altas latitudes geográficas, le impidió convertirse en un antropo gnomón, grácil y rectamente vertical que por otro lado, nunca estuvo en sus propósitos ni en las exigencias del medio ambiente.

HOMONEADERTALENSIS, RECOSNTRUCCION POR ELISABETH DAYNES

11.4.- De esa manera, como un juego con la propia sombra al principio, y un desafío y saber a fines del paleolítico, el humano moderno se consuma cual simultáneo experimentador e instrumento gnomónico, hasta que decide ver su sombra exteriorizada en un palo o lanza, y así desdobla su cuerpo y se distancia de la experimentación.

11.5.- La tercera inferencia que surge de esta mirada gnomónica, es que –el gnomón solar  humano se reproduce a/sí mismo– y en este sentido, es el único capaz de reproducirse a/sí, fuera de/sí, como gnomon exterior y material arrojado y no biológico, que se instala y convierte en prótesis y con ello da comienzo a una inevitable relación dialéctica junto con la progresiva hibridación con la técnica, en la que el sujeto se toma a/sí, como su propio objeto, en tanto que a través de la exterioridad del  gnomon (material), se vincula con el cosmos de una manera tan peculiar, que el sujeto trasciende a su propia anatomía y toma al cuerpo material, no biológico y protético, (hecho con sus propias manos), como el fiel representante de esa trascendencia (hiero-gnomónica), la cual por otro lado, se refleja a sus pies, mediante un complejo viborear de sombras gnomónicas.[9]

11.6.- Así el sujeto humano, (gnomón material mediante), se descubre en/otro (otredad), en tanto que a sus pies, en el suelo que pisa, gracias a la interpretación del lenguaje de las sombras, ve el cielo dibujado mediante serpenteantes sombras rastreras, que cual culebras se mueven cobrando formas y longitudes diversas en cuadrantes solares y calendarios.

El gnomón solar puso el cielo a los pies del humano moderno. La práctica gnomónica le invirtió al hombre moderno, tanto su mirada, como la propia interpretación cosmológica, pues al traer el cielo a sus pies, con ellos lo pisó, y con su cabeza, copernicanamente caminó los misterios cosmológicos.

11.7.- Como última y más importante hipótesis, desde esta perspectiva, surge que la práctica de la gnomónica con el compromiso instrumental del cuerpo, es un comportamiento excluyentemente moderno, no compartido por ninguna otra especie animal ni variante humana extinta.

 

12.- Comportamientos del humano moderno

El “comportamiento moderno” ha sido asociado con los fósiles de humanos anatómicamente modernos (HAM) y equivocadamente se pensaba que había surgido tardía y repentinamente hace unos 40 ka, porque así lo indicaba el registro arqueológico del Paleolítico Superior europeo. Pero nuevos descubrimientos revelaron que tanto el HAM como el llamado “comportamiento moderno”, es el resultado de un desarrollo  gradual que tuvo lugar en África durante los últimos 300 ka, es decir, desde la misma aparición del llamado humano moderno y que además, el registro arqueológico de los últimos neandertales, al igual que los humanos modernos, también incluyen enterramientos, uso de pigmentos, enmangados, ornamentación personal y otras manifestaciones “modernas”.[10]

Esta gradualidad y comportamiento similar verificado entre los neandertales, hace sospechar que los llamados “comportamientos modernos”, nos acompañaron desde los albores de nuestro linaje y que las diferencias observadas, fundamentalmente la práctica gnomónica con el propio cuerpo, pudieron responder al inmediato y persistente contacto con el Sol, impuesto por el ambiente intertropical. De modo que las diferencias anatómicas de neandertales y modernos, como así también los comportamientos, parecen correlacionarse directamente con las diferencias en el módulo de incidencia solar dependiente de la latitud del lugar y la variabilidad de sombras.

Mientras el humano moderno de morfología oblonga y grácil que hubo surgido en la zona intertropical de África, dejó evidencias de la práctica gnomónica y contacto directo con el Sol, los neandertalensis en cambio, en sus clásicas formas solo reflejan una adaptación al clima frío de las altas latitudes pero ninguna evidencia de relación con el Sol.[11]

Hoy se sabe que el Paleolítico superior inicial de Europa, fue el producto de poblaciones neandertales preexistentes a la inmigración de los humanos anatómicamente modernos, esto sugiere la posibilidad de una adquisición independiente y equidistante de los comportamientos modernos y que a su vez, los humanos modernos se hayan visto favorecidos por el contacto cultural y hasta genético entre estas dos poblaciones humanas.

Recordemos que nuestra especie proviene de un ancestro común con los neandertales y posiblemente también con los denisovanos y que el cruzamiento ha dado descendencia fértil,[12] por lo que desde la mirada gnomónica, considerando que neandertales y denisovanos no dejaron evidencia gnomónica, nos permitimos decir que de las variantes humanas, solo una de ellas es gnomónica. Como dato complementario, tengamos en cuenta que las poblaciones africanas subsaharianas, al no salir del continente africano, no tuvieron oportunidad de cruzarse con otras variantes.

No obstante, debemos aclarar que “no es legítima la expectación de que, en nuestros orígenes, a cada especie paleontológicamente reconocida (le) habrá correspondido un modelo de comportamiento exclusivo de ella”,[13] dado que como cualquier aspecto tecnológico, la simbología por ejemplo, tuvo una evolución y tal evolución no se corresponde linealmente con cada tipo de homínido, pero sí es cierto que al ser la evolución un proceso que no elimina lo superado, sino que lo conserva cancelado, la capacidad simbólica alcanzada por el humano moderno contiene en forma negada (conservada, cancelada y superada) todas las anteriores capacidades alcanzadas por sus ancestros, las que finalmente, se resuelven como nueva calidad de comportamiento.

En el humano moderno, tal comportamiento diferenciador, a nuestro juicio, es la práctica gnomónica con el propio cuerpo, lo que se deduce a partir de la anterioridad subyacente que se fundamente en la ulterioridad gnomónica verificada en los mitos, leyendas, prácticas tradicionalmente conservadas y en la materialidad arqueológica.

12.1.- Comportamientos humanos compartidos

Como comportamientos “modernos” compartidos con otras variantes humanas, entendemos aquellos que no han sido excluyentemente del humano anatómicamente moderno y pudieron ser verificadas por ejemplo, entre los neandertales. Puede ser que la influencia mutua haya hecho posible que estos comportamientos se verifiquen entre los últimos neandertales, ante lo cual, no obstante esta posibilidad, debemos valorar que han sido capaces de adoptarlos.[14]

12.1.1.- Enterramientos, prácticas humanitarias y rituales.

En general, la muerte, por ser la única posibilidad universalmente verdadera, en general se supo consagrar como rito, en el intento humano por comprenderla. En consecuencia, el llamado hombre moderno erigió postes, pilares o estelas gnomónicas en honor a los difuntos, para de esa manera recobrar la sombra perdida del difunto.

El tótem, chemamüll, rewe, menhir, obelisco o estela, en contacto con el Sol como gnomón, al clavarse y penetrar la tierra, en tanto fecunda la vida, trae y dibuja en el suelo, la sombra perdida del difunto.

TÓTEM EN BIGHT STATE HISTORICAL PARK

TÓTEM EN BIGHT STATE HISTORICAL PARK

Estas ceremonias desarrolladas entre el asombro y la curiosidad, han reforzado los vínculos sociales y seguramente generaron el sentido de pertenencia.[15] Pero los enterramientos, pese a lo que se creía recientemente, también ha sido una práctica neandertal y prueba de ello es entre otras, las del llamado “Viejo” de Chapelle-aux-Saints, que como otros fósiles neandertales, estaba enterrado en una fosa en posición tal que señala un enterramiento de tipo funerario. El “Viejo” tenía artrosis grave, había perdido los molares y dañadas las encías. Probablemente fue sordo, tenía una rodilla deformada y un dedo del pie aplastado.

Es decir inválido. El enterramiento en esas condiciones sería indicador de que los neandertales, además de enterrarlos, cuidaban de sus ancianos.[16]

Otro caso es el del neandertal discapacitado de hace 50.000 años que según se estima, debió recibir la ayuda de otros para evitar a los depredadores y sobrevivir hasta los 40 años, indica un nuevo análisis publicado en la revista PLoS ONE.

Este neandertal sufrió la pérdida del antebrazo, cojera, sordera, un fuerte golpe en el costado de la cara, fracturas varias y lesiones en la pierna derecha, así como también, una condición degenerativa sistemática.

Conocido como Shanidar 1, los restos de este neandertal fueron descubiertos en 1957 durante las excavaciones en la cueva de Shanidar en el Kurdistán iraquí.

“Las debilidades de Shanidar 1, y especialmente su pérdida de audición, refuerzan la humanidad básica de estos humanos arcaicos, muy difamados, los neandertales”, dijo Trinkaus.[17]

12.1.2.- Arte, adornos y decoración. 

No hay certeza plena de que los neandertalensis hubieran producido y usado adornos, no obstante, existen algunos indicios positivos, porque se sabe que usaban plumas en la cabeza, y también habría ciertas evidencias que hacen sospechar que pudieron usar adornos e incluso dejado algunos trazos y marcas sobre piedras.[18] Sí en cambio, hay evidencias concreta del uso simbólico del ocre[19] y de la posible fabricación de por lo menos una flauta de hueso de oso intencionalmente perforado.[20]

12.1.3.- Construcción de hogares estructurados

En el yacimiento de Molodova I, en Ucrania, existe una cabaña construida por neandertales, de unos 44.000 años de antigüedad que cuenta con un armazón de huesos de mamut para sostener alguna cubierta de pieles o madera. Esta estructura, de unos 50 metros cuadrados, presenta en su interior los restos de 15 hogares alrededor de los que se documentaron una multitud de instrumentos de sílex.[21]

12.1.4.- Uso organizado del espacio doméstico

Los neandertales no dejaban sus cosas en cualquier lugar, sino que según se verifica en Riparo Bombrin –Italia-, eran organizados con su espacio doméstico y distribuían las cosas de manera similar a los humanos actuales.

Riparo Bombrini, es un refugio de roca, ahora derrumbado, en el noroeste de Italia. El refugio fue habitado primero por neandertales y luego por humanos anatómica-mente modernos, por periodos de miles de años.[22]

12.1.5.- Trabajo del hueso y el asta.

Investigadores del Instituto Max Planck de Alemania y de la Universidad de Leiden, en Países Bajos, han informado acerca del descubrimiento de herramientas de hueso neandertales procedentes del suroeste de Francia.[23]

12.1.6.- Tecnología lítica laminar.

Durante mucho tiempo se creyó que la talla laminar era una técnica exclusiva del llamado “Hombre moderno”, pero sin embargo, esto no es así pues se hallaron numerosas industrias laminares neandertales, en algunos casos muy similar a las del Paleolítico superior. Son los casos del levante mediterráneo, por ejemplo, que datan de 250.000 a 100.000 años).[24]

12.1.7.- Diversidad de artefactos.

Los hallazgos han permitido concluir que, hace al menos 40.000 años, los neandertales peninsulares, llevaban a cabo actividades productivas “complejas” que les exigían la fabricación de una diversidad de pequeños utensilios líticos para los que se requería una considerable precisión. [25]

13.-Comportamientos cuasi compartidos

13.1.- Redes amplias de intercambio.

Los neandertales no alcanzaron a desarrollar amplias redes de intercambio, pero sí las bases de lo que podría haber sido, si hubiesen perdurado.

La incipiente red de intercambio se verifica como comportamiento tendiente a la diversificación genética, ya que mientras que los machos neandertales tendían a permanecer en el núcleo familiar, las hembras en cambio, se trasladaban a otros grupos diferentes.[26]

13.2.- Movilidad estacional.

Algunos hallazgos sugieren que los espacios estaban estructurados en áreas bien delimitadas y en cuanto a la acción territorial, los neandertales raramente superaban los 1.000 km2 y dentro de ellos, los lugares de ocupación eran visitados de forma reiterada, lo que sugiere rutas de carácter estacional.[27] Estas sociedades neandertales se movieron por el territorio en función de la estación del año y la disponibilidad de los recursos.

13.3- Ocupación de ecosistemas rigurosos.

El yacimiento de Jarama VI en Guadalajara, es un antiguo asentamiento neandertal de unos 50.000 años donde los restos demuestran que la población neandertal habitó la zona durante épocas muy frías y en período que se produjeron la subida brusca del nivel de las aguas del río Jarama, Este sitio evidencia que durante el Pleistoceno Superior la vida ha sido muy dura y estos neandertales del centro de la Península Ibérica, tuvieron que adaptarse al rigor del ecosistema.[28]

13.4.- Estandarización de los tipos de artefactos y procedimientos.

En Conceição, Portugal, se recogieron 8.500 artefactos de la industria neandertal, dentro de los que casi 1.200, se pudieron recoger en una pequeña excavación de apenas superficie de 5 m². En este sitio se pudo observar una gran estandarización de los procedimientos técnicos.[29]

 

14.- Comportamientos excluyentes del HAM

Los comportamientos considerados modernos, suelen asociarse a la elevada capacidad de planificación, lenguaje articulado muy desarrollado, pensamiento abstracto, evidencias de continuas innovaciones económico-sociales, idea de la muerte, capacidad simbólica y representativa de objetos y conceptos.

No obstante los rasgos señalados, hay investigadores que por vaga y mal definida, niegan la validez de la categoría “comportamiento moderno” y proponen definir al humano moderno, en términos estrictamente conductuales. Sin embargo observamos que como conducta moderna, nunca se menciona la actividad gnomónica. Al momento de referirse a las conductas modernas, aunque presente a nuestros ojos, se omiten las evidencias materiales de enormes mega-estructuras, dólmenes, menhires y objetos gnomónicos menores que datan de finales del paleolítico superior. Se ignora totalmente también, la anterioridad gnomónica que ejercida con el compromiso del propio cuerpo, diera como resultado ulterior, las evidencias materiales mencionadas. A veces parece que al analizar un resultado, se omite y consagra (se hace ingénito) el proceso que le diera origen.

Ante tal situación y sin entrar plenamente en el debate, desde nuestra mirada debemos señalar que la práctica gnomónica, es una conducta moderna muy singular e íntimamente vinculada a la idea de la muerte, los enterramientos y el culto a los difuntos, motivos suficientes como para preguntarse porque se la ignora.

El chemamüll mapuche, por ejemplo, es un típico gnomón totémico tanatológico vinculado a los “pillanes” (antepasados), y muy probablemente también, los menhires en general puedan tener el mismo carácter.

CHEMAMULL MAPUCHE

CHEMAMULL MAPUCHE

Resulta curioso cuando con frecuencia se cita la idea de la muerte pero junto a ella no se habla de la idea del Ser como su relación necesaria. Se habla de definiciones conductuales y no se advierte que la práctica gnomónica, es una conducta que pudo incidir epigenéticamente y decidir el curso evolutivo del linaje. Además, la idea del Ser y el interrogarse por él, son conductas excluyentemente nuestras y se vinculan íntimamente con la práctica gnomónica.[30]

14.1.- Explotación efectiva de grandes mamíferos.

14.2.- Pesca y caza con proyectiles.

14.3.- Práctica gnomónica

 

Conclusión

Las evidencian muestran que los comportamientos llamados modernos, se caracterizan por una elevada capacidad de planificación, acentuada habilidad y continua innovación técnica, económica y social, pensamiento abstracto, lenguaje articulado, certeza de la muerte, comportamiento simbólico, capacidad artística.

Muchas de estas cualidades fueron compartidas o medianamente compartidas entre humanos modernos y neandertales.

No sabemos ni podemos aventurar en torno a si los neandertales si de haber sobrevivido, habrían alcanzado a explotar grandes mamíferos o sido capaces quizás, de desarrollar alguna forma de pesca. Podríamos conjeturar que por su capacidad encefálica hubieran podido desarrollar formas superiores de subsistencia, pero en rigor no lo sabemos, no obstante sí, estamos seguros, de que en tanto permanecieran en altas latitudes, por sí solos, les habría sido sumamente difícil o casi imposible, descubrir la gnomónica y practicarla.

El humano moderno en cambio, debido a la insoslayable presencia del Sol y la inevitable observación del marcado crecimiento y decrecimiento de las sombras diarias producidas por su cuerpo en el medio ambiente intertropical, se convirtió en la única variante Homo que podemos definir como estrictamente gnomónica y que valiéndose de ese conocimiento para orientarse en el tiempo y el espacio, habría sabido liderar a otras variantes e hibridarse con ellas a medida que se expandió por el mundo.

En cuanto a las muestras que hemos reunido, debemos decir que necesariamente como singularidades, dejan trascender una esencia universal fundada en las invariantes estructurales que acompañaron nuestra evolución desde los mismos orígenes específicos y en el que verificamos que las estructuras de las muestras, reflejan las del universo estudiado.

No cabe duda entonces, de que la práctica gnomónica, ha sido una conducta humana de acumulación cuantitativa y gradual de prácticas llevadas a cabo con el propio cuerpo durante el dilatado período paleolítico, seguidos de cambios cualitativos provocados a partir del desdoblamiento instrumental que dio lugar al gnomón solar material, exterior y no biológico plantado en el suelo.

Consiguientemente, con la exteriorización del gnomón solar, los cambios anatómicos que pudieron lograrse epigenéticamente, dejaron de ser una exigencia mayor y se fueron abandonando los intentos por lograr las mejores y más gráciles figuras corporales a los efectos de definir sombras rectas y medibles.

Luego de un largo período inicial, se dejó de seguir la gradualidad de los cambios en/sí del cuerpo humano, para ir detrás de la gradualidad propia de la tecnocronía impuesta por el objeto gnomónico fuera de/sí.

Primero ha sido un palo, luego un poste, tótem, menhir, estela etc., y esto se reflejó como acortamientos de los períodos que finalmente, fueron los propios de los cambios instrumentales. No obstante, la gnomónica, se practicó siempre y en todas las culturas desde los mismos albores de la humanidad moderna, porque cuando los humanos salimos tras el sol en busca de luz, descubrimos nuestra propia sombra y sin pretenderlo, nos hicimos Homo sapiens y gnomónicos

 

Tesis

La experimentación gnomónica, inicialmente practicada con el compromiso del propio cuerpo y luego con el instrumental distanciado, exterior y no biológico, es un comportamiento y marcador evolutivo, excluyentemente del llamado hombre moderno.

 

Propuesta

A los efectos de destacar la exclusividad gnomónica de la especie, proponemos caracterizarla taxonómicamente como, Homo sapiens y gnomónico.

 

Recomendación:

Sabemos que la aparición del bipedismo es anterior a nuestra especie, no obstante, la práctica gnomónica pudo aportar epigenéticamente quizás, a su optimización y gracilidad mecánica-postural, de manera que conforme a ello, recomendamos encarar un estudio multidisciplinario del tema.

 

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Notas

[1] Bruner et al., “Midsagittal brain variation and MRI shape analysis of the precuneus in adult individuals”, ed. cit.
[2] Aristóteles, Metafísica, ed. cit., pp. 13-14.
[3] Calvino, “Gnomón solar, nudos y triángulos”, ed. cit., p. 124.
[4] “El precúneo, clave en la evolución de nuestra especie”, ed. cit.
[5] “Emiliano Bruner aporta nuevos datos sobre la evolución del cerebro humano”, ed. cit.
[6] “El ADN revela redes de apareamiento frente a la endogamia hace 34.000 años”, ed. cit.
[7] Haber, Símbolos, Héroes y Estructuras, ed. cit., p. 16.
[8] Calvino, El hombre, gnomón zoológico, ed. cit., p. 76.
[9] Calvino, “Gnomónica y ser”, ed. cit.
[10] Fernández López, “Comportamientos modernos”, ed. cit.
[11] Fernández López, “Modos de vida de los neandertales”, ed. cit.
[12] Bermúdez de Castro, “ADN sexo y otros mensajes del pasado”, ed. cit.
[13] Zilhão, “Modernos y Neandertales en la transición del Paleolítico Medio al Superior en Europa”, ed. cit.
[14] Sánchez, “El papel de los neandertales en las fases iniciales del Paleolítico Superior Parte II. El pensamiento simbólico: Las prácticas rituales relacionadas con la muerte”, ed. cit.; Garralda, “Neandertales y manipulación de cadáveres”, ed. cit.; Fernández Alonso, Los enterramientos neandertales en Eurasia: una comparación con los homo sapiens arcaicos, ed. cit.
[15] Fernández Alonso, Los enterramientos neandertales en Eurasia: una comparación con los homo sapiens arcaicos.
[16] Artículo de Wikipedia del “Hombre de La Chapelle-aux-Saints”.
[17] “Un neandertal discapacitado recibió cuidados para llegar a la vejez”, ed. cit.; Spikins et al., “Calculated or caring? Neanderthal healthcare in social context”, ed. cit.
[18] Bermúdez de Castro, “La mente simbólica de los neandertales”, ed. cit.
[19] “Los neandertales usaban ocre rojo hace 250.000 años, antes de lo documentado”, ed. cit.
[20] Sánchez, “Industria ósea recuperada en el contexto musteriense en Divje Babe, Eslovenia”, ed. cit.
[21] Sánchez, “La cabaña neandertal de Nolodova”, ed. cit.
[22] Fernández López, “Nueva evidencia neandertal de organización del espacio residencial”, ed. cit.
[23] “Hace 50.000 años los neandertales ya fabricaban herramientas que se usan hoy en día”, ed. cit.
[24] “Las herramientas de piedra de los Neandertales VII”, ed. cit.
[25] “Neandertales españoles fabricaban herramientas ‘de gran precisión’”, ed. cit.
[26] “Las hembras neandertales cambiaban de grupo para evitar la endogamia”, ed. cit.; “El registro de ADN revela redes de apareamiento frente a la endogamia hace 34.000 años”, ed. cit.
[27] Fernández López, “Modo de vida de los neandertales”, ed. cit.
[28] “Descubren restos de neandertales en Jarama”, ed. cit.
[29] Raposo, “Paleolítico Medio y Neandertales en la fachada occidental ibérica”, ed. cit., pp. 49-50.
[30] Fernández López, “Teorías sobre la aparición del comportamiento moderno”, ed. cit.