Revista de filosofía

Sobre el panóptico: Bentham, Foucault y Han

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Resumen

Me limitaré a hacer una breve explicación del panóptico, en su sentido originario, para posteriormente indicar algunas de las características que adquirió después. Es decir, hay que ver cómo es esa máquina penitenciaria ideada por Bentham, cuáles son sus características y de qué manera puede verlo todo. También es de mi interés señalar cual es el sentido con el que Foucault retoma el panóptico como concepto político y cómo Byung-Chul Han, a su vez, elabora el concepto de panóptico digital en un contexto ya no de sociedad disciplinaria, sino de sociedad del rendimiento y la transparencia.

Palabras clave: Panóptico, penitenciaría, político, panóptico digital, rendimiento, transparencia

 

Abstract

I Will make a brief explanation of the Panopticon, in its original meaning, to later indicate some of the characteristics that the concept developed in time. I Mean, I’ll try to explain how this penitentiary machine was thought by Bentham, and which are its characteristics and how it can see it all. Also of my interest is to point in which sense Foucault recovers the concept of Panopticon in a political way, and also how Byung-Chul Han elaborates his concept of digital panopticon which operates no longer in a disciplinary society, but in a Burn-out society.

Key words: Panopticon, penitentiary, political, digital panoptic, performance, transparency

1) Jeremy Bentham: el panóptico penitenciario

El término panóptico suele asociarse en primera instancia al filósofo francés Michel Foucault. También suele asociarse al ficticio Big Brother de Orwell – que ha su vez hace referencia a los regímenes totalitarios –. Aquel que todo lo ve es hoy en día seudónimo de los Estados omnipresentes y omniscientes. Aunque panóptico, en el sentido estricto del término, como estructura arquitectónica penitenciaria, surgió de la imaginación del jurista inglés Jeremy Bentham, fue Foucault quien amplió el alcance del concepto, relacionándolo con su noción de sociedad disciplinaria: “[e]l panoptismo – escribe Foucault – es el principio general de una nueva “anatomía política” cuyo objeto y fin no son la relación de soberanía sino las relaciones de disciplina”.

El panóptico de Bentham (1791) – manual para la construcción de una prisión – fue enviado, en forma de discurso, a Garran de Coulon en 1791, con el fin de que el modelo carcelario que exponía fuese implementado, ya que de Coulon, en dicho momento, pertenecía a la Asamblea legislativa y era miembro de una comisión cuyo fin era la reforma de las leyes criminales.[1]

La idea del panóptico es que su implementación es más económica, más sencilla, más higiénica y menos corrupta que los modelos que lo preceden. Las celdas estarían ordenadas en un edificio circular; en medio del circulo estaría la torre de los guardianes, separada del anillo de celdas por un patio intermedio. Desde el exterior de la torre de los guardianes, es decir, desde las celdas y el patio central, sería imposible ver hacia el interior de dicha torre. Sin embargo, desde lo alto de la torre, los guardianes sí serían capaces de ver todo movimiento en el edificio. “El panóptico – escribe Foucault – es una máquina de disociar la pareja ver-ser visto”.[2] El principio primero del panóptico es el de inspección:

La inspección: éste es el principio único para establecer el orden y para conservarle; pero una inspección de un nuevo género, que obra más sobre la imaginación que sobre los sentidos, y que pone a centenares de hombres en la dependencia de uno sólo, dando a este hombre solo una especie de presencia universal en el recinto de su dominio.[3]

Este principio, de ser visto sin poder ver nunca, es el principal de la economía del panóptico. La presencia imaginaria del guardián se hace permanente, su mirada puede estar sobre todos y, al mismo tiempo, sobre nadie. La omnisciencia del guardián va a provocar en los condenados “la convicción de que viven y obran incesantemente bajo la inspección perfecta de un hombre interesado en toda su conducta”.[4]

Este mismo sistema del incesante observador sirve no sólo para controlar a los condenados, sino que tiene una doble función: también reposa su mirada en los subalternos y los subinspectores, también vigila su conducta. Así, según Bentham, se previene la tiranía de los celadores, “están bajo la misma inspección que los presos”.[5] Por todo lo anterior es por lo que Bentham bautiza su penitenciaría como panóptico, ya que la palabra resume la esencialidad del sistema: “la facultad de ver con una mirada todo cuanto se hace en ella”.[6]

El panóptico es entonces vigilancia, disciplina, ventilación, luz. En esto se diferencia del torpe calabozo: inaccesible, oscuro, insano, laborioso. La tecnología del panóptico hace de la inspección algo más veraz, funcional y económico. Entre las “ventajas” del diseño de Bentham no sólo está la regulación y el control de los subalternos y subinspectores, sino que el mismo director de la prisión estaría bajo la constante vigilancia de inspecciones públicas. La torre del guardián estaría entonces abierta a la visita de externos, por lo que el director o gobernador tendría que cumplir sus obligaciones frente a los mismos presos y frente a la sociedad.

Así, el principio de inspección se amplía incluso hasta el peldaño más alto de la prisión. La vigilancia viene de todos lados, incluso de fuera del panóptico.[7] Además, si un recluso muere a causa de negligencia del sistema, el director de la prisión tendrá que pagar una multa. Por estas medidas y otras se evita la tiranía y, la vida, salud y bienestar de los presos será la preocupación del director o gobernador.[8]

El panóptico rompe con el antiguo sistema de reclusión pestilente; se hace más refinado, el aire deja de ser un agente de contagio: controla de forma más eficaz usando menos fuerza:

En cada una de sus aplicaciones – escribe Foucault – permite perfeccionar del ejercicio del poder. Y esto de varias maneras; porque puede reducir el número de los que lo ejercen, a la vez que multiplica el número de aquellos sobre quienes se ejerce. Porque, en estas condiciones, su fuerza estriba en no intervenir jamás, en ejercerse espontáneamente y sin ruido, en constituir un mecanismo cuyos efectos se encadenan los unos a los otros. Porque, sin otro instrumento físico más que una arquitectura y una geometría determinadas, actúa directamente sobre los individuos….[9]

Entonces, el panóptico facilita el ejercicio del poder y, este ejercicio del poder, de la disciplina y la inspección no se limita al dispositivo de las instituciones penitenciarias, sino que es más amplio, el principio panóptico puede extenderse a otros dispositivos disciplinarios. En este punto, creo yo, es en el que se interesa Foucault. Más allá del control sobre los que purgan las penas por su abuso de libertad, el panóptico es un dispositivo útil para imponer la disciplina homogéneamente en las masas. Así, sobre los posibles usos del principio panóptico, Bentham señala que:

[La] aplicación de este principio general a todos los casos en que un gran número de hombres debe estar constantemente bajo la inspección de unos pocos, sea para el simple encierro de las personas acusadas, sea para el castigo de los culpados, sea para reformar a los malos, sea para forzar a los perezosos al trabajo, sea para facilitar la asistencia de los enfermos, o sea para hacer fácil la enseñanza, y llevar el poder de la educación a un punto inconcebible hasta el día.[10]

Así, el diseño o, mejor dicho, principio del panóptico podrá ser usado no sólo en cárceles, sino también en hospitales, escuelas, fábricas, manicomios, etc. En cualquier lugar donde se requiera economizar y eficientizar los recursos y esfuerzos aplicados al poder disciplinario.

2) Foucault y el panóptico disciplinario

En Vigilar y castigar (2018), Foucault retomó la idea del panóptico y dedicó un apartado exclusivamente al panoptismo, sólo que Foucault no se limitó a describir el modelo arquitectónico o el sistema en sí, sino que expandió el concepto a lo político. Así, el panóptico se convierte en una tecnología política “que se puede, y se debe – escribe Foucault – desprender de todo uso específico”.[11]

Los mecanismos disciplinarios del panóptico, sutiles y precisos, pasarán entonces a ejercer su poder sobre el tejido mismo de la sociedad, funcionando debajo de esta como mecanismo de reloj

[C]on el panoptismo, – señala Foucault – tenemos la disciplina-mecanismo: un dispositivo funcional que debe mejorar el ejercicio del poder volviéndolo más rápido, más ligero, más eficaz, un diseño de las coerciones sutiles para una sociedad futura.[12]

El panoptismo, entonces, trasciende no sólo la institución penitenciaria, sino toda institución particular. Así como la disciplina se ejerce sobre la sociedad entera, también el panóptico. De tal forma se desdibujan los muros de la prisión, el manicomio y la fábrica. La omnipresencia del panóptico abarca a toda la sociedad.

La vigilancia e inspección deja de ser tarea exclusiva del comisario e inspector, ya no recae únicamente en la policía. Así como en el edificio penitenciario de Bentham la torre del guardián estaba abierta a la constante inspección del público, de igual manera la inspección y vigilancia en la sociedad es solicitada y ejercida por “las familias, los amos, los notables locales, los vecinos de los barrios, los párrocos…”.[13]

En una entrevista publicada como El ojo del poder, Michel Foucault haciendo una analogía entre Rousseau y Bentham, identificó la Revolución Francesa como un acontecimiento político en el que empiezan a adoptarse las técnicas del panóptico:

Justamente, cuando la Revolución se pregunta por una nueva justicia el resorte para ella será la opinión. Su problema, de nuevo, no ha sido hacer que las gentes fuesen castigadas, sino hacer que ni siquiera puedan actuar mal en la medida en que se sentirían sumergidas, inmersas, en un campo de visibilidad total en el cual la opinión de los otros, la mirada de los otros, el discurso de los otros, les impidan obrar mal o hacer lo que es nocivo.[14]

Así, para finales del siglo XVIII esta tecnología del poder empezará a interiorizarse en los más diversos ámbitos sociales. Curiosamente, el panóptico como estructura arquitectónica no tuvo auge hasta el siglo siguiente.

La tecnología política del panóptico, como su análogo arquitectónico, tendrá el fin de economizar el ejercicio del poder. La aplicación antigua del poder monárquico, del control del soberano, era costosa y pesada, venía de fuera del sujeto. En el panoptismo el control está interiorizado en el sujeto mismo. Al igual que al preso de la cárcel de Bentham, al sujeto de la sociedad panóptica recae un control que pesa más sobre su imaginación y conciencia, que sobre una sujeción real efectiva. Al respecto, Foucault escribe que

[…] se cuenta con la mirada que va a exigir pocos gastos. No hay necesidad de armas, de violencias físicas, de coacciones materiales. Basta una mirada. Una mirada que vigile, y que cada uno, sintiéndola pesar sobre sí, termine por interiorizarla hasta el punto de vigilarse a sí mismo; cada uno ejercerá esta vigilancia sobre y contra sí mismo.[15]

Esto no significa que la acción punitiva, en un sentido positivo, haya desaparecido en los siglos XVIII y XIX. Sin embargo, el poder no se aplica ya como castigo, sino como disciplina, ahora se habla – en el caso de los criminales – de readaptación, no de suplicio. A través de la vigilancia y la inspección como parte de la tecnología del panóptico el poder normaliza, disciplina, a diferencia del antiguo poder soberano que más bien excluía.

 

3) Han y el panóptico digital

Byung-Chul Han, en El enjambre (2016) habla del panóptico, pero ahora en un sentido digital. En este sentido trasciende la sociedad disciplinaria de Foucault. Sobre esta nueva manifestación del panóptico señala que

La sociedad digital de la vigilancia muestra una especial estructura panóptica. El panóptico de Bentham consta de celdas aisladas entre sí. Los residentes no pueden comunicarse entre ellos. Los muros hacen que los residentes no puedan verse. Con el fin de mejorar, son expuestos a la soledad. En cambio, los habitantes del panóptico digital crean una red y se comunican intensamente entre ellos. Lo que hace posible el control total no es el aislamiento espacial y comunicativo, sino el enlace en red y la hipercomunicación.[16]

El Big Brother orwelliano – explica Han – ha pasado a convertirse en big data, la gran acumulación de datos digitales que caracteriza a la sociedad de la transparencia y su correspondiente vigilancia. Esto es lo que posibilita el control total en el que están inmersos los sujetos voluntariamente y sin darse cuenta. “Ellos – escribe – viven en la ilusión de la libertad. Alimentan el panóptico digital con informaciones, en cuanto se exponen e iluminan voluntariamente”.[17]

¿En qué podemos ver esto de forma clarísima? ¿Dónde se manifiesta el nuevo panóptico de forma casi cínica? Han pone el ejemplo del Google Glass. Dispositivo tecnológico en forma de anteojos que realmente funciona como una cámara. Así, la mirada de los otros es constante vigilancia, “las gafas de datos transforman el ojo humano mismo en una cámara de vigilancia”.[18]

Además, este nuevo individuo que denuncia Han, el homo digitalis, no sólo se halla reprimido desde su propia interioridad, sino que, a diferencia del sujeto de Bentham y Foucault, éste está aislado ya no por el monstruo arquitectónico o disciplinario, sino por la volatilidad que provocan los nuevos medios –. En el panóptico digital no hay posibilidad de masas, el sujeto es anónimo.[19]

¿Por qué ha desaparecido el ámbito de lo privado? Lo privado a desaparecido, según Han, por la anulación misma de lo público. Dónde no existe lo público tampoco puede hablarse de un espacio privado. Así, desde el principio del libro citado, Han denuncia lo que denomina falta de respeto.

Respeto – señala – significa mirar atrás o mirar de nuevo. A este respecto el respectare se distingue del spectare. Mientras que lo respetuoso implica “guardarnos del mirar curioso”, el espectáculo es “un alargar la vista a la manera de un mirón”.[20] Cuando se pierde el respeto – escribe Han – lo público decae. Espectáculo y espacio público no son compatibles. Las distancias espaciales van cediendo terreno a una “exposición pornográfica de la intimidad”.[21]

En un espacio y tiempo en los que lo privado y lo público se convierten en imposibilidades, una ola de positividad inunda al sujeto, como lo explica Orozco Garibay:

Lo cierto es que la positividad nos sugiere que hay un deseo de que se vigile para castigar al que comete un delito. Incluso uno mismo quiere ser observado. Nadie se siente mal por ser fiscalizado, y la sensación del deseo de ser vigilado produce en muchos casos el amable consenso de saber que alguien cuida de todos. Con el fin de un mayor bien es preferible que haya cámaras en cada poste de cada calle.[22]

Para terminar, creo que ni Bentham, ni Foucault, pudieron haber imaginado la amplitud y perfección del principio panóptico así como es aplicado en la era digital. La transparencia y la desaparición de lo privado y lo público que denuncia Han no tiene precedentes, y sus efectos – creo yo – no se han manifestado en su totalidad.

 

Bibliografía

  1. Bentham, Jeremy. El panóptico. La piqueta. España. 1979.
  2. Foucault, Michel. El ojo del poder. La piqueta. España. 1979
  3. Foucault, Michel. Vigilar y castigar: el nacimiento de la prisión. Siglo XXI. México. 2018
  4. Han, Byung-Chul. En el enjambre. Herder. España. 2016
  5. Orozco Garibay, José Manuel. Han y la vida contemplativa. ETM. México. 2019

 

Notas

[1] Jeremy Bentham. El panóptico, ed., cit., p. 20
[2] Michel Foucault. Vigilar y castigar, ed., cit., p. 233
[3] Jeremy Bentham. El panóptico, ed., cit., p. 35
[4] Ibídem., p. 75
[5] Ibídem., p. 37
[6] Ídem.
[7] Ibídem., p. 39
[8] Ibídem., p. 77
[9] Michel Foucault. Vigilar y Castigar, ed., cit., p. 238
[10] Jeremy Bentham. El panóptico, ed., cit., p. 80
[11] Michel Foucault. Vigilar y castigar, ed., cit., p. 238
[12] Ibídem., p. 242
[13] Michel Foucault. Vigilar y castigar, ed., cit., p. 247 – 248
[14] Michel Foucault. El ojo del poder, ed., cit., p. 15
[15] Ibídem., p. 18
[16] Byung-Chul Han. En el enjambre, ed., cit., p. 100
[17] Ídem.
[18] Ibídem., p. 103
[19] Ibídem., p. 28
[20] Ibídem., p. 13
[21] Ibídem., p. 14
[22] José Manuel Orozco Garibay. Han y la vida contemplativa, ed., cit., p. 7