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Resumen
Acercarse al jabalí: Devenir holograma es un texto que analiza la historia de vida y experiencia de migración de DJ, un adolescente hondureño que atravesó la república mexicana hasta el fronterizo estado de Chihuahua con el ánimo de cruzar la frontera hacia Estados Unidos. La perspectiva de abordaje es la idea de devenir, puntualizando las formas en que este devenir ocurre en un periodo eminentemente neoliberal y rapaz.
Palabras clave: devenir, migración, frontera, violencia, Deleuze, Guattari.
Abstract
Approaching the boar: Becoming a hologram is a text that analyzes the life history and migration experience of DJ, a Honduran teenager who crossed the Mexican Republic to the border state of Chihuahua with the purpose of crossing to the United States. The perspective of approach is the idea of becoming, pointing out the ways in which this becoming occurs in an eminently neoliberal and rapacious period.
Keywords: becoming, migration, border, violence, Deleuze, Guattari.
Frente a otra realidad
En el siguiente texto me propongo analizar la historia de vida y migración de DJ, un adolescente hondureño que llegó hasta la frontera norte de México luego de más de año y medio de viaje desde su lugar de origen. Busco que este análisis esté enmarcado en la idea de devenir planteada originalmente por Felix Guattari y Gilles Deleuze, y luego retomada por Rosi Braidotti en su texto Metamorfosis. Aunque no alcanza el espacio para llegar a ser un análisis extenuante, espero al menos aprehender y sugerir el rumbo de discusiones en torno a esta condición perpetua de devenir.
Por otra parte, me interesa dejar establecido que el caso de DJ expone de forma contundente el embate neoliberal (voraz y rapaz) que se ha agudizado en los últimos años. Dolorosamente éste no es un caso aislado. Una reflexión oportuna al respecto es: ¿cuántos de estos casos podemos identificar a nuestro alrededor? Y definitivamente debería ser una cuestión de preocupación y ocupación, no sólo al distinguirlos, ubicarlos, aprehenderlos y nombrarlos, sino esbozar líneas de acción para que estos casos no dejen de ser evidentes, pues implica que dichas situaciones se han normalizado.
En términos de Boaventura de Sousa: lo que vemos ahora es un capitalismo de drones, un capitalismo que ya no teme más que, es más, no requiere los medios de producción para seguir escurriendo la fuerza y la voluntad de las personas que en el mundo son. Personas que podrían ser sujetos de acción y cambio, pero que han sido sustituidas por individuos: atomizados, flotando en una “sociedad líquida”, sin asideros de los cuales poderse detener y, de paso, contener la angustia de ser un ser invisible, sin arraigo, sin miradas de reconocimiento, de aprobación; despóticamente situado en los márgenes por operaciones para las que aún no existen nombres suficientes que expliquen no sólo lo que son sino sus implicaciones, causas y consecuencias que, es posible adelantarlo, ocurren simultáneamente en múltiples espacios.
Aunque las caravanas de migración forzada son una representación bastante fehaciente de la deshumanización actual, me parece que pueden ser vistas también como un espacio de convivencia involuntaria, pero al fin convivencia, incluso tal vez algo de hermandad, y definitivamente distintas acciones y/o actitudes relacionadas a la solidaridad entre quienes las conforman.
FOTOGRAFÍA POR JOHN MOORE
Aunque no logro agotarlo en este texto, me interesa señalar que una necesidad primordial, urgente, es la recuperación del sujeto. Colocar al “individuo” en el lugar del que nunca debió haber salido, y recuperar al sujeto (“ser-sujeto” en términos de Alain Touraine), como aquel que cuenta con capacidad de ser y hacer por sí mismo, una persona que pueda ser crítica de su entorno, de cada entorno en cada nuevo momento y tiempo histórico que le toque vivir, que pueda vencer angustias y frustraciones, en soledad o acompañada, que sepa tejerse con el resto de las personas con las que convive. No tengo claro en qué medida esto implicaría un trabajo de esperanza (en los términos expuestos por Ernst Bloch), es decir de partir de la idea de que toda persona lleva inherentemente en sí la esperanza, y lo que resta ahora es trabajar para que ésta recupere su capacidad transformadora.
Acercarse al jabalí
DJ es un adolescente hondureño de 17 años que arribó a Chihuahua a mediados del 2017 con la intención de cruzar a Estados Unidos. Llegó solo hasta acá desde San Pedro Sula (en Honduras). En la transcripción de la entrevista se puede leer que se necesitaron 11 entradas de intercambio para que a mí me quedara claro que había salido completamente solo desde su país hasta llegar a México. Tenía 15 años entonces. ¿Por qué me tuvo que decir en algún momento “solito-solito”? Obviamente el hecho de emigrar a esa edad, atravesando países y circunstancias hostiles no sólo no es una posibilidad en mis circunstancias propias y cercanas, sino que ni siquiera podía ocurrir, por ello DJ tuvo que repetírmelo varias veces.[1]
En esas condiciones DJ recorrió un mes de viaje, hasta llegar a San Luis Potosí. Menciona que fue hasta que entró a México cuando “se le pegó” a alguien, pero no antes de ese momento. Esto deja manifiesta la necesidad de cerrar filas frente a un contexto aún más hostil: el de ser migrante hondureño en tierra mexicana. Es decir, antes de eso, un adolescente hondureño de 15 años se las pudo arreglar solo desde Honduras hasta la ribera del Suchiate, pero una vez entrando al territorio mexicano sintió la necesidad de “juntarse”, aunque dejó claro que se unía con unos, y luego con otros, pues algunos se iban. Nadie avisa nunca su retirada, sólo se van separando cuando encuentran una mejor oportunidad que andar juntos: “Así se va uno, así se llega a donde está”.[2]
Nada le gustó del viaje a DJ,[3] pero hace una diferencia entre el hecho de moverse, de viajar, y de los lugares a los que fue llegando. Por ejemplo, dice que San Luis Potosí le gustó (al igual que Chihuahua), por ser un lugar tranquilo: “Bueno, lo que pasa es que aquí está bien tranquilo, no hay así cosas como las que suceden en nuestra ciudad allá ¿verdad? Que mira ahí cuando cuelgan enfrente de ti, los están matando y todo eso, lo que sucede en el tren, pues sí, por eso, ya en la ciudad uno se siente aquí como si estuviera en su casa, cuando mira todo bien, y pues aquí está tranquilo igual que en San Luis”.[4]
FOTOGRAFÍA POR JOSÉ HERNEDEZ CLAIRE
Una vez en México señala que los lugares que fue recorriendo le parecieron tranquilos, salvo su paso por Zacatecas, donde a él y a dos compañeros con los que viajaba les robaron sus mochilas con todas sus pertenencias, incluyendo papeles de identificación. Aludo que ese momento le ofrece una especie de conciencia de riesgo que podría ser considerada como conciencia política en el sentido de hacer evidentes las relaciones asimétricas de poder a las que DJ se ve enfrentado. Aunado a esto, entre las lecciones que destaca de todo su viaje DJ dice que “hasta de la gente buena desconfía uno”.[5] En términos de Heidegger, este dasein, “ser-ahí” se ha situado siempre en un ánimo defensivo, y han sido precisamente las circunstancias del “ahí” las que lo han colocado en esa situación. Siendo el menor de sus hermanos, abandonó el hogar materno a los 6 años debido a los golpes propinados por su padre, no sólo a él sino también a su madre y hermanos (2 mayores):
Es que yo no he vivido con mi jefa. Sí la he ayudado a ella, bueno ya cuando cumplí mis 12 años yo regresé… Yo me fui desde los 6 años… También por mi padrastro… La verdad yo no conocí a mi jefe, este a mi jefe lo mataron cuando supuestamente yo tenía 2 meses de nacido, yo lo conozco a él en fotos nada más, mi hermana sí lo conoció. Y pues ya, muriéndose su jefe de uno, ya son muy diferentes las cosas con los padrastros pues, entonces mi padrastro yo nunca pude vivir con mi padrastro, yo agarré mi pensamiento desde los 6 años, yo a los 6 años yo ya no lo aguanté, ya a mí me pegaba, ya de por gusto a veces […].[6]
Braidotti expone el devenir como un proceso de transformación, como la actualización del encuentro inmanente entre sujetos, entidades y fuerzas que son aptas para afectarse mutuamente e intercambiar partes de cada una de una manera creativa y sin envidia. Entonces, la transformación que se produce en el proceso de devenir afirma los afectos afirmativos y alegres sobre los negativos.[7] ¿Es posible visualizar un proceso de devenir en el caso de DJ? ¿Qué elementos afirmativos se podrían encontrar en las circunstancias de un niño de 6 años que huye de su hogar debido a la violencia que impera en éste?
ANTROPÓLOGOS FORENSES DE LA UNIVERSIDAD BAYLOR DESPUÉS DE REALIZAR EXHUMACIONES DE LOS RESTOS DE MIGRANTES EN FALFURRIAS, TEXAS, EN MAYO DE 2013. CREDIT JOHN MOORE/GETTY
Su estrategia para huir de la violencia fue irse con una señora que tenía animales de granja, DJ cuidaba de éstos, en ese momento él tenía 6 años. Lo que reconstruye es que se fue con esa señora y en su hogar a nadie le importó lo había pasado con él, no lo buscaron y mucho menos lo encontraron en casa de la señora. Entre los animales de granja que cuidaba, también había jabalíes:
[…] de esos, que tienen mendigos dientotes…Yo cuando estaba de 7 años yo cuidaba uno de esos así mira (hace la seña del tamaño), yo me metía al corral a lavarle todo… ya la señora me decía, lo primero que vas a hacer es ir a llevarles comida, sin entrar, no pues, estuve ahí, hasta como tres meses yéndole a llevar comida, acariciándolo así, ya cuando el cuarto, te metes, te pones a acariciarlo, hasta lo duermes sobándole la pancita, y no, no te había nada, entonces como te digo, yo me fui con ella esa vez, ellos no estaban, entonces yo me fui con ella, nadie supo nada de mí.[8]
¿Podía haber existido un reconocimiento mutuo entre DJ y la señora que lo hospedó y explotó laboralmente durante ese tiempo? Es pertinente anotar que los años que él vivió con ella, son los mismos que tenía de vida al momento de llegar a esa casa: 6. ¿Se puede considerar esta convivencia con una extraña, este alimentar jabalíes como una continuación de la violencia que DJ ya vivía en su hogar de origen? ¿O este proceso lleva otro nombre?
A final de cuentas, esta estancia con ella tuvo que haber tenido algún impactó en él. Me cuenta que se fue de la casa de esa señora porque a ella no le comenzaron a gustar los vicios que él agarró: como fumar y comenzar a beber. Así que se regresó al hogar de su mamá. Ninguna de sus hermanas seguía viviendo ahí, como resultado de la violencia que ejercía su padrastro contra ellas y contra la madre de DJ. Sin embargo, su arribo ahora es distinto, consigue rápido trabajo vendiendo frutas en un semáforo y estacionando coches en el estadio de futbol “donde juegan los mexicanos cuando vienen”. Esta nueva situación de proveer ingreso en el hogar, lo llevó a intentar defender a su mamá de los golpes de su padrastro en una ocasión: “[…] porque yo ya grande… Bueno cuando una vez le quiso pegar a mi jefa, ya yo, yo ya cuando ya sabía lo que era, más bien me andaba metiendo problemas y ya me lo andaba chingando […]”.[9]
UN NIÑO SOLICITANTE DE ASILO EN UN CENTRO DE DETENCIÓN PARA MENORES EN MCALLEN, TEXAS, EN SEPTIEMBRE DE 2014. CREDIT JOHN MOORE/GETTY
DJ pasó de vivir en una completa omisión, de convivir incluso con jabalíes salvajes, a un viaje que lo mantuvo en esa misma situación de invisibilidad. Cuando llega a San Luis Potosí, además del trabajo más o menos estable construyendo una iglesia, lo detiene ahí una relación sentimental. Amén de que DJ tiene en ese periodo entre 15 y 16 años, y que una relación romántica puede aparecer como una razón bastante válida para asentarse medianamente en algún lugar (cualquier adolescente lo entendería de ese modo), en su caso, ésta le ofrece además su propia imagen, es decir, le regresa la imagen del que no había sido durante todos los años anteriores, una persona visible para otra, una persona que “es-ahí”, pero en otros términos, un “otro-ahí” que crea un “ser” distinto.
Encuentro fugaz con el otro
Slavoj Zizek propone que las periferias son sólo proveedoras de víctimas, ya sea para acompañar, para sentirse mal por ellas, o para el análisis en base a los referentes epistémicos del centro. En el caso de DJ es fácil sentirlo como una persona totalmente ajena a mi realidad, tiene otra edad, es originario de otro país, y aunque al momento de la entrevista nos encontráramos él y yo en el mismo espacio, sé de cierto que ni a los 7 años, ni después, ni ahora siquiera, me acercaría jamás a un jabalí.
Sin embargo, esa distancia no me deja satisfecha, una se vuelve experta en identificar las diferencias. Éstas existen, es un hecho, pero ¿entonces DJ y yo no compartimos nada más que el momento de la entrevista? ¿Es posible que nada tenga que ver su realidad con la mía? ¿No nos une la región latinoamericana a la que pertenecemos o el cruce migratorio que es mi estado? En palabras de Tom Waibel: “[…] ¿cómo señalar esta diferencia más allá de una asimilación que la capitaliza y cuturaliza?”[10] ¿O es que hemos entrado a un punto de la vida social en la que un privilegio más radica en la posibilidad de identificar las diferencias para consumirlas, procesarlas, desmenuzarlas? Y si es así, se antoja harto urgente construir una severa crítica al respecto, pues cualquier ciencia debería servir a las sociedades para vivir mejor (Bloch dixit) y no para mantener exactamente igual e intacta la estructura que proveyó las diferencias identificadas.[11]
FOTOGRAFÍA POR KRISTÓF HÖLVÉNYI
Las claves de la subalternidad no se encuentran en las condiciones propias, de vida, de origen, de quienes se consideran personas subalternas; sino que se encuentran en el ojo que observa y omite sistemáticamente dichas condiciones. Como adelanté desde el inicio: DJ me tuvo que repetir muchas veces que había salido completamente solo de Honduras, ¡y DJ y yo hablamos español ambos! Me atrevo a valorar que el intercambio que tuve con él, tuvo más impacto en mí que en él, no sólo por el hecho de estremecerme con su historia y sus circunstancias, sino por el hecho de que me ayuda a ubicar mis propias “omisiones de origen”, mi propia dificultad para permitirle ser, con todas sus particularidades, en mí.
Me explico, Spivak puso sobre la mesa, hace muchos años, la razón principal por la que una persona subalterna no puede hablar: porque no existe un campo de enunciación en el que su voz pueda ser escuchada, pero ¿qué hace el campo de enunciación?, si bien éste puede ser creado de forma colectiva por cada sociedad o pueblo en conjunto, también cargamos un campo de enunciación particular (que no individual) en el ser que somos, entonces ¿cómo lo abrimos?, ¿cómo lo modificamos para que, en efecto, puedan enunciarte en éste, o sobre éste, todas las voces a nuestro alrededor? No es posible agotar en este espacio el punto, pero propongo que debiera abrirse una discusión a partir de las subjetividades de las personas con poder que, además, vale la pena aclarar que son una minoría abrumadora.
Bibliografía
- Braidotti, Rosi, Hacia una teoría materialista del devenir, Akal, Madrid, 2005
- Entrevista a DJ, llevada a cabo el 15 de agosto de 2017, por Nithia Castorena-Sáenz.
- Heidegger, Martin, Ser y tiempo, FCE, México, 1971.
- Waibel, Tom., “Metafísica de causa” en Transversal, Edición en línea, 2008. Consultado el 15 de octubre de 2018, de http://eipcp.net/transversal/0408/waibel/es/#_ftnref15
Notas
[1] A partir de esto, elaboro una conclusión que pretende ser provocadora respecto a la subalternidad.
[2] Entrevista a DJ realizada por Nithia Castorena-Sáenz el 15 de agosto del 2017, en las instalaciones de un albergue conocido en la ciudad de Chihuahua.
[3] Menciona que lo que consideró más peligroso de su trayecto fue el tren: “cuando uno viene viajando en el tren viaja día y noche en veces, o sea, no duermes porque te puedes caer del tren, y tienes que venir despierto ahí, porque si te duermes, uno mira ahí cómo se caen unos, y…unos en veces se amarran ¿verdad? Y cuando cae la cuerda, se soltó, y madres, se cayó…”. Fragmento de entrevista a DJ en 2017.
[4] Entrevista a DJ realizada por Nithia Castorena-Sáenz, 2017.
[5] Idem.
[6] Idem.
[7] Braidotti, 2005.
[8] Idem.
[9] Idem.
[10] Tom, Waibel, “Metafísica de causa”, ed. cit., p. 6.
[11] Me interesa retomar la problematización expuesta por Antonio Gramsci respecto a que el intelectual se definirá por el lugar y por la función que ocupa en el conjunto de las relaciones sociales.