Resumen
En este artículo se describe el perfil editorial y político de la revista fundada por Vicente Lombardo Toledano: Futuro (1933-1946) y se presentan las trayectorias artísticas y literarias antifascistas promovidas por esta publicación.
Palabras clave: revista, Futuro, publicaciones, antifascismo, Vicente Lombardo Toledo, México.
Abstract
This article describes the political profile of the magazine Futuro (1933-1946), founded by Vicente Lombardo Toledano, and analyses the anti-fascist art and literature promoted by this publication.
Keywords: magazine, Future, publications, anti-fascism, Vicente Lombardo Toledo, Mexico.
Una publicación doctrinaria
La revista Futuro se publicó en la Ciudad de México a lo largo de 13 años en un periodo marcado por significativos cambios políticos y sociales en el país y en el mundo. El primer número apareció en diciembre de 1933; el último, en octubre de 1946. Con una regularidad mensual, aunque hubo momentos en los que salió quincenalmente o cada dos meses, esta publicación tuvo tres épocas: la primera abarcó de su fundación a mayo de 1934; la segunda, de septiembre de 1934 a noviembre-diciembre de 1935; y la última, de febrero de 1936 a octubre de 1946. En total se publicaron 139 números. El precio del mensuario no fue estable, los convulsos años de la Segunda Guerra marcaron los costos de su producción: en sus inicios valía 25 centavos; luego, 15; finalmente, 50. El tiraje osciló entre los 5 mil y los 35 mil ejemplares. Por datos de la propia publicación se puede suponer que Futuro tuvo una distribución nacional y, en sus mejores momentos, continental. La figura central, y director de la revista durante sus tres épocas, fue el intelectual, político y líder obrero Vicente Lombardo Toledano.
Desde sus inicios, Lombardo delineó muy claro el perfil de Futuro. Se trataba de un medio de difusión de ideas y de análisis político-coyuntural con un objetivo específico: contribuir a la información y formación de una opinión pública en el periodo posrevolucionario mexicano. El primer número de la revista se abre con una editorial que, escrita por el líder obrero, funciona como la presentación de un programa político-cultural:
La revista Futuro se propone servir, en la medida de las posibilidades con que cuenta una publicación de su género, a la sociedad de mañana, juzgando el pasado y el presente en todos sus aspectos y exponiendo las ideas que tratan de cristalizar en las instituciones del porvenir. Los problemas económicos políticos, jurídicos, morales, religiosos y artísticos, todos los asuntos que parecen dar vuelta con una velocidad de torbellino en este siglo, unidos estrechamente como en una ronda de seres acongojados hasta el terror, de optimistas hasta la ardiente profecía mesiánica o de individuos simplemente dispuestos a vivir la vida con pasión sincera, constituirán el objeto de nuestros juicios y de nuestras informaciones.[1]
De estas palabras se pueden destacar tres aspectos: la revista surgía en el ambiente de consolidación de algunas instituciones; tenía un carácter informativo sobre el acontecer nacional e internacional y deseaba contribuir a la formación política e ideológica de sus lectores en el marco de un universo doctrinario de izquierda.
En principio, hay que subrayar que le trayectoria de Futuro no puede verse desligada de las instituciones derivadas de la revolución mexicana. De forma particular de aquellas que surgieron del movimiento obrero. Cuando fundó esta revista, Lombardo Toledano estaba involucrado en la depuración y renovación de la Confederación Obrera Revolucionaria de México (CROM). En retrospectiva, Futuro acompañó las andanzas del político poblano en la creación de instituciones al servicio del movimiento sindical: en un principio fue una respuesta a la CROM; después, a partir de 1936, se vinculó con la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y, finalmente, con la Universidad Obrera. De ahí que el desarrollo de este mensuario tenga que verse en relación con esas organizaciones obreras creadas durante ese periodo.[2]
En segundo lugar, la revista se concebía como un espacio donde “juzgar el pasado y el presente” para analizar problemas “económicos, políticos, jurídicos y morales” de México y el mundo. Por esta razón, en ella aparecieron numerosos trabajos de análisis coyuntural sobre los movimientos sociales y políticos del momento. En la revista se publicaron textos sobre los cambios internos en el país. Hay ahí una defensa de las políticas sociales del cardenismo, un análisis de la educación socialista, reportajes sobre la expropiación petrolera, artículos sobre los cambios constitucionales, notas sobre los movimientos obreros, noticias sobre el surgimiento del sinarquismo, opiniones sobre los cambios presidenciales de Ávila Camacho y de Miguel Alemán. En fin, en las páginas de Futuro hay un cuadro de época del México de los años treinta y cuarenta. Al mismo tiempo, en esta publicación se encuentra un seguimiento de los más importantes acontecimientos europeos y americanos. En las páginas de Futuro se analiza el desarrollo de la Guerra Civil española, el movimiento fascista italiano, el nazismo en Alemania, los momentos más dramáticos de la Segunda Guerra Mundial, el régimen colaboracionista de Vichy y los primeros acuerdos y reacomodos posbélicos. También hay ahí trabajos y noticias sobre las dictaduras en Centroamérica; sobre Somoza en Nicaragua y Hernández Martínez en El Salvador; sobre el asesinato de César Augusto Sandino; sobre el movimiento obrero en Cuba, Ecuador, Argentina y Brasil.
Finalmente, y quizá de manera central, Futuro fue una publicación doctrinaria donde se consolidaron las discusiones y las herramientas teóricas de una cultura de izquierda en el México de ese periodo. Uno de sus objetivos centrales fue publicar y dar a conocer trabajos sobre marxismo, materialismo dialéctico y socialismo. Hay ahí textos clave de teoría política y análisis económico. La intención era proveer de una biblioteca básica al lector del mensuario. Por esta razón, la publicación se puede ver como un escaparate de la cultura intelectual de la izquierda militante y sindicalista. En ella se dieron a conocer trabajos originales de políticos y teóricos del marxismo, además de adelantos de libros publicados por editoriales asociadas a la militancia comunista de ese tiempo.[3]
De los distintos frentes políticos e ideológicos que confluyen en Futuro se puede destacar uno por su protagonismo: su carácter antifascista. Esta posición no era algo común entre los medios de gran tiraje en ese momento. En periódicos como El Universal Gráfico (la versión matutina), Novedades, Últimas Noticias, Excélsior no eran escasas, en columnas de opinión y en algunas noticias, las abiertas expresiones a favor del franquismo, de Hitler o de Mussolini. Trabajos actuales confirman las labores y el financiamiento de la diplomacia nazi en México entre los medios impresos. Ese fue el caso, por ejemplo, del almanaque de Excélsior correspondiente al año de 1938 que está dedicado por completo a mostrar las “bondades” del régimen nazi.[4] De entre los diversos antifascismos del periodo, Lombardo Toledano y la revista Futuro se inclinaron por la posición pro-soviética. Pese a no pertenecer al Partido Comunista, Lombardo se acercó a la órbita soviética de manera mucho más contundente a partir de su viaje a la URSS en 1935 y de la llegada de Trotsky a México a principios de 1937.
Para llevar a cabo este proyecto editorial, Lombardo Toledano se rodeó de numerosos políticos, intelectuales, escritores y artistas vinculados con la izquierda mexicana. Los distintos consejos editoriales de la revista incluyeron tanto a militantes comunistas, experimentados en asuntos de periodismo, como a jóvenes escritores y artistas plásticos asociados a movimientos obreros. El núcleo central del consejo editorial de Futuro estuvo conformado en distintos momentos por Xavier Icaza, Alejandro Carrillo, Enrique Ramírez y Ramírez, José Alvarado, César Ortiz, entre otros.
Sin embargo, también es necesario señalar que las complejas características políticas del momento propiciaron que Futuro contara con una planta de colaboradores intensamente internacional. En sus páginas se dieron cita exiliados europeos y americanos que, perseguidos por regímenes autoritarios, encontraron en México un espacio de refugio. Fue el caso de los exiliados centroamericanos; de los refugiados españoles a partir de 1938; de los exiliados antifascistas de lengua alemana, agrupados en México en torno a la revista Freies Deutschland; de las intelectuales francesas, Marguerite Jouve y Simone Téry; de los activistas políticos italianos, Mario Montagnana, Francisco Frola.
Sin embargo, como bien se anunciaba en el primer número de la publicación, Futuro no solo trató problemas económicos, políticos y sociales, también difundió un arte y una literatura que, asociados a los movimientos obreros, dejó testimonio de una estética claramente vinculada al universo del antifascismo. En las páginas que siguen describiré de forma muy general las líneas más sobresalientes de esa creación artística y literaria.
Arte antifascista
Durante su primera época, de diciembre de 1933 a mayo de 1934, la revista se publicó quincenalmente y tuvo un formato de 21.5 x 32.5 cm. Las portadas eran a dos tintas, con un diseño atrevido y complejo. El director gráfico en ese primer periodo fue el artista plástico Emilio Amero; el fotógrafo, Agustín Jiménez; el dibujante, Guillermo Toussaint. Estas tres figuras crearon un sobresaliente perfil artístico de la publicación. Amero aportó elementos centrales para el diseño; Jiménez, fotografías; Toussaint, elementos gráficos.[5] Durante este primer periodo destacan las intervenciones fotográficas de Tina Modotti, Emilio Amero y Manuel Álvarez Bravo; los fotomontajes de Agustín Jiménez, Ignacio Larios; las reproducciones de obras de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Fermín Revueltas y Leopoldo Méndez. El universo plástico se complementó con la publicación de algunos textos de crítica de arte de Luis Cardoza y Aragón -recién llegado de Guatemala-, de Manuel Maples Arce, de Juan O’Gorman, de Gabriel García Maroto y del propio Vicente Lombardo Toledano.
Durante la segunda época, la revista apareció mensualmente, salvo los últimos dos ejemplares que son bimensuales, y cambió de formato. En este periodo se publicaron 13 números, de septiembre de 1934 a noviembre-diciembre de 1935. Las nuevas dimensiones físicas acercaron la revista a un formato de libro: 14.5 x 20.4 cm. Los números se volvieron monográficos. Las portadas invariablemente fueron rojas con juegos tipográficos muy discretos. Las experimentaciones visuales casi desaparecieron. Lo más destacado en el ámbito artístico de este segundo momento es el número completo dedicado a reproducir las obras del dibujante estadounidense Jacob Burck,[6] un artista profundamente vinculado con los movimientos y los diarios obreros de su país. La razón de este cambio es clara: los artistas, encargados del diseño, de los fotomontajes, de las foto-ilustraciones ya no se encontraban para ese momento en la revista. En su lugar ingresaron, como gerente, Xavier Icaza –en un primer momento- y Alejandro Carrillo –después- y, como secretarios de redacción, Antonio Bernal, Efraín Escamilla y Manuel Moguel Traconis. En esta época predomina la publicación de documentos sobre el sindicalismo, así como artículos y ensayos sobre la reforma al artículo tercero de la Constitución y la educación socialista. Son años en que la revista acentúa su carácter doctrinario y formativo. La intención era dar a conocer artículos, documentos, opiniones, reflexiones sobre problemas agudos que vivía la sociedad mexicana del momento.
La tercera época es quizá la más atrevida visualmente. El periodo estuvo signado por la fundación de dos instituciones en las cuales colaboró de forma activa Lombardo Toledano: la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y la Universidad Obrera de México, ambos organismos creados en febrero de 1936. Ese mismo mes aparece el primer número de la tercera época de Futuro. Las ilustraciones, los dibujos, las carátulas y, en general, el diseño artístico de esta tercera época está marcado por los trabajos de Josep Renau, Santos Balmori, Luis Audirac, Luis Arenal, Leopoldo Méndez, Juan Madrid, Lola Álvarez Bravo, Julio Prieto, Xavier Guerrero, entre otros. Las técnicas del fotomontaje, con arriesgadas propuestas vanguardistas, marcaron de forma indeleble varias de las portadas de este periodo.[7] El impresionante universo artístico asociado al movimiento sindical no era propio de ese periodo ni de esta publicación. Se trataba de una tradición ya establecida en el país. Desde las primeas aproximaciones al universo obrero en la pintura de Saturnino Herrán o José Guadalupe Posada, pasando por el muralismo, la LEAR y las distintas publicaciones que acompañaron esos movimiento (El Machete, Frente a Frente, Lux) se puede establecer una narrativa visual del imaginario obrero y sindicalista mexicano en las obras de arte de las primeras décadas del siglo XX.[8] El vínculo entre arte y movimiento obrero quizá es una de las características más destacas y estudiadas dentro del universo intelectual de Futuro. Hay que destacar, sin embargo, que al lado del movimiento plástico también se generó un universo literario antifascista que hasta ahora ha sido poco explorado. Las grandes líneas que vinculaban literatura y política en esos años se presentaron de forma muy explícita en Futuro.
Literatura antifascista
La tercera época de la revista Futuro fue, sin lugar a dudas, la más rica en expresiones literarias. A lo largo de una década, de 1936 a 1946, la publicación albergó poemas, cuentos, ensayos y crónicas tanto de exiliados europeos y americanos, como de escritores mexicanos, jóvenes o ya consolidados. En las páginas de Futuro se dieron cita poemas de Pablo Neruda, Rafael Alberti, Pedro Garfias, Nicolás Guillén, Emilio Prados; cuentos de Juan de la Cabada, Gonzalo Aguirre Beltrán, José Mancisidor; crónicas de guerra de Andrés Iduarte; reportajes de Simone Téry, Marguerite Jouve, Loló de la Torriente; ensayos de Alfonso Reyes, Octavio Paz, José Revueltas, Efraín Huerta, Efrén Hernández; artículos de opinión y entrevistas con los exiliados de lengua alemana reunidos en torno a la revista Freies Deutschland. Sobre ese universo literario en Futuro tratan las páginas que siguen.
Las participaciones literarias a nivel internacional estuvieron marcadas por los acontecimientos de la época. En muchas de ellas se expresaba el preocupante y angustioso ascenso de las fuerzas nazi-fascistas. Las condiciones que vivían en esos momentos España, Alemania e Italia urgían al involucramiento de la literatura con la historia. Así, uno de los temas más importantes es el de la Guerra Civil española. Numerosos poemas publicados en la revista recrean, a partir de agosto de 1936, la dramática situación de la península. Algunos tópicos tratados en esos poemas pueden servirnos para representarnos el imaginario político cultural de esta literatura. En principio podrían considerarse las figuras asociadas al fascismo: la guerra, el dictador, el colaborador fascista; después, los tópicos que recrean las coyunturas específicas y los personajes propios del universo antifascista: el soldado de las brigadas internacionales, la necesidad de una unidad política. Comencemos por los primeros.
Pablo Neruda dio a conocer dos de los poemas que integraron poco tiempo después su libro España en el corazón.[9] En Futuro aparecieron publicados “Canto sobre unas ruinas” y “El General Franco en los Infiernos”. En el primero se canta la desolación del hombre ante la destrucción de la guerra. El mundo de Madrid, derruido por las tropas franquistas, es visto con angustia y desolación. Mediante una serie de imágenes arremolinadas (que van del polvo a la raíz, del azufre al lodo, de la madera a la cal), el yo lírico transmite en una sensación de desasosiego. Lo que antes era vivo y florido, ahora se ha transformado en muerte, descomposición y ruina:
ved cómo
la madera se destroza hasta llegar al luto: no hay raíces
para el hombre –todo descansa apenas
sobre un temblor de lluvia.
Ved cómo se ha podrido
la guitarra en la boca de la fragante novia –
ved cómo las palabras que tanto construyeron
ahora son exterminios: mirad sobre la cal
y entre el mármol deshecho
la huella –ya con musgos- del sollozo.[10]
En “El General Franco en los Infiernos”, Neruda muestra, a partir de una efectiva contraposición de imágenes, y de un aparente furioso caos enumerativo, una figura aterradora y despreciable: Franco, el general bélico. La imagen del enemigo fascista por antonomasia es aquí el punto de partida para manifestar desprecio, furia y enojo. Los bruscos encabalgamientos de los versos acentúan la sensación de crudeza y muestran ese tránsito atropellado de odio:
Aquí estás. Triste párpado, estiércol
de siniestras gallinas de sepulcro, pesado esputo, cifra
de traición que la sangre no borra. Quién, quién eres,
oh miserable hoja de sal, oh perro de la tierra,
oh malnacida palidez de sombra.[11]
Si el imaginario en torno al futuro dictador fue central, también hubo varias figuras asociadas al universo fascista. Rafael Alberti en su romance “El último Duque de Alba” contrapone las actitudes, las formas y las funciones de los antiguos portadores de ese título con el papel denigrado, por su vínculo con el fascismo, que en esos momentos practican los herederos de ese linaje.
Señor duque, señor duque,
último duque de Alba,
mejor, duque de Ocaso,
ya sin albor, sin mañana.
[…]
Si tu abuelo, cruel, ilustre,
lustró de gloria tu casa,
tú lustraste los zapatos,
las zapatillas, las bragas
de algún torero fascista.
que siempre te toreara.[12]
Esta imagen denigrada de un personaje histórico asociado al poder ahora es contrapuesta, así como contrapone su título de Alba por el de Ocaso, al papel que en esos momentos cumplen los milicianos comunistas.
Señor duque, señor duque,
último duque de Alba:
los comunistas sabemos
que la aurora no se para,
que el alba sigue naciendo,
de pie, todas las mañanas.
Si un alba muerta se muere.
otra mejor se levanta.[13]
Una parte considerable de los poemas publicados en la revista, que tienen como tema central la lucha de la república española, son romances. La forma popular por excelencia de la tradición hispánica era un medio efectivo para transmitir la angustiosa situación límite de una Guerra Civil. La recreación de la idea de un pueblo en armas, frente a un enemigo fascista, era retomada entonces en una fórmula tradicional. Con ella, los poetas se inventaban también los orígenes, simbólico y formales, de la pertenencia a una nación. En ese sentido, sólo me quisiera detener en un romance de Emilio Prados publicado en Futuro a inicios de la Guerra Civil. Se trata de “Hans Beimler”, un poema dedicado a un brigadista internacional muerto en el frente de Madrid. De esta manera, frente a los personajes asociados al fascismo, una figura antagónica surge en varios de esos poemas: la del combatiente internacionalista por la República. Se trata del tópico del héroe solidario con una causa revolucionaria.
Dicen que vas muerto, hermano,
pero tu vida no acaba
porque se sequen tus venas
y se hiele tu garganta.
Si están tus venas vacías,
nuestra tierra está empapada
y aún caliente con la sangre
que de tu corazón falta.
Y si está tu lengua quieta,
aún tiene el aire palabras
con que recordar los ecos
de tu voz en las batallas.
Si están tus brazos tranquilos,
aún se mueven tus hazañas
por los campos de Castilla
entre el rumor de las armas.
No es esto morir, hermano,
sino dar vida y hallarla,
que la muerte, cuando es muerte,
de la tierra nos separa
y tú te quedas con ella,
roja semilla que aguardas,
para crecer con la espiga
que hoy defienden nuestras balas.
Naciste lejos, hermano,
pero la Muerte en España,
te hizo nacer en su tierra
para ganarte a su patria…[14]
Un tópico de la política del momento fue la del frente único. Ante la conflagración y colaboración de los países del Eje, varios actores pugnaron por la creación de un frente que reuniera todas las fuerzas antifascistas. Los antiguos contrincantes políticos (liberales, anarquistas, socialistas, comunistas), ahora veían la necesidad de unirse frente a un enemigo en común. Pedro Garfias publicó un poema con este tópico. En esa composición se burló de las antiguas rencillas y predicó la urgencia de la unidad política. El poema comienza por recordar viejos tiempos de discordia: “Hermano anarquista: hubo un tiempo / en que disputábamos tú y yo”. Esas antiguas diferencias fueron borradas por la violencia franquista:
Tú y yo disputando si Marx, si Bakunin…
¡Ay, qué locos éramos!
Ahora sobre el campo
nuestros compañeros
agujereados
por la misma bala que fundió sus cuerpos
gritan el delito de nuestras disputas.
Hermano anarquista: ahora lo sabemos
[…]
Y Marx y Bakunin se dan un abrazo de fuego,
sellando su pacto de hermanos
allí donde están nuestros muertos.[15]
Además de la tragedia española, que durante un tiempo acaparó la atención de la revista,[16] en Futuro también se dieron a conocer textos de figuras centrales de la tradición literaria alemana que luchaba contra Hitler. Ese fue el caso de Thomas Mann. Los editores de la revista acompañaron la publicación de una carta de Mann con la siguiente aclaración: “Futuro tienen la satisfacción de publicar este intercambio de cartas, en que, por primera vez, el más grande escritor alemán viviente pone en claro con cierta amplitud su posición frente al régimen nazi”. En este texto, después de responder a una lamentable misiva donde se le informaba que su nombre había sido borrado de la lista de Honoris Causa de la Universidad de Bonn, Mann reflexionaba sobre la función del escritor en esos momentos de la historia. Entre líneas, polemizaba con la idea del intelectual “puro”, tan divulgada en el momento, y abogaba por una literatura involucrada con las dimensiones éticas que los acontecimientos de la historia demandaban:
En el Verbo está encerrada la unidad de la especie humana, la integridad de la especie humana, la integridad del problema humano, que a nadie permite, hoy menos que nunca, separar lo intelectual y artístico de lo político y social y encerrarse dentro de la torre de marfil de lo propiamente ‘cultural’ […] ¿Un autor alemán acostumbrado a esta responsabilidad del verbo […] debe permanecer en silencio […] ante el inexpiable mal que se hace a diario en este su país a cuerpos, almas y mentes, al derecho y a la verdad, a los hombres y a la humanidad?[17]
Para esos momentos, la dictadura nazi ya había quitado a Mann la nacionalidad alemana. El escritor terminaba su misiva manifestando la preocupación y la angustia que le despertaban los signos bélicos impulsados por aquellos que lo habían expulsado de su patria. “permítame cerrar esta carta con la breve y ferviente oración: ¡Dios ayude a nuestra obscurecida y profunda Patria y le enseñe a entablar paz con el mundo y consigo misma!”[18]
Además de la tragedia española y alemana, el fascismo italiano y el colaboracionismo francés también fueron objeto de análisis en la revista. Sin embargo, el espacio literario de Futuro estuvo más claramente asociado a los escritores mexicanos. La mayoría de sus participaciones llevaban de igual forma una enorme carga política. En ellas había una preocupación por ese momento del mundo. Así, en Futuro se encuentran ensayos, reportajes, poemas, crónicas y cuentos de escritores ya para ese momento con una trayectoria consolidada: Xavier Icaza, José Mancisidor, Andrés Iduarte. Pero también se publicaron ahí textos de la joven generación de escritores mexicanos: Andrés Henestrosa, Juan de la Cabada, Efrén Hernández, Efraín Huerta y José Revueltas. Algunos ejemplos confirman el talante de esas participaciones.
En el número de abril de 1937, Xavier Icaza publica el ensayo: “Decálogo de la clase media”. Ahí, después de criticar a un tal “Licenciado Cabrera” (¿Luis Cabrera?), Icaza propone la noción de un artista y un productor de ideas acorde con las transformaciones del momento: “En el campo de la producción artística: no debe ser el ‘arte puro’ la consigna de esa producción, sino que ha de alcanzarse sin menoscabo de la emoción estética y con un alcance de alto sentido social”.[19] Varios textos poéticos, narrativos y ensayísticos, publicados en Futuro, confirman esta noción de una literatura alejada de la torre de marfil y del arte purismo y vinculada con una experiencia estética de alcance social. Esto se puede observar en varios cuentos publicados en la revista por dos jóvenes escritores: Juan de la Cabada, Efrén Hernández, Gonzalo Aguirre Beltrán. Solo me detendré en uno de ellos.
En mayo de 1941, Juan de la Cabada publicó el cuento “Juan Fish”, un relato que había sido recopilado poco tiempo atrás en el libro Paseo de Mentiras, publicado por la editorial Séneca. Las palabras introductoras que la revista asentó antes del cuento dicen mucho del universo estético y social al que aspiran las obras literarias que Futuro quiere divulgar. Ahí se encuentra una idea del escritor militante que representa estéticamente en sus obras los problemas y los dilemas de “un pueblo”.
El cuento ha sido uno de los aciertos más claros de la literatura mexicana. Más que en la novela, en los cuentos mexicanos se encuentran las mejores expresiones de la sensibilidad popular […]. Ha surgido recientemente un grupo de jóvenes cuentistas de la mejor calidad: Juan de la Cabada, José Revueltas, Cipriano Campos Alatorre, Efrén Hernández y otros […]. Los cuentos de Juan de la Cabada, radicados en todos ellos en la más limpia esencia popular de México, se caracterizan por la ligereza para manejar los temas más ricos de la vida de nuestro pueblo […]. Juan de la Cabada es un antiguo luchador, militante muchos años en las filas de las organizaciones populares más combativas y por lo tanto más reprimidas, fue de los mexicanos que fueron a España durante la invasión fascista. En los intervalos de la lucha, con la misma sustancia de ella, se hizo escritor. Su primer libro, Paseo de Mentiras, editado por Séneca, se publicó recientemente. De este volumen desprendemos el siguiente relato.[20]
El cuento “Juan Fish” trata la historia de un forastero que llega a un puerto y decide salir a pasear. En el trayecto se encuentra a un grupo de personas que, en medio de la playa, rodea el cuerpo muerto de un enorme negro. Los comentarios de la gente, en torno a ese cadáver apenas vestido, van trazando poco a poco la historia de “Juan Fish”. Por esas frases nos enteramos de la vida de miseria de ese negro que apenas decía unas cuantas palabras en español y que posiblemente llegó en algún barco procedente de las Antillas, Belice o África. Las voces de los reunidos ahí se van contraponiendo para enlazar todo un universo de discriminación y racismo: Juan Fish era una especie de mendigo que ayudaba a toda la comunidad a cambio de unos centavos y algo de comida y bebida. Todos se aprovechaban de él: “Como no entendía el idioma. Lo trataban así porque era negro –sentencia uno – Porque era pobre dirás – reponen otros”.[21] Al final, el cuerpo es recogido por un grupo de médicos, pero no saben el nombre del difunto. De él apenas queda un apodo: Juan Fish. El forastero, que ha presenciado la escena, echa a andar, sorteando el rojo mapa de sangre sobre la arena, y piensa en una cita de Oscar Wilde. El relato, con esas voces contrapuestas, con un narrador omnisciente que se detiene en detalles de la naturaleza, muestra todo un universo de exclusión, rechazo, prejuicios y violencia social. Nada de eso es expresado abiertamente; todo se supone entre líneas, de forma implícita. Se trata de una rudeza implícita.
Uno de los hechos más notables, en lo que refiere a la colaboración de escritores mexicanos, fue que a partir de 1938 comenzó a laborar en Futuro todo un grupo que participaba en otro proyecto editorial de Vicente Lombardo Toledano. Me refiero al equipo de redacción que hacía posible la publicación del periódico El Popular. Este órgano de información y difusión de la CTM, dirigido también por Lombardo, albergó a un grupo de escritores que participó de forma intensa en las páginas de Futuro. Me refiero a José Alvarado, Enrique Ramírez y Ramírez, Efraín Huerta y José Revueltas. Estos cuatro escritores fueron los responsables principales entre 1939 y 1946 de, por lo menos, 6 columnas sin firma de la plana editorial del diario El Popular. Ellos también colaboraron de forma constante en la tercera época de la revista Futuro. De los textos que estos escritores publicaron en la revista de Lombardo, solo me gustaría detenerme en dos ensayos.
En el número de Futuro de 1942 apareció el texto de Efraín Huerta: “El día de la ira”. El joven escritor, que ya para ese momento no solo era columnista de El Popular, sino colaborador del diario El Nacional y reportero de la revista Así, escribió un ensayo que refleja muy bien la apuesta estética que en esos momentos intentaba: una poética de la angustia, la ira y la esperanza. En este texto, el yo que reflexiona ve agonizar un mundo y desea que surja otro. Se trata de un “yo” ensayístico con mucha angustia, rabia y desconsuelo:
La muerte, espinosa, astillada, de esta hora en que todo tortura: el dogma, el egoísmo, cierta sangre mal lograda, -mal augurada-, las lágrimas del impío, los sollozos del borracho […]. Y acá, en doloroso primer término, el cadáver de un soldado, los verdes huesos al aire. Alrededor, árboles tronchados, humo, fango, niebla. Y silencio. Pero luego, en el horizonte, un aliento de perros avanza lentamente. Es la hora de la adivinación, del sueño sin freno, del húmedo delirio y los ojos desorbitados. La hora de los locos. El día de la ira.[22]
Esta sensación de angustia y desasosiego no solo era provocada por el escenario mundial, con Mussolini, Franco, Hitler y la guerra en toda su potencia, sino por el propio horizonte mexicano. El joven poeta en esos momentos seguía de forma detallada las andanadas de la derecha, el repunte del sinarquismo, el financiamiento de los empresarios de Monterrey a los movimientos fascistas en México, la campaña de Juan Andrew Almazán. Todo eso es creaba en el joven poeta, periodista y columnista un universo de angustia y desconsuelo.
¡México tan extraño, tan penetrante! México se nos mete en los huesos como un drama misterioso, hiriente, con esencia de aire de ira, hirviente, aplastante, como un soberbio coro más allá de lo poéticamente admisible. México odiado, calumniado, incomprendido, bestialmente amado, es como un viejo ídolo de andesita: Coatlicue, crispante diosa de tierra, de la muerte y madre de los dioses de los hombres.[23]
Ante ese escenario sombrío, el joven no deja de creer en un paisaje más benévolo para el mundo. El alba, como símbolo de esa solución, se le presenta entonces, al cierre de su texto. La misma alba que poetizó y dejó finalmente en su obra Los hombres del alba, publicada dos años después: “Escudriñemos más allá del odio, del desbarajuste bélico; comulguemos con el alba […], el alba motinera, evidente –apocalíptica si se gusta, ya que también ella exclama ¡Basta!-, el alba de los huesos limpios, la gran enemiga de la hojarasca retórica”.[24]
Cabe suponer que las colaboraciones de Efraín Huerta en Futuro no se redujeron a los textos aparecidos con su nombre. Durante un año completo, de agosto de 1943 a julio de 1944, Efraín formó parte del comité editorial de la revista. Es muy probable que algunos textos no firmados aparecidos durante ese periodo sean de su autoría. Es difícil precisarlo, pero el sentido irónico de secciones como “El perfil del mes” o algunas “Reseñas de libros”, dejan adivinar, en sus rasgos de estilo y de humor, una nota característica de la escritura de Efraín Huerta.
Otra figura que colaboró como parte del comité editorial de Futuro, y que seguramente también escribió en esta publicación algunas notas que no llevaron su firma, fue José Revueltas. El joven novelista, laureado en 1943 por El luto humano, formó parte del comité editorial de Futuro en los últimos números de la publicación: de agosto a diciembre de 1946. Además de las probables notas anónimas, Revueltas publicó en Futuro varios textos con su firma entre 1938 y 1942. Casi todos ellos trataban problemas históricos y sociales del mundo y de México: ahí Revueltas dio a conocer trabajos sobre el nazismo y Polonia, sobre la muerte de Máximo Gorki, sobre la invasión nazi a Francia, sobre China, sobre Lombardo Toledano, sobre la independencia de México. Hay, sin embargo, un ensayo que me gustaría comentar. Se trata de un texto de divulgación sobre las ideas de Marx. El texto se llama, lacónicamente: “Carlos Marx 1883-1940”. En él, Revueltas despliega sus conocimientos sobre el filósofo alemán y deja ver una clara recepción y asimilación de las ideas de uno de los pensadores fundamentales para el siglo XX. El texto está dividido en tres partes. En la primera presenta a Marx como una figura en la que se reúnen de manera ejemplar el pensamiento y la acción, la filosofía y la política, la reflexión y la práctica. En la segunda, llama la atención sobre algunas de las reflexiones de Marx para la coyuntura actual que pasa el mundo (de paso critica la noción trotskista de la “revolución permanente”). Finalmente, Revueltas cierra su ensayo sosteniendo que la importancia y la presencia de Marx en esos momentos se ha vuelto fundamental. El texto del joven novelista parecía responder a una breve polémica que se había presentado unos meses antes entre Samuel Ramos y Enrique Ramírez y Ramírez. Ramos, para ese momento una de las figuras centrales de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, había publicado, en la revista Hoy, el ensayo “El marxismo en México”.[25] Las aseveraciones que ahí había hecho eran provocadoras. Ramos aseguraba que la recepción del marxismo en México había sido endeble y por personajes sin cultura filosófica. La conclusión que sacaba era que no había una recepción inteligente de la obra del pensador alemán. Enrique Ramírez y Ramírez le contestó desde las páginas de Futuro.[26] El intelectual marxista aseguraba que Ramos desconocía por completo la historia de la recepción de Marx y sostenía su texto a partir de falacias. A esta breve disputa parece responder Revueltas, unos meses después, demostrando que las ideas y el conocimiento del filósofo de Tréveris había dejado ya una estela significativa en el pensamiento y en la obra intelectual de varios escritores mexicanos.
El marxismo nació en pleno combate y en pleno combate sigue viviendo. Profesores, filósofos, falsos científicos, poetas consagrados, hombres de Estado hanse unido en un Santa Alianza para “refutar” al marxismo […] a estos “teóricos” se unen los “prácticos” que quieren “refutar” el marxismo en la carne de los marxistas: atrás de las sabias y campanudas declaraciones “filosóficas” siempre están escondidos el gendarme y la prisión.[27]
Cabría preguntarse si esos “profesores”, de “sabias y campanudas declaraciones filosóficas” no recuerdan a la figura de Samuel Ramos erigido como el “filósofo” autorizado de la institución universitaria del momento. Entre líneas se escuchan los ecos de la reciente polémica acerca del marxismo en México. La conclusión que Revueltas deriva del breve recorrido es significativa: “ante los tribunales de la ‘ciencia’ oficial, de la sabiduría burguesa, de los esbirros; ante el pelotón de los fusilamientos y las mazmorras capitalistas, la frase de Galileo sigue resonando: ‘E pur se muove’. ¡Y sin embargo se mueve! Sí, el marxismo se mueve […]. ¡El marxismo está en marcha y nadie podrá detenerlo!”[28]
Con este breve recorrido se podría asegurar que la sección literaria de Futuro tiene todavía mucho qué decir. La apuesta por una literatura política, que lo mismo denunciaba la barbarie nazi fascista, cantaba la solidaridad internacional, reprobaba el racismo, o reivindicaba una lectura de Marx, no ha sido del todo explorada. Acercarse a los textos literarios de esta publicación doctrinaria nos obliga a repensar el estrecho vínculo entre historia literaria, historia política e historia de los medios de difusión. Para el caso del estudio de las artes plásticas del periodo este escenario ha sido fundamental, habría que pensarlo también para el caso del estudio de la literatura.
Bibliografía
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- Valender, James, “Pablo Neruda y Manuel Altolaguirre. Notas sobre la primera edición española de España en el corazón”, en Pablo Neruda, España en el corazón. Himno a las glorias del pueblo en la Guerra, edición facsimilar, Renacimiento, Sevilla, 2004.
Notas
[1] Vicente Lombardo Toledano“Editorial. Nuestro programa”, ed. cit. p. 5.
[2] Sobre la trayectoria vital y política de Lombardo en relación con la creación de instituciones puede consultarse el libro de Daniela Spenser, En combate: la vida de Lombardo Toledano, ed. cit. , pp. 71-185.
[3] Un ejemplo es el caso de Editorial América, dirigida por Rodrigo García Treviño, uno de los colaboradores iniciales de Futuro y muy pronto desterrado del universo lombardista por su cercanía con Trotsky. Fragmentos de los libros de Editorial América aparecieron como avances en la revista Futuro. Cf. Sebastián Rivera Mir, “La difusión del marxismo en tiempo convulsos. Rodrigo García Treviño y Editorial América (1936-1940)”, ed. cit. , pp. 71-98.
[4] Sobre las infiltraciones nazis a los medios de comunicación en México (la radio y el periódico): Cf. Juan Alberto Cedillo, Los nazis en México. La Operación Petrorius y nuevas revelaciones de la infiltración al sistema político mexicano, ed. cit., pp. 161-188.
[5] En la caracterización de cada una de estas etapas sigo, en lo general, las líneas trazadas por el estudio de Getsemaní Barajas Guzmán, El fotomontaje de propaganda política en la Revista Futuro (1933-1946), Tesis de Licenciatura en Estudios Latinoamericanos, pp. 80-100.
[6] “Cartones de Jacob Burck”, ed. cit.
[7] Cf. Getsemaní Barajas Guzmán, El fotomontaje de propaganda política en la Revista Futuro (1933-1946), ed. cit., pp. 110-139 y Paola Uribe, “Josep Renau: militancia política y fotomontaje en México” en http://reflexionesmarginales.com/3.0/josep-renau-militancia-politica-y-fotomontaje-en-mexico/ (consultado en marzo de 2019).
[8] Cf. John Lear, Imaginar el proletariado. Artistas y trabajadores en el México revolucionario, 1908-1940, ed. cit..
[9] La primera edición de España en el corazón es de noviembre de 1938 y se publicó en las imprentas de Manuel Altolaguirre Cf: James Valender, “Pablo Neruda y Manuel Altolaguirre. Notas sobre la primera edición española de España en el corazón”, ed. cit.
[10] Pablo Neruda, “Canto sobre unas ruinas”, ed. cit. p. 12.
[11] Pablo Neruda, “El General Franco en los Infiernos”, ed. cit., p. 38.
[12] Rafael Alberti, “El último duque de Alba”, ed. cit. pp. 21-22.
[13] Rafael Alberti, “El último duque de Alba”, ed. cit. pp. 21-22.
[14] Emilio Prados, “Hans Beimler”, ed. cit., p. 6. Este romance fue reproducido posteriormente en otras revistas con el título de “Romance dedicado al camarada Hans Beimler…”, pero nunca formó parte de alguno de los libros de Prados. Cf. Carlos Blanco Aguinaga y Antonio Carreira, “Bibliografía de la poesía de Emilio Prados” en Emilio Prados, Poesía completa I, ed. cit., pp. 104-105.
[15] Pedro Garfias, “Frente único”, ed. cit., p. 21.
[16] Un número especial fue dedicado a la República española: “Homenaje a España”, Futuro, 3ª época, núm. 8, octubre de 1936.
[17] Thomas Mann, “Yo acuso al régimen de Hitler”, ed. cit., p. 35.
[18] Thomas Mann, “Yo acuso al régimen de Hitler”, ed. cit., p. 36.
[19] Xavier Icaza, “Decálogo de la clase media”, ed. cit. p. 27.
[20] Futuro, 3ª época, núm. 63, mayo de 1941, p. 31.
[21] Juan de la Cabada, “Juan Fish”, ed. cit., pp. 31-32.
[22] Efraín Huerta, “El día de la ira”, ed. cit., pp. 19-22.
[23] Efraín Huerta, “El día de la ira”, ed. cit., p. 22
[24] Efraín Huerta, “El día de la ira”, ed. cit., p. 22
[25] Samuel Ramos, “El marxismo en México”, ed. cit.. Habría que considerar esta polémica como una continuación, con dimensiones menores, de la que años atrás –en diciembre de 1934 y abril de 1935- había mantenido Vicente Lombardo Toledano y Antonio Caso acerca del materialismo histórico y el idealismo. Cf. Carlos Illades, El marxismo en México. Una historia intelectual, ed. cit., pp. 42- 54.
[26] Enrique Ramírez y Ramírez, “Samuel Ramos o la ignorancia del marxismo”, ed. cit., p. 34.
[27] José Revueltas, “Carlos Marx 1883-1940”, ed. cit., pp. 30-31.
[28] Ibid., p. 31.