Trad. Maria Konta
ADOLF HIRÉMY-HIRSCHL, “LAS ALMAS DEL AQUERONTE” (1898)
El mundo, este, que se da aquí y nada más, y que yace aquí (hagan clic aquí para abrir este mundo), caído ahí de una exhalación negra de energía instantánea, onda elemental, deflagración de fotones en la densidad de un vacío dañado, en sí mismo una cisterna oscura y sonora vuelta al revés: puro fuera de sí mismo, amplio agrietamiento escaso, rotura de quarks, escansión métrica expulsada, lanzamiento sin proyecto, proyección en todas las direcciones, creación de astillas, yécción.[1]
De la nada hecho empuje, fue empujado, excrecencia a pelo de un bulbo del universo, tuberosa dilatada, crecida de galaxias, expansión de constelaciones y de polvos, subida, lactosa exuberante, hipérbole exponencial de mundos repleta en el mundo, hecho de nada. Todo derrotado, sin ocupar ningún lugar en ningún espacio fuera de él, todo en todas partes entretejido de lazos de la nada.
Materia ni siquiera formada del sin forme: sino médula sin forma informada de nada. (“¿Quién guía este mundo maltratado?”: Ninguna pregunta, no, ninguna pregunta, pero con todas sus fuerzas se responde.) El alma del mundo: globo de gas listo a chasquear.
El tiempo se extiende. Se rompe sin haber comenzado, apisona y rompe una masa del presente sin pasado, abre de par en par el instante sin precedente, grieta de nada.
ADOLF HIRÉMY-HIRSCHL, “ASUERO EN EL FIN DEL MUNDO” (1888)
El presente se extiende fuera del presente, interrupción brutal de estar presente y de ser nada. Interrupción de ser igual a uno mismo, trayectoria inerte en el mismo lugar. Interrupción que grita de nada, no para, sino presiona.
Sin modelo, sin referencia, sin primer paso, sin providencia, sin posibilidad de decir “sin”: ya que no hay nada de él ahí, de nada. Nada sin él, y él, de nada. Noche o pozo, él no brilla.
Un mundo tan parecido a este, y que mi industria hará surgir ante sus ojos, de tal manera para que no puedan distinguirlo del suyo. De lo contrario, distinguir la nada, y descubrir la ansiedad y el espacio.
Sobresaltos gamma, agujeros negros, profusión de inmanencia elevada, masa horneada de algo.
Minerales esponjosos fusionados enfriados, costras líquidas, hoyos y espigas, helechos, umbelas y colas de caballo, osmonds, protozoos, grandes esqueletos carnosos, de nada, estómagos óseos, bestias apareadas, bípedos sin plumas, juncos a mandíbula batiente, sombra de un pensamiento, de nada.
Frescos y pies de barro, ollas y sartenes, sal, obras mecánicas, erecciones, acciones secretas, incendios, tráfico, comercio, mercancía, el alma del mundo: el mundo por sí mismo, el mundo mismo, de la nada, de una inexistencia hasta el drama retocado. El amanecer con dedos rosados y el hombre con una destreza terrible. Todo un drama de la nada.
Descarga de suciedad abierta a la excavadora, orificio del mundo. Deyecciones, cadáveres, sentimientos rotos.
Bosques vírgenes pero no por mucho tiempo, filosofías elefantinas. Teologías dando las gracias obligadas por este mundo y respuesta: “de nada”. Materia incalificable y ningún obrero calificado. Catástrofe o bricolaje en seco.
Materia acotada limitándose en todas partes. Espíritu naciendo. Expansión de cosas infinitas evaporadas en un perfume funerario. Lanzaderas, pulgas. Gran luto, estruendo, llantos, chirridos y huesos podridos: apenas hecho de nada que se desgasta, se está royendo. Cáncer apretando el corazón. No tiene otro uso. Y nada que decir finalmente. Por último, pero no menos importante, nada. Nada de arrepentir ni de esperar.
¿Por qué esperar lo que ya está allí, de nada? ¿Qué esperar? Algo más, algo adicional (no es necesario): es un exceso, o un acceso. De nada, a nada. Siempre lo hemos sabido, y llegamos demasiado tarde. Pero siempre comienza de nuevo. Nunca es demasiado tarde. Nunca a tiempo, siempre fuera de tiempo. Justo algunas diferencias de cadencia. Un tiempo, un solo, a contratiempo, y he ahí la aterradora realidad de las cosas.
Ahí estás un búho desconcertado en la noche del altillo que a la vez una antorcha ilumina. Pupilas dilatadas deslumbradas del día blanco que revela: nada más que su resplandor blanco. Óptica de aguja fichada corazón ciego del ojo incautado que yace ahí radiante sorprendido de la nada. (Hagan clic aquí para abandonar)
Notas
[1] El texto original intitulado “ex nihilo” fue publicado en la revista Vacarme, n. 10, invierno 1999, p. 67. En línea el 2 de enero de 2000. Véase: https://vacarme.org/article883.html