Revista de filosofía

La Máquina Félix

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Resumen:

El presente artículo elucida la importancia de la obra de Félix Guattari para pensar el presente y la producción de subjetividad a partir del disenso y diálogo tenso e intenso con Jacques Lacan y el estructuralismo francés de posguerra. La máquina[1] Félix replantea la filosofía y el psicoanálisis.

Palabras claves: Guattari, Lacan, Máquina, estética, estructura.

 

Abstract:

The present article analyzes the importance of the work of Félix Guattari to think about the present and the production of the subjectivity of the discourse and the tense and intense dialogue with Jacques Lacan and the postwar French structuralism. The Felix machine rethinks philosophy and psychoanalysis.

Key-words: Guattari, Lacan, Machine, aesthetics, structure.

 

Si tuviera que llegar a forzar alguna
reactivación de la palabra, llamaría
semiótica, a toda disciplina que parta del signo
tomado como objeto. Es ahí donde está el
obstáculo para captar. En primer lugar, no
crean que el signo no es asunto mío. Por el
contrario es lo primero y será también lo último.
Psicoanalista es del signo que yo estoy Advertido
Lacan, Radiofonía[2].

 

Una estética inmanente / Una estética de la existencia

Asociado desde muy temprano a la aventura ejemplar de la clínica La Borde, creada por Jean Oury en 1953, cuya organización es tributaria del famoso seminario parisino -Lacan seminarista-, al que Oury y el equipo directivo de la clínica, asistían todos los miércoles a cualquier precio, primero, a Saint-Anne (hospital psiquiátrico de larga data) y, luego, a L’École Normale Supérieure (ENS) en la calle de Ulm. Félix Guattari psicoanalista devenido luego esquizoanalista, militante político, pero sobre todo barquero –passeur-[3] modélico entre universos hasta allí separados, ha afirmado siempre que los investimentos libidinales se despliegan en todos los campos, económicos, sociales, culturales, materiales, animales, vegetales, cósmicos. François Fourquet dice de Félix que era una “parlante”. Podríamos retomar con gusto otro término: un “clarividente”. En esta ocasión me interesa Félix Guattari psicoanalista lacaniano. El mismo que alcanzó la nominación de Analista miembro de L’école freudienne de Paris, siempre un practicante del análisis y miembro de la susodicha escuela hasta su disolución, declarada por su fundador, el 5 de enero de 1980.

JEAN OURY

JEAN OURY

Guattari con frecuencia señaló que su análisis con Lacan le permitió la enunciación de su experiencia subjetiva (dixit), y sostenía que, en una palabra, todo lo que es del orden de la interpretación, de la neutralidad y de la transferencia, tal como son practicadas hoy por el psicoanálisis constituyen en verdad intervenciones micropolíticas mayores. En una entrevista con Ève Cloarc,[4] cuenta sobre su análisis: las sesiones son variables, en ocasiones media hora, la mayoría de las veces son tres o cuatro minutos fraccionados en dos o tres sesiones en un mismo día, entrecortadas por momentos interminables en la sala de espera. A veces, después del seminario -dinero mediante- la sesión se prolongaba en el auto de Guattari, cuando éste llevaba a Lacan hasta su domicilio en la calle Lille; “es parte del análisis”.

En la operatividad de un verdadero agenciamiento colectivo de enunciación a dúo o a título personal cuestiona, después y con Lacan – el psicoanálisis y su práctica. Quizás, uno de los entornos en los que habla mejor del psicoanálisis y de su análisis propiamente, es en Las tres ecologías-[5] y sin lacanismos- jamás dice hay que deshacerse de él, señala más bien su catecismo, lo anquilosado, y nos prepone su rehabilitación, podría casi susurrarnos: si en el presente nos volvemos hacia una disciplina como el psicoanálisis, que pretendió afirmarse como científica, será cada vez más patente, que tiene todo por ganar si se coloca bajo la égida de este nuevo tipo de paradigma estético procesual. Sólo por este camino podrá reconquistar la creatividad de sus años locos de comienzos de siglo. El psicoanálisis tiene vocación (según dispositivos, procedimientos y referencias renovadas y abiertas al cambio) de engendrar una subjetividad a salvo de las modelizaciones adaptativas y susceptibles de armonizar con las singularidades y mutaciones de nuestra época. En ese texto habla de un agenciamiento para tomar cuerpo, como hecho y proceso expresivo, que no puede evitar un circunloquio pseudonarrativo (¿no es esto lo que se hace en cada sesión de análisis?) pero que el psicoanalista de hoy, más que los de antaño se escudan en una “estructuralización” de los complejos inconscientes, que los conduce a la esterilidad, al dogmatismo y estereotipia que los hace impermeables a la alteridad singular de sus pacientes. Propone, paradójicamente, que respecto de los procesos de subjetivación sea de las ciencias “duras” donde quepa esperar el cambio más espectacular, pues son ellas las que invocan la necesidad de introducir en física un “elemento narrativo”. L’école Freudienne le ha endilgado y reprochado que estaba en contra de los matemas. Pero a Lacan mismo tampoco se le perdona que haya propuesto en el seminario el mismo día: el “mathème” y “lalangue”, con una sola palabra, los snowboards no le perdonan que además, se haya comprometido en los nudos como matema, luego de ponerse hablar de manera debrayada con fragmentos de palabras de distintas lenguas, hacer con la homofonía neologismos armados a la Joyce. Guattari habla (con/tra) Lacan. ¿Con que aparato lenguajero, entonces, leerlo? Bajo la propuesta de las intervenciones que hace: ¿cómo leer el estilo Guattari?

Félix, no médico, pero integrante y activo participante en el seminario que un “Lacan in progress” sostenía anualmente, en distintos foros y con distintos públicos -El Hospital psiquiátrico de Saint-Anne, L’École Practique des Hautes Etudes (EPHE); L’École Normale Supérieure (ENS): La facultad de Derecho, el Foro de Panthèon- entre los años 1953-1981, formó parte de la creación de L’École Freudianne de París (EFP), en 1964, a la que prontamente sugirió la publicación de un Boletín que se llamó Lettre de L´école Freudienne (convertido hoy en un legajo testimonial de la vivacidad y creatividad de dicha escuela) su apuesta, sacar a esa escuela de su tendencia al encierro sectario. Una vez que el seminario se traslada a ENS el público asistentes resulta heterogéneo ya no son sólo los psicoanalistas. Consternado, mira el ascenso de normalianos, de todas las corrientes maoístas asociados a Jacques-Alain Miller, se abre una competencia ruda.

Gilles Deleuze y Félix Guattari, entre el 68 y el 72, habían puesto a Lacan en sobre-aviso de una forma que afectaba al pensamiento: “La repetición es la muerte. Utilizar a Marx o a Freud en el modo de la repetición es entregarse a una suerte de adulación mortífera”. Uno de los deseos expresados es que las grandes referencias tutelares pasen la prueba de la práctica contemporánea, de los envites del presente en cada uno de los campos… El psicoanálisis no tendría porque verse excluido de dicha exigencia. En 1969, escribe un texto presentado en uno de los congresos de la EFP que toca el corazón del paradigma del estructuralismo, “Maquina y estructura”,[6] ya en este texto Guattari retoma categorías de análisis de la obra de Gilles Deleuze, Diferencia y repetición, publicada en 1968. Por otra parte, Gilles ya había publicado ¿En qué se reconoce al estructuralismo?”-, [7] a Roland Barthes le interesa ese texto, y se lo pide para publicación en Comunnications. Guattari habla del tema en el diván de Lacan, quien se indigna y le espeta pero, ¿por qué no en la revista Scilicet? [8] Guattari puesto en un brete le pide a Barthes que renuncie a la publicación. Sin embargo, el texto aparece publicado en 1972 en la Revista Change de Jean Pierre-Faye. Esta historia relatada en la biografía cruzada, desconoce un dato, la Revista Scilicet se funda sobre el principio de texto non-signé. Pero, si Guattari esperaba convertirse en un interlocutor privilegiado en la escena intelectual parisina una publicación en Scilicet no tendría pertinencia, se dice que Guattari toma distancia del “lacanismo” a partir de su trabajo con Gilles Deleuze, aserción francamente desmentida, es en sus Conversaciones que el mismo Deleuze explicita, fue “Guattari quien me saco del psicoanálisis… porque nosotros ya estábamos en otra parte. Había una especie de chirigota continua y viva, formas carnavalescas de burla, crítica y radicalización”.

En su vivacidad, Guattari encontraba fórmulas que daban en el blanco[9] y lo volvían un excelente polemista, a su pesar, frecuentemente involuntario. “Recuerdo la impresión, casi fisiológica, una especie de estado vibratorio, -describía Jean Pierre Muyard, médico en La Borde- cautivante, como un proceso de conexión. Su inteligencia era excepcional, el mismo tipo de inteligencia que Lacan, una energía luciferina. Lucifer es el ángel de la luz”. Lo que podemos constatar en la participación fluida e intensa que efectuaba en el seminario oral de Lacan, consulten las estenotípias y los registros varios de los seminarios a los que asistía; es importante hacer notar que estas intervenciones son suprimidas y proscritas en las versiones oficiales del Seminario producidas por la familia Miller, Seuil / Paidós. Sólo una muestra de ello -más adelante me ocuparé de una sus intervenciones muy tempranas y claves de su participación en dicho seminario, y bastante desconocidas, por lo demás, por muchos de los actuales adeptos del psicoanálisis. Sólo una muestra: la intervención en El Acto Analítico,[10] sesión del 31 de enero de 1968 inserta: “Ahora bien, pienso que en estas condiciones, hay una incertidumbre que se manifiesta en el mismo funcionamiento de la escuela. ¿En qué constituyen la Sociedad de Psicoanálisis, L’école Freudienne, un garante de este acto de recuperación freudiana?

Una interpelación al psicoanálisis

En la intervención para la televisión griega,[11] Guattari al retomar cómo el psicótico nos interpela provocando una desterritorialización, permite, por el contrario, reactivar preguntas sobre lo que hacemos con la locura y la psiquiatría, pero también con nuestra vida, con nuestra muerte, finitud y singularidad en el meollo de la existencia. Uno queda sacudido al constatar la pertinencia y la actualidad de lo que él decía en el año 1991, sobre el Estado, la evolución del mundo y la sociedad. Hay una manera de hablar ligera sobre conceptos en un lenguaje ordinario que hace pensar en el Nietzsche de Deleuze de 1965. ¿Por qué no preguntarnos por este modo? ¿Por este estilo? Una extraordinaria capacidad para pulverizase los conceptos, en su hábito de hablar y manipular los conceptos que descolocaban a los participantes en los grupos de trabajo, las discusiones daban lugar a vuelos repentinos que provocaban reacciones vivas, agresivas, defensivas o extrañas.

No hay un pelo de humanismo en sus palabras, Guattari señala cómo el humanismo marcha con el individualismo, el yo, el mundo, dios, la causalidad, la finalidad, las categorías del pensamiento. Su rechazo a los “universales” como facts, datos intangibles -representación simbólica de atributos- lo conduce a proponer otra manera de concebir el “ser” como producción y creación por circuitos rizomáticos. Si los hombre se creyeron dones de Dios, creaciones, lo que les quitaba toda responsabilidad sobre lo que les acontecía, su futuro en la vida, su futuro como especie, ahora los hombres tienen una responsabilidad por el porvenir del ser, el ser no es más un don de dios. Guattari anuncia “Dios somos nosotros”. Pero con una responsabilidad por el futuro del ser que deberá ser producido por una enunciación colectiva, un trayecto colectivo en las antípodas de una recuperación de estas cuestiones por parte de algún Estado sea cual sea.

Difícil no escuchar esta respuesta que da en una entrevista al periódico El País[12] en 1992, horada las orejas:

“El límite del psicoanalista es que desconoce el trabajo clínico y no se ha enfrentado nunca con auténticas psicosis. Ignora además la complejidad de las relaciones socio-administrativas, la tarea de organización y formación de equipos, los aspectos políticos de la alienación. En una palabra, el psicoanalista hace música de cámara, mientras que el psiquiatra hace de orquesta. Evidentemente, no se trata ni de la misma superficie sonora ni del mismo modo de expresión”.

Fuerte golpe que perturba y nos conduce a un libro de 1976, un intento de atestiguar lo que pasa en La Borde. El derecho a la locura,[13] una clínica psiquiátrica fuera de lo norma, organizada bajo el principio de ‘la psicoterapia institucional’ basada, tanto en la responsabilidad del enfermo como la de los cuidadores. En este libro hay un prefacio de Jean Oury, se está en un momento en el que, en La Borde, hay un resurgimiento del lugar para las discusiones, los debates políticos, las querellas ideológicas, y el montón de índices que rectifican pero, “no es eso” (“mais, pas ça”) “no es eso”.

Guattari también contribuye con un prefacio al libro y dice cosas importantes: La Borde no es nada, no le incumbe a nadie, y les voy a decir un secreto, La Borde es un agujero negro. corren los años 1976, y evoca a continuación la red psiquiátrica alternativa belga (cercana al movimiento antipsiquiatrico) y dice del libro escrito por personajes importantes de la clínica, ¿será necesario interrogarnos sobre ellos -los autores- sobre lo que los conduce a la escritura? ¿estarán mal colocados? ¿eso los desborda? ¿se puede escribir un libro sobre una experiencia? Si ellos aún quieren escribir: será mejor hacer una novela (Roman). La Borde es siempre demasiada vieja y aún no ha nacido. Pero, ¿Qué es un encargado del diseño? ¿Qué es un concepteur? ¿Qué estamos a punto de hacer, aquí? Hay una línea de fuerza que nos acerca, tenemos la idea de que vamos a hacer algo nuevo. Todo lo que se cuenta en este libro es un tejido de la vida cotidiana en la clínica, capítulos sobre los espacios, los tiempo, los ritmos, la agenda, los horarios de trabajo, referencias numerosas en materia de organización de las noches, las visitas, los diálogos en los talleres, no se habla de la teoría esquizo-analítica, se habla a ras del suelo, hay diálogos entre el psiquiatra Polack y la “esquizo” de la consulta de ese día, nos recuerda a Artaud, ella cuenta que tiene un padrastro (la petit peau – cutícula), en un juego significante se deja escuchar: petit-peau-là, homofonía con Polack… y Guattari dice: Atención el lenguaje en La Borde, los problemas lingüísticos, los juegos de palabras, los montajes significantes, son interesantes, pero eso se vuelve ritornelo. Es cuestión de la glaciación, una glaciación, es un estado transitorio del agua, se modifica y luego se deshace.

Pero de los altibajos no se sabe nada, hasta que se producen, mientras que nosotros estaríamos encantados con tener línea, de encontrar el punto de consensus que nos daría la impresión de que algo hemos aprehendido, pero en estos pequeños detalles de la vida cotidiana en La Borde, el diseñador (concepteur), es la cartografía fabricada por cada uno, deshecha, perturbada, remodelada todos los días, en la época Guattari le llamaba “La Grille”[14], que también es que uno está en la parrilla (grill). El libro nos interpela, haciendo la pregunta sobre ¿cómo se hace una transmisión? Problemas de bordes, la borde, márgenes, travesías, cruces, esto siempre resurge de costado, y eso se destruye, y muere como necesidad. El equizo aporta la destrucción; la-borde le-bord-peau-lá-polack, Guattari no lo rechaza; pero si en una práctica, uno se aferra a estos juegos significantes para hacerlos relucir, o para atarlos a significaciones, eso no funcionará. Hay en Guattari una fórmula formidable, nos advierte Mayette Viltard-, para decir que en las seudo – narraciones, hay cortes significantes, que no están mordidos por la metonimia, y dice que estos cortes producen “un efecto estroboscópico[15] a-significantes”, es ahí donde está el movimiento impersonal, asignificante, y que hablando propiamente es el rizoma, que también es, o por lo menos se lo pude esperar, el movimiento de cura; por el lado de la revolución expresiva. Nada más grande y revolucionario que lo menor, [16] Dios, luego, está en los detalles. Tiene fama de ser todo lo contrario de un intelectual puro, lucha en todos los campos contra “una rigidez metodológica”, Aún con esta respuesta, nunca dejó de practicar el análisis.

“Si se me dice ¿qué es este eclecticismo?: ¿psicoanálisis, filo, política?, todo esto… si yo leo esta interrogación en ciertas miradas exasperadas, he aquí lo que tengo ganas de contestar: “disponiendo a partir de lo que ha sido toda mi vida”. Cuando yo era chico, yo estaba, si puedo decirlo, en fragmentos, un poco esquizo, en los bordes, de verdad. Entonces yo pasé años y años intentando rearmarme, cuestión que, al rearmarme, al volver a pegarme (rejuntarme), yo arrastraba las puntas de realidades diferentes. Yo viví en una suerte de sueño con relación a mi familia, una pequeña burguesía, no tan mala de todos modos. Mis estudios muy solitarios; enojado con la autoridad y después me interesé en poesía y filosofía. Quedé interesado por la política y actividades sociales, había cambiado de repente de estilo, de preocupaciones, de personajes, al punto que en mi familia me llamaba Pierre y Félix en otros mundos. Terminé, terminé es mucho decir, sólo había comenzado a reunirme un poco hacia los cuarenta por un trabajo con un amigo que tuvo la capacidad de tomar en cuenta todas mis dimensiones. Entonces, joven como me recuerdo siempre tuve la preocupación de articular esos diferentes niveles que me fascinaban: filosofía de la ciencia, lógica, biología, los primeros trabajos cibernéticos, la militancia. Caminando en conjunto con esto, en otra dimensión, una crisis de angustia que me asaltaba literalmente a la garganta, un sentimiento de pérdida existencial irremediable. Y luego tuve mi golpe de suerte, un encuentro feliz, el de Jean Oury que me hizo fijarme en un lugar de trabajo y de vida en la clínica La Borde, experiencia innovadora en el cruce de psiquiatría y psicoanálisis, el encuentro con Lacan, quien durante los primeros años en que lo conocí, tuvo conmigo una relación atenta y al mismo tiempo amigable. Hasta el día en que eso se estropeó, en particular con la irrupción de ese personaje que prefiero no calificar, Jacques-Alain Miller y su grupo de la calle Ulm que establecieron una especie de simbiosis monstruosa entre el maoísmo y el lacanismo”. [17]

Para que las ideas no se caigan de las manos, no sólo para clarificar a partir de un agenciamiento de enunciación, es preciso que busquemos un polígono de sustentación de las ideas. Para volver a ligar estrechamente este aporte crítico con aquel que más tarde se emprendió con Deleuze sobre ciertas referencias psicoanalíticas y para no salir de una perspectiva crítica. Claro que es posible vislumbrar una perspectiva metodológica, e intentar dar cuenta, de otra manera, algunas prácticas de intervención, se tratará entonces, de formular en esta perspectiva, una serie de puntos de referencia (de guía, de rastro), del cual el primer objeto sería el de servir de parapeto (garde-fou), de impedir caer en esa especie de evidencias, de ideas recibidas, que se nos pegan verdaderamente a la piel, en estas “profesiones”. Guattari- vacilante, pero insistente- aguijonea, nos empuja a ensayar, sobre todo si uno toma seriamente sus propuestas y discusiones de las diferentes avanzadas teóricas.

¿Por qué no especificar una problemática relativa a la subjetividad, a las pulsiones, a los afectos, a las cosas de esta naturaleza o un cuadro clínico, o bien una fantasía inconsciente una producción estética? Se preguntaba insistentemente. De una manera general los problemas subjetivos, los problemas afectivos, incluso las cuestiones de orden semiológico podrían figurar, evidentemente, en la problemática esquizo analítica, pero a título de caso que nos ocupa de caso concreto. Generalmente, en la perspectiva psicoanalítica, se consideran las cosas en tanto que significantes, pero no se les considera en tanto que referentes, en un campo social material dado. No hay dispositivos a priori que se den como cura-tipo, o algo de esta naturaleza. Es muy importante, que no sólo nos contentemos con analizar contenidos, datos, sino analizar los agenciamientos que abren, que enuncian, trabajan, fabrican estos contenidos, estos enunciados, advierte.

En el seno de L’école lacanienne de psychanalyse ¿Por qué aventurarnos a hablar de quienes habría sido conducidos al ostracismo hostil y despectivo por parte del grupo de los “lacanianos” en la década de los ochenta? No podemos continuar haciendo el proceso a los dos autores del Anti-Edipo de haber traicionado a Freud o descartado a Lacan. Contraponer a Deleuze y a Guattari con Lacan, como suele hacerse frecuentemente, es absurdo, más bien ellos son entre los raros investigadores que quedan fundamentalmente concernidos por el psicoanálisis, y problematizan de manera fecunda la enseñanza de Lacan y no por el concensus, sino por el dissensus radical. Hay verdaderamente un campo, y sobre todo, esta idea a propósito de la amistad, es un pensamiento en el que el consensus es una condición de la amistad,   y del estar o del ser en conjunto. Hay dissensus en los campos comunes que se tejen en conjunto.

Ellos no se oponen, no lo relativizan, construyen una pregunta. Tal como lo dijo Deleuze a propósito de Nietzsche “es a fuerza de la admiración, que uno encuentra una verdadera crítica. La enfermedad de la gente de hoy, es que ellos no saben admirar a alguien. O bien están en contra, se sitúan a la altura, parlotean y escrutan. Y no es necesario proceder así, es necesario rastrear los problemas que plantea un autor genial, hasta en lo que no dice en lo que dice, para extraerle algo que se le debiera siempre, con riesgo de volverse contra él, al mismo tiempo.”

Para abordar la fuerza de las proposiciones de Deleuze y Guattari. Se cita en principio como textos precursores: estos cinco libros. Las obras de Deleuze, Diferencia y Repetición y Lógica del sentido, se cita menos frecuentemente, pero súper importante, ¿Cómo se reconoce al estructuralismo? Lecturas precisas y preciosas sobre la primacía del significante. Pero se da menos importancia a dos textos, no menos fundamentales, de Guattari, que son “De un signo al otro[18] y “Máquina y Estructura”. A propósito de estos Deleuze escribió, al final del artículo “tres problemas de grupo”, que es la presentación de la primera recopilación- libro de Guattari, Psicoanálisis y transversalidad:

Este libro debe ser tomado como el montaje o una instalación, aquí y allá, de piezas y funcionamiento de una máquina. A veces rondanas pequeñitas, muy minuciosas, pero en desorden, pero por ello indispensables. Máquinas de deseo, es decir máquinas de guerra y de análisis. Es por eso que se le puede dar una importancia particular a dos textos, un texto teórico en el que el principio mismo de una máquina se desprende de la hipótesis de la estructura, y se suelta o desata de los lazos estructurales (“máquina y estructura), un texto-esquizo (“De un signo al otro”), en el que la noción de punto -signo y de “signo-mancha (marca)” se liberan de la hipótesis del significante.[19]

Sería ridículo deducir que si uno lee textos, como por ejemplo: ¿Cómo se reconoce al estructuralismo? escrito por Deleuze en 1967 (publicado primero en 1972, en una Historia de la filosofía, por Chatelet) y luego retomado en La Isla Desierta y otros textos, o bien, con su concepto de Agenciamiento colectivo de enunciación, puesto en práctica en la confección del Anti-Edipo y francamente desarrollado -principalmente en el capítulo sobre la lingüística en Mil mesetas,[20] al tomar, justamente, como punto de partida la figura de Hjelmslev (crítico radical de Chomsky), retomo entonces, sería ridículo concluir, luego de la lectura de estos textos que habría que “desprenderse de la hipótesis de la estructura” “desatarse de los lazos estructurales” “liberarse de la hipótesis del significante”, en síntesis, que eso significa no tomar más en cuenta la estructura del significante, es haber tenido una pésima lectura.

Félix introduce líneas de fuga

La versión integral del texto en castellano De un Signo al otro, firmado por Pierre-Félix Guattari, va acompañada del siguiente pie de página y compuesta por dos textos fuentes: “Este texto ha sido compuesto a partir de reflexiones de todos los órdenes inspirados por el seminario del Dr. Lacan, lo esencial del argumento le había sido comunicado bajo forma de una carta el 8 de diciembre de 1961”,[21] se centra principalmente sobre el seminario del 26 de abril de 1955 publicado, en el volumen 2 de la revista La psychanalyse bajo el título de “La Carta Robada” y la sesión del seminario del 6 de diciembre de 1961. Se ve que la carta a continuación dirigida y firmada por Pierre Guattari a Lacan fue enviada, justamente, dos días después de esa sesión del seminario llamado La Identificación, cuya importancia deja de ser circunstancial, y transpone todos los límites, histórica sesión que todos los lacanianos o aquellos que se precien de serlo, conocen de memoria. Cada línea de esa sesión es de una extrema riqueza, señalamos ahora mismo, que es, también, extremadamente compleja e imposible de resumir o incluso, parafrasear, uno vuelve continuamente a ella ya que un sin fin de lo dicho ahí, se escapa y es –a fuerza del trabajo– y de la lectura con otras lecturas y con otros, que uno aprehende algo de lo que ahí se dice: Lacan va a afirmar punto por punto, la primacía del significante, lo que por la letra lo distingue del signo y la necesidad de que se borre la relación del significante al signo. Del rasgo unario al pas de trace; cuando Lacan se inclina sobre las vitrinas de un museo nacional y descubre con emoción y júbilo, inscritas sobre la costilla de un mamífero, una serie de pequeñas barras (muescas). Estos trazos en serie (que aún formando parte de un conjunto hacen serie por su distinción y discreción) se hacen “representación borrada” y en la mismidad de su forma, marcan de golpe la diferencia por una cuenta. Lacan nota sin embargo, en esta serie, un pequeño aumento entre los intervalos de los que no sabe qué decir: “En principio dos, luego un pequeño intervalo, enseguida cinco, y luego recomienza”.[22]

Es cuando traspone esta cuestión de la cuenta (compte) en el reconocimiento (prise en compte) de la huella, que él acentúa la idea de que es el borramiento de la huella – a diferencia de la huella animal, lo que marca el verdadero acto humano. Y no puede más que enviarnos a la historia de Robinson Crusoe, que nos dice Lacan, podría ser “erosionado” [piétinement] “alrededor de esta huella “el corazón se agita con esta emoción” al descubrir estos pasos que lo condujeron a Viernes; ¿pero de qué manera este héroe de Daniel Defoe “ha pisoteado” esta isla desierta, marcado su territorio, calculado su tiempo y hecho suposiciones? ¿De qué manera ha dudado sobre el origen de estas huellas reencontradas? El momento inconcebible al descubrir el vestigio humano de un pie desnudo que dejó una huella en la arena, sintiéndose endiabladamente consternado, tomado por la perplejidad y la duda en cuanto a la posible firma humano de semejante huella, su “trazabilidad”. En un primer tiempo, Lacan trató la huella a la manera de un rasgo unario, la acción frente a estas marcas toman el rasgo de la abstracción, de un sujeto existente por el acto negativo de su borramiento, un pas de trace. En esta lección continúa, con –ein zinger zug, pas de trace, la relación del sujeto a su huella, la homofonía “façon” “effacer” que lo conduce – façon d’effacer– a hablar del borramiento del sujeto ¿genitivo objetivo o subjetivo? ¿Quién es el agente del borramiento? Avanza la fecundidad del significante por no poderse significar a sí mismo, A no es igual a A, para mostrar donde el significante se distingue del signo y afirmar que el rasgo unario es el Uno desligado de todas la semejanzas, el rasgo como la pura diferencia, la historia de la escritura, el molinete de las palabras, Lacan pasa por la caligrafía china, el gesto, el pelo del pincel, la tinta que debe escurrir verticalmente, etc., las pequeñas diferencias que deben aparecer en cada trazo del pincel: es ahí que se aloja la estética. “El carácter chino nos enmascara el valor de la letra”, sobre este tema que desliza suavemente volverá mucho más tarde;[23] como volverá al borramiento del sujeto, esta vez a manera de cuatro modos en el seminario De un Otro al otro (1968-1969).

En esta compleja sesión que venimos reseñando Jacques Lacan continua, sobre la aparición-desaparición- reaparición del objeto, fort-da, “un objeto no es un significante”, asesta, de más en más, cañonazos a su auditorio, dejándolos completamente anonadas. Guattari atento auditor de esa reunión, parece que no se deja perturbar por esos bofetones, porque él ya está ahí en esta primacía del significante, y porque su estado normal es el de estar turbado, aturdido, con los ojos centellando, como lo describe más de uno que se acercó a él[24], -un estado que, en el mismo orden de ideas sabemos que desembocará en Los años de Invierno[25]-, en esa sesión atrapa lo dicho al vuelo, haciendo malabares, cuestiona, viaja y propone. Le escribe a Lacan. Con esta carta a continuación comienza una de las primeras objeciones con las que enfrenta a su analista, fechada con sólo dos días de diferencia de la pronunciación del seminario. Por otra parte, esta carta es uno de los dos textos fuentes que organizaran su escrito sobre el signo, se verá, al modo esquizo, farfulleo de lalangua:

“Luego de varios años una reflexión fugaz me condujo a dirigir mi atención a la naturaleza del signo gráfico y en particular, a las condiciones mínimas capaces de garantizar su existencia, es decir, en condiciones de responder a sus funciones. Le envío todo esto en desorden. En el hilo de las ideas, luego de su seminario del 6 de diciembre, principalmente señaladas por usted entre el signo y el significante. La barra, la marca, el punto no podrían ser un signo mínimo. Ahí sólo son el resultado de una instrumentalidad, pico o navaja de las que las manifestaciones conllevan un movimiento dejando como escorias huellas de una extensión característica”.

El punto sólo podría ser definido por referencia a otra cosa: entrecruzamiento de líneas. La mancha, una mancha de contorno y de superficie indiferentes. En el farfulleo hay ya un primer esbozo, la problematización está lanzada. Cuando Guattari se aventura al final de 1960- 61, en su primera objeción a Lacan, al menos la primera que posteriormente se volvió pública, luego de ocho años de asistencia al seminario y de frecuentar su diván. Lo que emprende encuentra sus raíces, escribe más tarde, en la cuestión que le planta el seminario de “la carta robada”, del 26 de abril de 1955. En este marco, de manera más precisa, sus reflexiones sobre el signo surgen de su presencia en el seminario de La Identificación, del 6 de diciembre de 1961, dejaré quizás para otra vez, su cuestionamiento, sin duda más anterior, sobre la posición de Lacan sobre la máquina como “materializando la relación del sujeto con el significante”. A partir de la sesión no menos histórica del 6 de diciembre de 1954, a la que será preciso añadir, “el final ausente” del texto de los Escritos: (“Subversión del sujeto y dialéctica de su deseo”. en septiembre de 1960) que desembocará en el texto de 1969, más tardío, pues, “Máquina y estructura”, (en parte retomada por la sesión del 11 de enero de 1961, en el seminario La trasferencia.) Que justo Lacan nos ofreció oculto en un pie de página, en sus escrito de 1966, al finalizar su estudio del tiempo lógico: el colectivo no es nada sino el sujeto de lo individual/ El colectivo no es nada sino el tema de lo individual.

Así en “De un signo al otro” Guattari problematiza el rasgo unario ( “una parafernalia a la 6-4-2”[26]) y por ahí poner en tela de juicio la tesis de Lacan de la letra como estructura esencialmente localizada del significante! Como lo indicaré (sucintamente) más adelante, será preciso esperar los años 70 para que Lacan haga declaraciones “estrepitosas”: nada permite confundir, como se hace, la letra con el significante, igualmente, “la apariencia [semblant] es el significante mismo[27]. O más tarde, “el significante, lo que se modula con la voz no tiene nada que ver con la escritura”, etc., y definir el rasgo unario como recta infinita “con el agujero alrededor”. “De un signo al otro” proviene de tres carta que Guattari había dirigido, desde La Borde a Lacan, sobre el signo y la primacía del significante. Reunidas, acortadas, y un poco modificadas en la publicación del texto en Recherches.[28] Teniéndose la oportunidad de leer cartas y escritos, justo por la apertura del fondo Guattari, en esa lectura uno se sorprende de su increíble vivacidad, se le conocía. Pero, la precocidad, casi premonitoria, de sus objeciones a Lacan, en verdad que maravilla. Algunos estratos son retomados en su obra del año 1972, Psicoanálisis y transversalidad. Años después se podría observar que lo emprendida por Guattari será retomado en El psicoanálisis al revés (1969-1970) y luego, será preciso el seminario de Un discurso que no fuera del semblante para darnos cuenta que un aire herético comienza a soplar. Algo ya en Radiofonía de 1970 comienza a ondear y es con Lituraterre en 1971, donde Lacan como todos los investigadores del momento se embarcó en la vasta obra que se desarrollaba por doquier. Lacan buscará diferenciarse de Barthes.

El régimen significante del signo, la semiología, una semiótica significante

Roland Barthes para la introducir de la reedición de sus Ensayos Críticos[29], en 1971, (esto no aparece en la publicación en español), revisa sumariamente lo que se desarrolló en Francia sobre la noción de “signo” hasta ese momento, hubo todo un movimiento en Francia alrededor de la noción de signo, de su descripción y de su proceso, que llamemos un movimiento semiológico, estructuralismo o análisis textual. Para la semiología, en 1966, al nivel parisino; hubo ese año una gran agitación, y probablemente más decisiva, de los temas más agudos de la investigación, esta mutación está bien representada por la aparición de la joven revista Cahier pour l’Analyse, donde se encuentra presente el tema semiológico; el tema lacaniano y el tema althusseriano. Es efectivamente en ese momento que se realiza una primera difracción del proyecto semiológico, un proceso de la noción de signo, que en sus comienzos, este proyecto tomaba demasiado ingenuamente por su cuenta: proceso marcado desde 1967 por los libros de Derrida, la acción de Tel Quel y el trabajo de Julia Kristeva.

Y es ahí que el dissensus Lacan-Guattari se ahondó. A partir de 1972, con el Anti-Edipo y otros textos que le siguieron, hasta un Kafka sobre la ruta, que contiene con todo su espesor sutil, un cuestionamiento del significante lacaniano fustigador, flagelador (despótico) que hiere el cuerpo vivo de los esclavos – y no el hueso del mastodonte (al que se refiere Lacan en el seminario de La Identificación)-, y lo tatúa entre carne y cuero. Ya en el fin del seminario …O Peor. Lacan retomará la cuestión del rasgo unario desarrollando esta vez su dimensión imaginaria, después, el nudo Borromeo, que heréticamente vendrá a hacer equivaler Real, Simbólico. Imaginario, sin ninguna primacía del simbólico – y adonde Lacan habría avanzado en su progresiva configuración de dit- mansión del real, es decir, poder dar al signo su importancia capital, exactamente, manipular en todas sus dimensiones los regímenes de signos, el síntoma se convierte en “Un nudo de signos”. A partir de ahí un buen número de enunciados se volvieron caducos. La primacía del simbólico había caído por completo.

El último tirón de su enseñanza, que comienza en esa década de los 70 con el seminario ya citado es un Lacan que va en contra de sí mismo, una renovación, un cambio de piel. apoyada en una constante autocrítica. Del todo no se ve bien qué es lo que él coloca en el lugar de lo que él destruye. El seminario hace una serie, y en esta último década de su enseñanza, liquida todo lo que le precedía. Esta última enseñanza exigirá un nivel alto de exégesis y de exégetas por hacer y por venir. ¿Qué lugar darle? Fracaso, rechazo, retracción, colapso, derrumbe’ ‘Un progreso genial y premonitorio’ Cuando se tiene buena voluntad, es muy sugestivo, eso alivia y le resta importancia, da libertad respecto a las “vacas sagradas” del psicoanálisis. Ni dios, Ni amo/maestro, ni tótem, ni tabú. Es un verdadero regreso a ser, cuya clave por supuesto es el esfuerzo por “imaginar el real” con lo que vamos a tener que ver. Sí, es el esfuerzo de encontrar el real en el sentido y no el de dar sentido al real [30] en el análisis -a diferencia de la psicoterapia-. Bajo la forma de estos nudos y de estas cuerdas que son verdaderas agujas. Luego de los ataques recibidos con la aparición del libro del Anti-Edipo, demolió con verdades intempestivas (suficiente con leer el seminario de Les non- dupes errent / Los no incautos yerran/o/ Los nombres del Padre 1973-1974), en el que su primera versión del inconsciente cae avanzando siempre con el propósito de no cerrarse en un nuevo dogmatismo. Todos estos elementos, no son por azar que Lacan los tome en cuanta luego de mayo del 68. Luego de mayo del 68, la presa salta, y el significante se relativiza, la lingüística es de cierta manera psicoanalizada, incluso el mismo psicoanálisis. Podríamos decir, que Lacan psicoanaliza a Freud, su deseo, y luego pasa al psicoanálisis del psicoanálisis.

Para cerrar no quisiera dejar de lado la respuesta que da J-A Miller en una entrevista ahora inhallable, para el Magazine Littéraire[31] consagrado a Freud, y a propósito de la aparición del Anti-Edipo, así como del libro de Foucault, La Voluntad de Saber, nos dice “eso contribuyó a desanudar esta alianza con los filósofos que había sostenido Lacan en los años 60 en la época del estructuralismo, y que concluyó con un divorcio con daños mutuos”. Estas críticas son bastante diferentes según el texto, sobre El Anti-Edipo -dice- “es una variación sobre un tema de Lacan, la critica del edipismo ingenuo, enriquecido con un elogio, no sin humor, por la esquizofrenia”. Es, por otra parte, una progenitura que Lacan reconoció, tachándola de delirante. Esta lectura muestra su reacción, pero también su tratamiento -que marca ya una política- en las transcripciones del Seminario publicado en Seuil/Paidós en las que casi siempre las intervenciones de Guattari y Deleuze son suprimidas.

 

A modo de Conclusión

Desterritorializar el inconsciente: La pregunta por la psicosis lleva al problema del inconsciente y la cuestión del inconsciente lleva al problema político. En la serie Psicosis, inconsciente y política, dibuja los problemas que hacen a la condición deseante de la subjetividad.[32] Guattari se ocupó a lo largo de su aventura de poner fin, de hacer cesar aquello que identifica a la subjetividad con una identidad personal, y a reemplazar el sujeto clásico, concebido como una mónada cerrada y personal, por modos de subjetivación colectiva y política. Y propone repensar el conjunto de producciones subjetivas bajo un ángulo clínico, y de evaluarlas en función de su capacidad de promover espacios de libertad. A partir de ello, realiza un emprendimiento filosófico singular, indisociable de una práctica crítica que nombró esquizo-análisis. La militancia política y el trato cotidiano con el universo de la psicosis (40 años de pasaje en La Borde) modelan sus teorizaciones. Sin ser médico, ausculta el pulso político en los estados psicóticos y advierte los límites explicativos de cierto psicoanálisis ante ciertos territorios existenciales desatados de las “estructuras neuróticas”. Si la psicosis desvela un motor esencial del ser en el mundo, Guattari añade una advertencia matizada que lo aleja de los vapores heideggerianos: “la psicosis pone al desnudo un resorte esencial del ser-en-el-mundo”. “No es pues el ser en general que hace irrupción en la experiencia caosmica de la psicosis, o de la relación práctica que se puede mantener con ella, sino un acontecimiento fechado, firmado”. Compara la petrificación ontológica tan observable en la psicosis con un “congelamiento de la Imagen”, y añade: ella “revela su posición de base en la polifonía de los componentes caóticos, e intensifica su potencia relativa.”[33] No es pues, un grado cero en la subjetivación, sino un grado extremo de intensificación. Solo pasando por esa toma de tierra caótica, por esa oscilación peligrosa, otras cosas se vuelven posibles, y pueden emerger bifurcaciones ontológicas y coeficientes de creatividad procesual.

Desde la perspectiva psicoanalítica, sólo algunos puntuaciones, que nos permitan visualizar la importancia de una lectura atenta, y como decía Lacan sin intentar comprender demasiado pronto, se dice en algunos entornos es el ¡edipísmo ingenuo!, enriquecido con un elogio, no sin humor de la esquizofrenia, se ve el desconocimiento de ella. Por otra parte, se podría argumentar que este desconocimiento se ve sostenido, con la objeción en el hecho de preguntarse, por el estado de fijación que las manifestaciones psicóticas testimonian ya que sería todo lo contrario de lo procesal que Guattari defiende. ¿Qué es lo que lee? Desde el principio de su pensamiento lleva esta paradoja. Los términos en los cuales la cuestión se plantea, deja entrever el punto de anclaje paradójico de su aproximación, “que el enfermo psicótico sea incapaz de un restablecimiento heterogenético no niega la experimentación ontológica con la cual se confronta pese a sí mismo”; “El loco” no es un héroe, ni un modelo normativo. Su valoración de la locura no es un elogio de la enfermedad mental. Por el contrario, se pregunta ¿cómo liberar a la locura de la enfermedad mental? ¿Cómo restituir la potencia del sin-sentido a resguardo del dolor? En sus palabras los estados psicóticos muestran que en la subjetividad reverbera un farfullo de multiplicidad históricas. Acallados a la vez por ataduras neuróticas y por disciplinamientos sociales, la locura de flujos y simultaneidades; en cada uno de esas voces (solitarias) gime el mundo social con la paradoja de que los psicóticos viven ajenos en ese mensaje del que son portadores, por esa capacidad de locura pagan el precio atroz de la enfermedad mental.

Ahora bien él no fue el único pensador, luego de la posguerra, en hacer del sujeto una producción social; Lacan, Althusser, Deleuze y el mismo Foucault, empujaron sus avances teóricos en ese sentido. Pero Guattari procede, más allá, a la disolución de toda concepción individual del sujeto según el eje político-analítico, que en efecto, toma firmes distancias con la apuesta de Lacan, pero, también toma sus distancias con aquellas de Deleuze con el que edificó generosa y amistosamente un agenciamiento colectivo de enunciación proponiendo una bella obra colectiva.

LOUIS ALTHUSSER

LOUIS ALTHUSSER

 

Guattari abre un campo problemático con operadores conceptuales totalmente nuevos y singulares. Campo, en el que podemos sostener -habría que mostrarlo minuciosamente, paso por paso- no sin su Lacan, pas sans, es una forma de la negación, pero también, un paso que no va sin una implicación lógica. Esta implicación es la que me interesa, ya que no se trata de revisar o destacar el ensañamiento que Guattari puede enunciar en algunas proposiciones fuertemente dirigidas al psicoanálisis, sino más bien, resulta conveniente y convincente dar un paseo, hacer un textualismo histórico y coyuntural, para entender su diatriba, y su real apuesta respecto a la práctica analítica, ya que entendemos que el esquizoanálisis no es, como se dijo, un psicoanálisis psicótico.

Tampoco, un añadido marxista al psicoanálisis, aunque se encuentren rastros en su pensamiento de Herbert Marcuse o Wilhelm Reich. No se propone introducir la política en el psicoanálisis, sino revelar que la política es condición de producción del inconsciente mismo (por otra parte, nada ajeno a Lacan, suficiente con acercarse al seminario de la Lógica de la fantasía).[34] O bien cuando sostiene esta misma práctica del esquizoanálisis que “el problema central no es la interpretación sino la intervención”. Este es el tema, que de manera novedosa Lacan incursiona en su seminario del año 1968,[35] del que ya Guattari participaba de manera muy activa. En este caso se trata de restablecer los encuentros, las conjunciones, disyunciones, los rizomas en calidad de eslabones semióticos tomando de un régimen de historicidad específica. Este método no exige una lectura que respete la progresión cronológica, como tampoco admite el señalamiento de un momento clave en la biografía de un pensador. Razón para pasar de una estática a una dinámica del sistema para producir una imagen viva.

HERBERT MARCUSE

HERBERT MARCUSE

Guattari nos propone construir de tal manera que no se proceda con un pensamiento lineal discursivo, sino por estratos y componentes heterogéneos de manera rizomatica para dejar al lector, al final, en suspenso, con la impresión de no haber sido guiado sino más bien incitado a la desterritorialización. No se puede hacer una lectura de la relación Lacan-Guattari, ignorando toda la obra de Guattari, y desconociendo el contrapunto Lacan, como frecuentemente se hace en el campo universitario, parece que sería conveniente en todo caso, vivir la experiencia de ser lanzado insidiosamente en el curso de una progresión en el campo freudiano abierto por Lacan, para encontrarse finalmente en tierra desconocida. Todo nos incita a leer en lo sucesivo a Guattari con Lacan, en el sentido de lo que interroga del dispositivo analítico. Ya que éste nos conduce a cuestionar por entero la enseñanza de Lacan y advertir que Guattari, no es sin Lacan, producir una subjetividad del dissensus[36], una producción de sí mismo que sólo pueda ser concebida en un proceso abierto e indeterminado a la manera del performance.

 

Bibliografía

  1. Barthes, Roland, Essais Critiques, Avant- propos, Paris, Seuil,1991. [Cf. en español. Ensayos Críticos, trad. Carlos Pujol, Seix Barral, col Los tres mundos Ensayo, España, febrero de 2017.]
  2. Deleuze y Guattari, Por una literatura menor, Editorial Era, México,1978.
  3. Deleuze, Gilles, “¿En qué se reconoce al estructuralismo? (1967)”, En La Isla Desierta, Pre-textos, Valencia, España, 2005.
  4. Deleuze, Gilles, Diferencia y Repetición, Paidós, Buenos Aires, 2006.
  5. Deleuze, Gilles, Lógica del Sentido, Paidós, Barcelona,1994.
  6. Deleuze-Guattari, Mil Mesetas, Pre-Textos, Valencia, 1993.
  7. Dosse, François, Gilles Deluze y Félix Guattari, Biografía Cruzada, FCE, Buenos Aires, 2009.
  8. Guattari, Félix, Les années d’hiver (1980-1985), Editions les Prairiees Ordinaires, Paris, 2009.
  9. Guattari, Félix, “De un signo al otro”, Artefactos 6, Revista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, julio 1998.
  10. Guattari, Félix, “El Nuevo paradigma estético”, Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad, Paidós, Buenos Aires, 1994.
  11. Guattari, Félix, Caosmosis, Manantial, Buenos Aires, 1996.
  12. Guattari, Félix, Las Tres Ecologías, Pre-textos, Valencia, 2000.
  13. Guattari, Félix, Psychanalyse et tranversalité, La Découverte, Paris, 20013.
  14. Jean-Claude, Polack, Danielle, Sabourin, La Borde. Un droit à la folie, Ed. Calmann-Lévy, Paris, 1976.
  15. Johnston, John, “Les Dimensions inconscientes de l’assistance”, Revue Chimère, N. 38, París, junio, de 1992. Disponible en http://www.revue-chimeres.fr/drupal_chimieres/files/38chi3.pdf
  16. Lacan, Jacques, Seminario L’Acte psychanalytique (1967-1968) Inédito.
  17. Lacan; Jacques, Seminario La Logique du fantasme (1966-1967) Inédito.

 

Notas

[1] Máquina: concepto polísémico, a diferente escala y múltiples matices; en 1992 la describe así, “La máquina será concebida en oposición con la estructura, ésta última asociada con el sentimiento de eternidad y la primera con la conciencia de finitud, precariedad destrucción y muerte. Vid en Félix Guattari, Caosmosis, ed. cit., , p. 58). Cfr., “En la historia de la filosofía el problema de la máquina se considera generalmente un componente secundario de una cuestión más general, la de la techné, las técnicas. Me gustaría proponer aquí una inversión del punto de vista según el cual el problema de la técnica sería parte del tema mucho más extenso de la máquina. Esta ‘máquina’ está abierta al exterior y su entorno maquínico, y mantiene todo tipo de relaciones con los componentes sociales y las subjetividades individuales. Se trata por tanto de extender el concepto de máquina tecnológica hasta el de ensamblaje maquínico”, en Félix Guattari, El Nuevo paradigma estético, ed., cit., p. 118.
[2] Jacques Lacan, Psicoanálisis, Radiofonía y Televisión, ed., cit., pp. 24-25.
[3] Passeur -. el pasador mismo es el testimonio. Félix Guattari uno de los raros psicoanalistas lacanianos que tomó muy en serio la manera en que Lacan revisó su fórmula: el psicoanalista “no se autoriza más que por él mismo”, anudándola con la cuestión del arte en su homología con lo que es recibido de la experiencia analítica, en su texto: Vertige de l’inmanence. Refonder la production d’inconscient”, entrevistado por John Johnston, Revue Chimère, N. 38, París, junio, de 1992. Disponible en http://www.revue-chimeres.fr/drupal_chimieres/files/38chi3.pdf
[4] Entrevista autobiográfica con Ève Cloarc, archivos, IMEC, 15 de noviembre de 1984. Ampliamente citadas en Francoise Dosse, Gilles Deluze y Féliz Guattari, Biografía Cruzada, ed., cit., 35-137.
[5] Félix Guattari, Las Tres Ecologías, ed., cit., pp. 24-35.
[6] Félix Guattari, “Machine et structure”, en Change, Nº 12,ed., cit., retomado en Psychanalyse et tranversalité, Reed, ed., cit., 240-248. [en español en Psicoanálisis y transversalidad, Ed S. XXI, Buenos Aires, 1976].
[7] Gilles Deleuze, “¿En qué se reconoce al estructuralismo?”, En La Isla Desierta, ed., cit., pp. 223-249.
[8] Una Revista de la EFP cuyo primer número aparece en el año 1968 con el nombre Latín Scilicet . Esta revista se funda sobre el principio de textos no-firmados. En la presentación de la revista Lacan aclara que importa distinguir el articulo no- firmado del anonimato. Invito a leer esta presentación in Scilicet. Tu peux savoir ce qu’en pensé L’ëcole Freudienne de Paris, en ed., cit., pp. 3-13.
[9] Marie Depussé “ mide la pertinencia analítica de Guattari, cundo relata que un día que estaba muy deprimida, alimentaba fantasías de autodestrucción. Su deseo de acabar con todo es tan grande e intenso que su hermano lo adivina y se lo dice a Félix . “Un día pasmada, me encuentro a Félix, no lejos de las oficinas de La Borde, y me dice: Parece que tienes ganas de morir, yo te voy a decir una cosa, ¡Revienta!”. Y yo me reí. fue dicho en el memento justo, en el cruce justo. Entrevista, a Marie Depussé.
[10] Jacques Lacan; L’act Analytique (1967-1968). Inédito
[11]Cfr., «Entretien avec Félix Guattari à la télévision grecque» (1991).     https://www.youtube.com/watch?v=NAahyYZkrAo&t=77s
[12] Félix Guattari, en un entrevista efectuada en París, para el periódico El País, presentada en español por Oswaldo Muñoz, el 1 de junio de 1992.
https://elpais.com/diario/1992/06/01/sociedad/707349607_850215.html [consultada el 24 de marzo de 2018].
[13] Jean-Claude,Polack, Danielle, Sabourin, La Borde. Un droit à la folie. Ed. Calmann-Lévy , ed., cit., Contribuciones de Félix Guattari y Jean Oury, propongo visitar el documental de Igor Barrère, 1977: https://www.youtube.com/watch?time_continue=20&v=iDh6mMTqORQ
[14] “La tabla (grille) es un cuadro de entrada doble, que permite administrar colectivamente las asignaciones individuales en relación con las tareas. Es un especie de instrumento de regulación de la necesaria des-regulación institucional”. Félix Guattari, conferencia pronunciada en el curso de formación de La Borde, archivo IMEC, enero de 1987.
[15] Es un efecto óptico que produce el movimiento ilusorio necesario para la proyección cinematográfica. Lo inventó Max Weirthermer. Se llama así, al efecto visual a través del cual, nos parece ver un cuerpo que gira como detenido, cuando lo iluminamos con una fuente de luz de rápida acción y que se apaga y enciende a la misma frecuencia que la velocidad de giro del cuerpo.
[16] Cfr., Gilles Deleuze y Félix Guattari, Kafka. Por una literatura menor, ed., cit.
[17] Entrevista con el periódico El País,
https://elpais.com/diario/1992/06/01/sociedad/707349607_850215.html [consultada el 24 de marzo de 2018].
[18] Félix Guattari, “D’un signe à l’autre”, in Revue Recherches nº 2, del tres de febrero de 1966, Algunos extractos de este texto fueron publicados en Psicoanálisis y transversalidad. op. cit., publicado originalmente y de manera completa en castellano en el número 6 de Artefactos, una revista de análisis de -L’école lacaniene de psychanalyse– Febrero/marzo, 2016.
[19] Guattari, Félix, Psychanalyse et tranversalité, ed., cit.
[20] Félix Guattari y Gilles Deleuze, Mil Mesetas, ed., cit., pp.81-116.
[21] Carta publicada en “D’un signe à l’autre: Quand Guattari entreprit de problematiser l’enseignement de Lacan”, en op., cit., p. 45.
[22] Ídem
[23] Está aquí el emplazamiento, sobre la letra y el significante, que será motivo de discusión y difarencia con Jacques Derrida.
[24] “Tanto en el plano sentimental , como en el plano político,Guattari revela una capacidad de romper fuera de lo común, que puede relacionarse, con su angustia de muerte, su rechazo casi fóbico a todo lo pudiera relacionarse con la compulsión de repetición, que lo remite a la finitud y a la muerte. Para conjura este temor, siempre precisa apostar a la novedad, intentar nuevas experiencias, ver otra cosa, conocer a otras personas”, F- Dosse, en Biografía cruzada, Op. Cit., pp,93 y ss.
[25] Félix Guattari, Les années d’hiver (1980-1985), ed., cit. Mapa de las errancias existenciales. El pensamiento risomático es la cartografía de las regiones por venir, probablemente, pocos han elaborada filosóficamente la experiencia de la depresión, más bien se le ha apartado, culpabilizada sin hablar de ello. En la obra de Félix la depresión aparece con el encabezado: Les années d’hiver y es la historia de la depresión de Félix que no ha querido contar.
[26] Op. Cit.
[27] Lacan, D’un discours qui ne serait pas du semblant (1970-1071), Recomiendo vivamente las sesiones del seminario del 20 de enero de 1971 y del 10 de Febrero de 1971, en el sitio de Patrick Valas http://www.valas.fr/IMG/pdf/S18_D_UN_DISCOURS–.pdf [visitada el 27 de febrero de 2018.]
[28] Recherches Nº 2 , del 3 de febrero de 1966.
[29] R.Barthes, Essais Critiques, Avant- propos, ed., cit. [Cf. en español. Ensayos Críticos, trad. Carlos Pujol, Seix Barral, col. Los tres mundos Ensayo, febrero Madrid, 2017.]
[30] Les non- dupes errent 1973-1974) el 20 de noviembre de 1973. Inédito. En el sitio de Patrick Valas http://www.valas.fr/IMG/pdf/S21_NON-DUPES—.pdf visitado el 9 de Marzo, 2018.
[31] Magazine Littéraire No. 271 Paris, 1989
[32] Esquizos: Las homofonías de lalengua (tranliteración-transcripción/Letra-sonido) ¿Me puede decir cuál es su nombre? Su expediente dice que se llama Alejandra. Pero usted me dice a veces que se llama Chely, pero también ha dicho que su nombre es Cecilia… Cómo debo llamarla, ¿Cecilia, o Chely? Yo soy Cecilia O’Chely. In Jesús Ramírez-Bermúdez, “La manija seguía inmóvil sobre su cabeza. Así entendí que había entrados finalmente en un HospitalPsiquíatrico”, http://www.uncode.cafe/identidad/neologia-de-la-identidad?code=60 [visitado el 28 de marzo de 2018,]
[33] Félix Guattari, Caosmosis, ed., cit., pp. 102.
[34] J. Lacan. Seminario La Logique du fantasme (1966-1967) Inédito.
[35] J. Lacan, Seminario L’Acte psychanalytique (1967-1968) Inédito.
[36] Félix Guattari, Produire une culture du dissensus. Hétérogenese et paradigme esthétique. Conferencia en una escuela de Arte, en los Ángeles, California, en 1991 un año antes de su muerte. http://www.cip-idf.org/spip.php?page=imprimer&id_article=5613%20 [visitado por última vez el 30 de marzo de 2018]