Revista de filosofía

Las pruebas físicas y de verificación de género en las Olimpiadas: una mirada desde la anatomopolítica

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Resumen

El presente artículo se propone abordar dos temas de suma importancia dentro del contexto de las Olimpiadas celebradas en México en 1968. Primero, el de las pruebas físicas en diversos deportes como atletismo, natación, gimnasia y halterofilia que se toman como ejemplos de análisis a partir de tres principios anatomopolíticos. En segundo lugar, el de las pruebas de verificación de género llevadas a cabo por primera vez en los Juegos Olímpicos de México 1968, y que desde entonces han marcado las regulaciones en materia de reconocimiento del género de los atletas. Con ello se hace ver un ejercicio anatomopolítico del poder enfocado en el cuerpo y su sexualidad en el deporte olímpico.

 

Abstract

The present article pretends to acknowledge two themes of great importance within the context of the Olympic Games celebrated in Mexico in 1968. First, the physical tests in various sports such as athletics, swimming, gymnastics and weightlifting, are taken as examples of analysis as of three anatomopolitical principles. Secondly, that of the gender verification tests implemented for the first time in the Olympic Games of Mexico 1968, and that since then have marked the regulations regarding the recognition of the gender of the athletes. This shows an anatomopolitical exercise of power focused on the body and its sexuality in Olympic sport.

En la primera sección de este trabajo me propongo analizar algunos aspectos del deporte olímpico en torno a las marcas deportivas, retomando ejemplos de resultados en algunas pruebas físicas en los Juegos Olímpicos de 1968 en México. A partir del análisis de estos ejemplos, intentaré mostrar cómo es que el poder sobre el cuerpo del atleta se plantea a partir de tres principios anatomopolíticos de la marca deportiva. Posteriormente, en la segunda sección, intentaré mostrar cómo es que las pruebas de verificación de género han incidido en el control sobre el cuerpo a lo largo de la historia.

En cada edición de los Juegos Olímpicos, la atención está enfocada en los favoritos, esperando que rompan alguna marca o logren algún récord. Se tienen en mente sus marcas anteriores y se juega a apostar por el mejor. El borde de la butaca sostiene la expectativa y, ya sea en la tribuna o en el sofá de casa, el ambiente es de tensión pues, en este caso, todo se puede esperar. Algunas veces el novato sorprende superando al veterano, otras el veterano se lesiona y se lamenta la posible derrota. En el primer caso, parte del trabajo de los medios de información es recordarnos que no hay sorpresas por parte de los novatos: “se veía venir su triunfo”, dicen de tal o cual atleta. Lo que sorprende no es la victoria, sino la derrota de aquel invencible hito que tanto alabábamos.

JIM HINES EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS EN CIUDAD DE MÉXICO (1968)

JIM HINES EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS EN CIUDAD DE MÉXICO (1968)

En primer lugar, las marcas también juegan un papel esencial en el panorama olímpico. Éstas se ubican en dos planos: el plano de la historia olímpica, en la que los datos casi siempre vienen de las últimas dos o, cuando mucho, tres décadas, y el plano de la historia personal del atleta en la que el tiempo de vida deportiva se somete a la observación meticulosa intentando predecir lo que sucederá o explicar lo que ha sucedido frente a nuestros ojos en el último minuto.

Por ejemplo, para los Juegos Olímpicos de México 68, la barrera de los 10 segundos en la carrera de 100 metros era un verdadero límite por superar. En Roma, se había llegado a los 10.2 segundos, y en Tokio 64, a los 10 segundos. Fue hasta México 68 que el estadounidense Jim Hines hizo un tiempo de 9.95 segundos. No se rompería la barrera de los diez segundos nuevamente hasta casi 9 años después y se repetiría este evento 7 años después. Sin embargo, a partir de los noventa fueron cada vez más los atletas que la rompían, pues hasta ahora suman más de 100 los atletas que la han roto. Es cierto, la medición cronológica se ha hecho cada vez más precisa dejando de utilizar cronometraje manual, para emplear el cronometraje automático con ayuda de cámaras de video que, a su vez, desplazaron a las cámaras fotográficas. Sin embargo, la barrera de los 10 segundos comienza a desvanecerse, poco a poco deja de ser el límite y se convierte en una mera marca risible de la que cada vez más atletas se burlan. Con todo esto quiero decir que la marca puede posicionarse verdaderamente como un límite, pero solo por algunos años. El poderío de la marca límite no es sempiterno porque nunca es un verdadero límite en tanto que siempre es efímero.

MICHAEL WENDEN EN EL PODIO EN MÉXICO (1968)

MICHAEL WENDEN EN EL PODIO EN MÉXICO (1968)

En segundo lugar, el comportamiento de las marcas parece ser siempre progresivo. Por ejemplo, el australiano Michael Wenden quien obtuvo el primer lugar en los 100 metros de nado libre, estableció la plusmarca de 52.2 segundos en México 68. Sin embargo, en la edición siguiente de Munich 72, fue desplazado por la plusmarca de 51.22 del estadounidense Mark Spitz quien, a su vez, sería superado en la edición siguiente por Jim Montgomery con una plusmarca de 49.99 segundos. Con ello, se puede especular que Montgomery no sabía de lo que era capaz hasta que pasó de ser el segundo lugar en Munich 72 al primero en Montreal 76.

JIM MONTGOMERY CELEBRANDO SU TRIUNFO EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE MONTREAL (1976)

JIM MONTGOMERY CELEBRANDO SU TRIUNFO EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE MONTREAL (1976)

En efecto, parece que aún no hemos llegado a ese límite en el que el cuerpo no puede superarse más a sí mismo, es decir, en el que el cuerpo ha podido todo lo que puede conforme a las leyes físicas. No hay concepto para ello en la metodología deportiva porque simplemente no hemos llegado a ese límite, si es que lo hay. Por otra parte, Wenden superó la marca anterior y fue superado por Spitz, quien a su vez fue superado por Montgomery, lo cual sugiere que si Wenden no hizo una mejor marca a pesar de haber hecho una plusmarca en ese entonces, no era porque no fuese posible sino simplemente porque él mismo no podía una mejor marca. Esto es lo que los Juegos Olímpicos vienen a mostrarnos en cada edición es que el cuerpo humano siempre puede más, no obstante, el cuerpo de éste o este otro individuo es el que no puede hacerlo mejor. Pareciera que las marcas se movieran en un continuo de disminución progresiva del tiempo. Los atletas son entrenados para superar marcas. Hoy la superó éste, mañana la superará aquel otro y pasado mañana otro que probablemente no conozcamos ahora y que quizás, desconoceremos en el futuro, como si fueran cuerpos desechables.

La marca de récord olímpico de 47.05 en los 100 metros de nado libre persiste allí para ser superada tarde o temprano. René Vargas nos dice: “Las marcas deportivas superiores (absolutas) son una especie de patrones de referencia de las posibilidades humanas realizadas en el deporte en el momento dado de su desarrollo. Guiándose por ellas, cada uno puede medir y comparar sus éxitos deportivos personales y marcar la medida real de sus avances”.[1] Esto es, aunque las marcas deportivas son “[…] los índices de la medida de los esfuerzos útiles realizados por el deportista a fin de autoperfeccionarse”, este autoperfeccionamiento siempre tiene como referencia a otro atleta. Poco sirve evaluar al atleta con base en él mismo, su cuerpo tiene que poder tanto o más que el de otro atleta. Esto es, la marca siempre es marca de otro para uno mismo en un doble sentido: de ese otro que probablemente aún no se hace presente en esta edición olímpica, pero que en la siguiente superará la supuesta plusmarca que tal atleta acaba de establecer y de ése o esos otros que han establecido marcas previas y que han de ser superadas antes de los Juegos Olímpicos para realmente brindar competencia. La marca asedia al atleta desde el pasado y desde el futuro obligándolo a siempre dar todo de él.

VERA CASLAVSKA GANANDO SIETE OROS OLÍMPICOS EN MÉXICO (1968)

VERA CASLAVSKA GANANDO SIETE OROS OLÍMPICOS EN MÉXICO (1968)

En tercer lugar y continuando con el asunto de las marcas, éstas también, como dije, se desarrollan en el plano de la historia personal del atleta en cuanto a su vida deportiva. Otro ejemplo de los Juegos Olímpicos de México 68 lo brinda la halterofilia, considerado el deporte de fuerza más genuino, y la gimnasia, uno de los deportes que más implica un alto grado de destreza y precisión en los movimientos. Se trata del polaco Waldemar Baszanowski que superó dos marcas que él mismo había establecido sumando 437.5 kg en la categoría de menos de 67.5 kg. Por el otro lado, está también el caso de la checoslovaca Vera Caslavska que fue la primera mujer en ganar medallas en las seis pruebas de gimnasia también en México 68.

Sin embargo, independientemente de esta superación de marcas por un lado, y de esta amplia presencia en el medallero por el otro, quiero resaltar ahora el factor espectáculo que impregna a estos deportes. En éstos, como en otros muchos que también son de exhibición individual como el nado sincronizado, la competencia se lleva a cabo no en el escenario sino fuera de, la competencia no es frente a frente sino que se presenta una rutina, es decir, un conjunto de movimientos complejos ya ensayados que vienen a repetirse intentando no fallar en su ejecución, esto es lo que define a los deportes de coordinación. Esto trae como consecuencia que la atención no esté enfocada en la evaluación que compara marcas, sino en la ejecución de la rutina. La halterofilia que se debate entre la sorpresa y el escándalo, cada vez trae consigo una mayor carga de espectáculo que fomenta en el espectador la confusión del ánimo entre querer ver o no querer hacerlo, sobre todo cuando se trata de superar marcas. La gimnasia ha sido desde siempre un espectáculo que, al igual que la halterofilia, emplea al cuerpo al borde de serias lesiones a costa de bellas ejecuciones.

WALDEMAR BASZANOWSKI

WALDEMAR BASZANOWSKI

En pocas palabras, aquí la marca se acerca más a la definición de marca deportiva de René Vargas, la cual priorizaba la autoperfección del atleta, pues la rutina cada vez puede hacerse mejor, con mayor confianza y dominio de los movimientos. En esto reside el factor del espectáculo de las marcas en estos deportes. El emocionante espectáculo es constituído con la dificultad y precisión de los movimientos cuyo descuido conduce a lesiones significativas que afectan la vida del atleta. El entrenamiento da como resultado un atleta física, técnica y emocionalmente bien preparado que, sin embargo, tiene en mucha consideración el futuro del mismo después de la competencia. Con esto quiero decir que el principio del espectáculo lleva el riesgo físico a los cuerpos sometiéndolos a rutinas que por más ensayadas que estén y por mejor preparado que esté el atleta, no hay garantía de que al finalizar no hubiésemos preferido cerrar los ojos.

El principio del desvanecimiento de la marca-límite, el principio de la otredad de la marca y el principio del espectáculo rigen diversas pruebas del deporte olímpico a grados cada vez mayores desde aquella edición de México 68 en la que, como se ha visto, el cuerpo ya era objeto de una exigencia que se vería acentuada con el pasar de los años. Es así como el deporte deja de ser un garante cotidiano de vida para ser, en el nivel olímpico, una forma de moldear, modificar y hasta matar paulatinamente a los cuerpos.

CERTIFICADO DE GÉNERO DE VERONICA BRENNER PARA JUEGOS DE INVIERNO (1998)

CERTIFICADO DE GÉNERO DE VERONICA BRENNER PARA JUEGOS DE INVIERNO (1998)

Las pruebas de verificación de género son aquellas pruebas que se les hacen a los atletas dedicados a algún deporte en el que hay categorías para uno y otro sexo con el fin de definir su participación como mujer o como hombre. La primera vez que se introdujeron estas pruebas en Juegos Olímpicos fue en la edición del 68 aunque sus antecedentes pueden rastrearse desde 30 años antes como inquietud de los directivos de algunos comités olímpicos y desde su aplicación veinte años antes de México 68 en algunos campeonatos.

Anteriormente consistían en observación y exámenes físicos. Por ejemplo, las mujeres desfilaban desnudas frente a directivos. Fue hasta México 68 que se implementaron las pruebas de cromosomas para determinar la identificación genética de un hombre como tal, evitando así que pudiese participar como mujer, pues casi siempre el asunto fue que las mujeres parecían hombres y se desconfiaba que pudiese tratarse en realidad de un hombre. Posteriormente, cuando se suspendieron las pruebas cromosómicas en 1999 por considerarse humillantes, se implementaron las pruebas hormonales para determinar la cantidad de testosterona de los participantes, pero sólo en casos sospechosos, desde el 2009. En 2016 con los casos de Dutee Chand y Caster Semenya (corredora india), a pesar de hallar niveles altos de testosterona se emitió la recomendación de que si no se les permitía participar como mujeres lo hicieran como hombres en vez de ser descalificadas. Actualmente el tema sigue en discusión y el Comité Olímpico Internacional no define sus políticas en esta materia a pesar de que algunas veces se ha decantado a favor de que el hiperandrogenismo, la transexualidad o la situación transgénero no significa una ventaja a las atletas. Por otra parte, las pruebas de verificación de género prácticamente no se han realizado en hombres a pesar de que éstos también pueden tener un nivel bajo de testosterona.

DUTEE CHAND PARA EL NEW YORK TIMES (2016)

DUTEE CHAND PARA EL NEW YORK TIMES (2016)

Pero volviendo a la edición de México 68 en el contexto del boom genético de la medicina, las pruebas cromosómicas buscaban determinar la presencia del cuerpo de Barr para determinar que era una mujer. Se tomaba una muestra de mucosa bucal y se analizaban las células para determinar si en el núcleo interno había una masa que formada por la presencia de cromosomas XX y que no se formaría siendo XY. Ésta se empleaba sobre todo cuando los recién nacidos no tenían genitales externos bien definidos. Sin embargo, aunque en México 68 se emplearon estas pruebas, dejaron de implementarse casi treinta años después pues daban falsos positivos, creando las pruebas hormonales. No obstante, para entonces eran ya varios los casos en los que a las mujeres se las sometió a gonadectomías (extirpación de algún ovario o testículo) o clitoridectomías (ablación del clítoris) consideradas después operaciones innecesarias en los años 2000.

CASTER SEMENYA EN ROMA (2016)

CASTER SEMENYA EN ROMA (2016)

Todo esto puede ser tratado de diversos modos y discutido hasta el cansancio. Por una parte, la actividad física para el sentido común, y a primera vista, sí depende del factor del sexo ya que, por naturaleza, los hombres suelen ser más fuertes que las mujeres. Sin embargo, en cada edición de los JO parece borrarse ese prejuicio. En la organización de los Olímpicos, las sospechas han crecido a lo largo de la historia debido a casos en los que tiempo después de la participación en los Juegos los atletas han decidido cambiar de sexo. Anteriormente, a atletas transgénero se les impedía la participación o se les obligaba a que terminaran su proceso y se sometieran a operaciones para poder ser determinadas a participar como hombres.

Entre tanto, claro está que a pesar de que el determinar el género de un deportista sigue siendo un tema en discusión. Por el momento se puede decir que el desempeño en la práctica deportiva, al menos en el nivel olímpico, parece no estar determinada por el género. El entrenamiento de alto rendimiento, su metodología y su disciplina “des-generiza” los cuerpos poniendo en último término al género. Empero, ¿entonces por qué los escándalos? Quizá porque el asombro cada vez es mayor de que los cuerpos puedan más y más, y de que aún se tenga el prejuicio de la inferioridad física de las mujeres. Pero en realidad se tienen cuerpos, las diferencias de género se han borrado y todos los atletas permanecen bajo un abanico de posibilidades que harán que las categorías deportivas se modifiquen poco a poco abriendo lugar a la participación más inclusiva de los atletas.

 

Bibliografía

  1. Cruz, Ángel, “De Jim Hines a Usain Bolt medio siglo de 100 metros”, en https://mexico.as.com/mexico/2018/01/04/masdeporte/1515080342_485577.html. Consultado el 29 de enero de 2018.
  2. Foucault, Michel, Historia de la sexualidad. La voluntad de saber, Siglo XXI, México, 2011.
  3. Matveyev, L. P., Periodización del entrenamiento deportivo, Instituto Nacional de Educación Física, Madrid, 1977.
  4. Martínez Sánchez, Mariana, “¿Juego justo? El género en los juegos olímpicos”, en cienciorama.unam.mx/a/pdf/469_cienciorama.pdf. Consultado el 15 de agosto de 2018.
  5. Vargas, René, Diccionario de teoría del entrenamiento deportivo, UNAM, México, 2007.
  6. https://www.sports-reference.com/olympics/athletes/we/mike-wenden-1.html. Consultado el 15 de agosto de 2018.
  7. https://www.olympic.org/mark-spitz/?section=&id=undefined. Consultado el 15 de agosto de 2018 del portal del Comité Olímpico Internacional.
  8. https://www.olympic.org/jim-montgomery. Consultado el 15 de agosto de 2018 del portal del Comité Olímpico Internacional.
  9. https://www.olympic.org/waldemar-baszanowski. Consultado el 15 de agosto de 2018 del portal del Comité Olímpico Internacional.
  10. https://www.ighof.com/inductees/1998_Vera_Caslavska.php. Consultado el 15 de agosto de 2018 del portal de International Gymnastics Hall of Fame.

 

Nota

[1] Vargas, Diccionario de teoría del entrenamiento deportivo, ed. cit., art. “Marcas deportivas”, p. 130. El énfasis en cursivas es nuestro.