Resumen
El modo de proceder de la técnica-científica sobre la que habló Martin Heidegger es lo que hoy construye nuestro mundo. Y, sin duda, esta concepción ha determinado también la forma en que amamos. Este artículo hace una aproximación descriptiva sobre este modo de operación de la tecnociencia en el amor, para después considerar como necesaria una filosofía antagónica: el Romanticismo. Esta propuesta se sustentará en las ideas de Georges Bataille sobre la pérdida de lo sagrado en el mundo contemporáneo.
Palabras clave: técnica-científica, tecnociencia, amor, Romanticismo, sagrado, ontología, sensibilidad.
Abstract
The way of proceeding of the scientific-technique of which Martin Heidegger spoke, is today the one that constructs our world. And without a doubt, this conception has also determined the way we love. This article makes a descriptive approximation of this technoscience mode of operation in love, to then consider as necessary, an antagonistic philosophy: the Romanticism. This proposal will be based on the ideas of Georges Bataille on the loss of the sacred in the contemporary world.
Keywords: scientific-technique, technoscience, love, Romanticism, sacred, ontology, sensitivity.
El mundo de la técnica
Ya no buscamos la exaltación, ni la embriaguez,
sino la seguridad y la comodidad.
Deseamos vivir como si la muerte ya no existiera,
como si pudiéramos limitar el mundo al trabajo eficaz
y a las comodidades.
Estamos apartados de la poesía;
sus furores glaciales nos molestan.
Georges Bataille
Mundo de la razón. Mundo de la sensualidad y erotismo anulados. Mundo de la imposición. Mundo desacralizado. Mundo de la ciencia y el capital. Mundo de la atrofia, de la negación. El mundo hoy.
Bajo la lógica de la metafísica, el mundo se funda hoy sobre las ruinas de un antropocentrismo avasallante: el hombre como medida, como fundador y poseedor de todas las cosas. Un hombre que ya ni siquiera anhela su animalidad perdida, pues se identifica por completo superior: él es, así como todo a lo que infunde control, el resultado de la finalidad y la determinación.
Es éste un mundo dominado por la técnica. Pero no porque la tecnología haya avanzado a una velocidad insólita o porque las máquinas representen una especie de amenaza distópica. El control técnico-científico reina porque se ha esmerado en socavar nuestro vínculo animal, negar el azar, obstruir las fuerzas de la naturaleza que nos atraviesan. Y es un hecho que vivimos un mundo sofocado por la técnica, porque ya ni siquiera somos capaces de verlo.
¿Cómo es nuestro acercamiento al saber? ¿Cómo es nuestro actuar político? ¿Cómo funcionan las instituciones de poder? ¿Cómo es hoy el arte? ¿Cómo es nuestra relación con lo sagrado? ¿Cómo nos relacionamos con otros seres, no sólo humanos? Y, más aún, ¿cómo es nuestra forma de amar?
Cuando las respuestas a estas preguntas se enfocan hacia la utilidad, es entonces cuando sabemos que la tecnociencia ha tomado posesión: habita ya en nosotros. Porque, como mencionara Martin Heidegger, “la técnica no es pues un mero medio. La técnica es un modo de salir de lo oculto”,[1] lo cual significa que abarca el desolcultamiento del ser, es decir, de la verdad. Sin duda, el imperio de la búsqueda útil como forma de proceder ante el mundo ha alcanzado todo espacio.
Deviene así un modo de vida edulcorado que sabe responder únicamente al orden del trabajo, la velocidad, la productividad; un régimen de la sensibilidad negada que obstaculiza los rituales de tiempos largos y, sobre todo, se opone a las formas originarias de lo inútil: el arte y, por supuesto, el amor.
Aparecen entonces las tecnologías de la información y la comunicación. Medios que se disfrazan de novedad, que procuran la ilusión de ofrecer novísimos recursos de contacto entre los seres humanos. Sin embargo, estas posibilidades serán únicamente una representación más de lo ya desocultado, una arista más del obrar tecnocientífico. Porque este proceder transgrede cuerpos, configura modos de operación que van desde la carne hasta las máquinas.
Aquí se inscribirá, por ejemplo, el acercamiento y contacto con el “ser amado”, donde ahora se establecen vínculos desde la frialdad de una pantalla: perseguir en redes sociales y medios telefónicos; desde la neurosis, inventar historias gracias a una confirmación de lectura, una última conexión, un like.
Es preciso considerar que estas actitudes tienen sustento en una construcción ontológica profunda que está más allá de los alcances de la tecnología.
El control y la utilidad exacerbados toman materialidad en esa nueva derivación del espacio público —los medios electrónicos—, personifican el endeble sostén que hoy contempla al amor: una sensibilidad atrofiada.
Entregarnos sólo en la medida en que el otro lo hace, acercarnos “amorosamente” siempre en búsqueda de una finalidad. ¿Será posible alguna semejanza entre este actuar y el funcionamiento de un sistema bancario? El amor figura hoy cual una aparición más del capital y sus formas de producción; el mundo de la técnica que alcanzó ya al ser en su esencia.
Un nuevo habitar
La vida sólo se da en el desgarramiento,
como las aguas de los torrentes,
como los gritos de horror perdidos
se funden en el río de la alegría.
Georges Bataille
Pensar el amor desde la concepción de la técnica-científica es pensar el amor desde la negación de la vida.
Contrario al afán utilitario, se encuentra la filosofía del Romanticismo, movimiento cultural que empezó a finales del siglo XVIII y se desarrolló durante el XIX. Frente a la racionalidad de la Ilustración, la raíz de este pensamiento es el sentir.
Los románticos son seres que se entregan en totalidad a la sensación: amantes, revolucionarios, amigos, artistas, pensadores. Ontologías estéticas, poemas inconsolables, músicas del infinito, pinturas del desasosiego y la redención: Schelling y Schiller, Novalis y Hoffmann, Wagner y Mahler, Friedrich y Turner. La vida trágica, esa imposibilidad por acceder a la esencia eterna; la vida como una obra de arte.
Para este movimiento, que es más bien una forma de vivir, el amor constituye la esencia misma, es esa posibilidad de comunicación con el todo; una potencia que permite acabar con la finitud aunque sea sólo por un instante, dándonos acceso a la eternidad.
Amar: entrega total donde no cabe el cálculo, un dejarse atravesar por la physis y los afectos; desaparición del afán duradero. Amar: ponerse en riesgo y entregarse a lo indeterminado; aniquilación del sujeto, puesta en juego de uno mismo.
Tal vez sea indigno pensar el amor sin afirmar la vida, es decir, sin afirmar el azar, el derroche, la embriaguez, la donación, la espera que no espera nada; tal vez sea indigno pensar el amor como lo considera nuestra época de los dioses huidos. Quizá, si el amor no es la afirmación de la actividad que está en el todo, no deba ser llamado “amor”.
En este siglo vertiginoso, erigir un nuevo habitar verdadero guarda penuria en su interior cuando imaginamos que su sustento, ese elemento originario, el amor, ha sido convertido en una vil utilidad.
Y, sin embargo, “donde está el peligro, crece también lo que salva”:[2] es necesario desentrañar la ausencia de gravedad de nuestra época, ver el peligro de frente. Y, así, exigir el desgarramiento, evocar los furores glaciales que el amor, para ser llamado como tal, reclama. Insistir en la desaparición del “yo” y dar paso a las fuerzas del todo. Re-inventarnos desde la afectividad que afirma la vida.
Amar en un mundo que niega la vida extática y la inutilidad es hoy un acto de resistencia. En medio de la pérdida de lo sagrado, entregarse sin reparo a los movimientos del arte y el amor es nuestra posibilidad de vuelta al origen, a “ser uno con todo”,[3] aunque sea por un instante.
Porque una re-invención de la sensibilidad es la única manera de fundar un nuevo habitar: un nuevo mundo.
Bibliografía
- Bataille, Georges, La oscuridad no miente. Textos y apuntes para la continuación de la Summa ateológica, Alfaguara, México, 2001.
- ______________, Lo que entiendo por soberanía, Paidós, Barcelona, 1996.
- Heidegger, Martin, Caminos de bosque, Alianza, Madrid, 2010.
- ______________, Conferencias y artículos, Serbal, Barcelona, 1994.
- Hölderlin, Friedrich, Hiperión, Libros Hiperión, Madrid, 2014.
- Juanes, Jorge, Metafísica moderna, antropocentrismo y tecnociencia, UNAM, México, 2011.
- Nietzsche, Friedrich, El nacimiento de la tragedia, El caminante y su sombra, La ciencia jovial, Gredos, Barcelona, 2014.
- Safransky, Rüdiger, Una odisea del espíritu alemán, TusQuets, México, 2014.
Notas
[1] Martin Heidegger, “La pregunta por la técnica” en Conferencias y artículos, Serbal, Barcelona, 1994, p. 15.
[2] Friedrich Hölderlin, Patmos, citado por Martin Heidegger en ibídem, p. 30.
[3] Friedrich Hölderlin, Hiperión, Libros Hiperión, Madrid, 2014, p. 25.