Revista de filosofía

Felix Guattari, Jacques Lacan: ¿Qué articulación? ¿Debido a qué Guattari –un analista– es censurado en el campo lacaniano?

7.58K

Prólogo (en lugar de resumen):

Este prólogo es para precisar un método: renuncia a cualquier criterio o formulación didáctica. ¿Por qué motivos? En particular por uno y solo uno: existen en el mundo académico y el virtual de las universidades y de las instituciones de psicoanálisis, una infinidad de cursos, seminarios, talleres, diccionarios organizados con fines didácticos para enseñar, aclarar, explicar las proposiciones de Freud, de Lacan, de Guattari, de Deleuze, de Simondon, de Foucault, de… por consiguiente el rubro de la didáctica ya está disponible para el lector. Este escrito estudia las peripecias de las experiencias y de las teorías de un analista lacaniano Félix Guattari, nada más, nada menos, ustedes dirán si algo de ese imposible este artículo lo contiene. Acepto la posibilidad del fracaso.

Palabras claves: Psicoanálisis, Lacan, Guattari, (Anti)Edipo, Seminarios.

 

Foreword (instead of abstract):

This prologue is to specify a method: it renounces any criterion or didactic formulation. For what reasons? In particular for one and only one: there are in the academic and virtual world of universities and psychoanalytic institutions, an infinity of courses, seminars, workshops, dictionaries organized with didactic purposes to teach, clarify, explain the propositions of Freud , of Lacan, of Guattari, of Deleuze, of Simondon, of Foucault, of … consequently the heading of didactics is already available to the reader. This paper studies the vicissitudes of the experiences and the theories of a Lacanian analyst Félix Guattari, nothing more, nothing less, you will say if something of that impossible this article contains. I accept the possibility of failure.

Keywords: Psychoanalysis, Lacan, Guattari, (Anti) Oedipus, Seminars.

 

Encuentros desencontrados

Abordar las experiencias transmitidas por Félix Guattari requiere hacer un breve recorrido, así en Google usted encontrará una enorme cantidad de anotaciones respecto del filósofo Gilles Deleuze y muchas menos, casi inexistentes, las menciones a Félix Guattari. Se trata de una constatación no exhaustiva: el prestigio, el valor de la obras de Gilles Deleuze son inocultables, son una ayuda para abrir nuevos horizontes de la época, y mientras en particular, los textos de Guattari son como el agua del jarrón japonés que deja abrir los ensayos de cada seminario oral, así como a los Escritos de Jacques Lacan:

“Hablaba, daba clases muy coherentes y muy comprensibles…era un escrito que, en relación con el caudal de lo que había dicho, constituía un concentrado…que es preciso poner en el agua como las flores japonesas para verlo desplegarse. Esta comparación tiene su valor”.[1]

Fueron pocos los asistentes al diván de Lacan y a sus exposiciones orales que hayan tomado la costumbre de humedecer los textos del maestro para desplegarlos. Un cartel de aquellos tiempos constituido por Jacques A. Miller, Jean Allouch, Erik Porge, Guy Le Caufey tenía como siendo su más uno a Jacques Lacan, luego de presentarle una lectura transversal sobre las notas de su seminario La Angustia. Jacques A. Miller procedió a disolver el cartel debido que Jacques Lacan fue tomado por un ataque de angustia ante los temas expuestos y los cuestionamientos que implicaban la articulación de Lacan con la obra de Freud respecto de la ¡¡¡angustia!!! El cartel señalaba la diferencia: La propuesta de Lacan no era la Freud. Esos despliegues implicaban una apuesta, considerada peligrosa en esa época pues en cada pliegue del rizoma muestra elementos conceptuales acabados[2].

Recién hoy comienzan a presentarse estudios analíticos respecto de un concepto acabado: “el complejo de Edipo”, en el seminario oral de 1964 Lacan lo suprimió como fundamento de la práctica y de la teoría del diván. Son varios los conceptos acabados que están a la espera de un despliegue en el diván y en la teoría. Felix Guattari fue uno de los pocos que en esas épocas, 1968/1977 tuvo el atrevimiento de hacerlo. En este número se encontrará un texto que envió a Lacan, realizaba una serie de despliegues criticando los abusos de la dictadura del significante. Se trata de “de un signo al otro”. El artículo inicia así:

“El Uno es deseo de otra cosa, o deseo simplemente – deseo de desdoblarse.” Robert GERARD (Declive de un Razonamiento). ¿Una barra una muesca, pueden ellas, legítimamente, ser tomadas como un signo minimal? Escorias de una instrumentación, punta o cuchillo, cuyo movimiento: delimita demasiado resueltamente la extensión, ellas no devienen material significante en tanto ellas son utilizadas en otro sistema. Por ellas mismas, no disponen de ningún medio para articularse de manera coherente con sus semejantes”.[3]

El autor pone el acento en el signo y deja lado el omnipresente y todopoderoso significante; su tema era el signo. Pasaran varios años, Lacan acepta, en 1970 con claridad la proposición semiótica de Guattari. La primera reacción de Lacan ha sido tomada como una crítica al tema, se dejó así de lado su alcance irónico:

“Si tuviera que llegar a forzar alguna reactivación de la palabra, llamaría semiótica a toda disciplina que parta del signo tomado como objeto, pero para destacar que es ahí donde está el obstáculo para captar al significante como tal. El signo supone el alguien a quien hace signo de algo. Es el alguien cuya sombra ocultaba la entrada en la lingüística. Llamen a ese alguien como quieran, siempre será una disparate. El signo basta para que ese alguien se apropie del lenguaje como de un simple instrumento; he aquí al lenguaje soporte de la abstracción, así como de la discusión media , con todos los progresos del pensamiento, ¿qué digo?, de la crítica, a la postre. Tendría que “anticipar” (retomando el sentido de la palabra de yo a yo ) lo que cuento introducir con la grafía de la cosa, l,a,a,c,o,s,a., para hacer notar en qué efecto toma posición la lingüística. No será un progreso sino más bien una regresión. Es lo que necesitamos contra la unidad del oscurantismo”.

Y cuando la burocracia del significante parecía tener ganada la partida, Lacan lanza una cuestión que -a excepción de Felix Guattari, como analista- no fue rescatada con los horizontes nuevos que implicaba para el diván. En efecto, Lacan concluye:

“¡En primer lugar no crean que el signo no es asunto mío, bajo el pretexto de que yo definí al significante como nadie se había atrevido a hacerlo! Por el contrario es lo primero y será también lo último. Pero hace falta este desvío. Lo que denuncié de una semiótica implícita cuyo desconcierto habría consentido la lingüística, no impide que haya que rehacerla, y con el mismo nombre, puesto que de hecho referimos a la antigua aquella por hacer. Si, según Lacan, el significante representa a un sujeto (no un significado) y para otro significante (lo que quiere decir: no para otro sujeto), entonces ¿cómo puede el significante desembocar en el signo que, desde tiempo inmemorial, representa algo para alguien? Es en el budista que pienso, queriendo animar mi cuestión crucial con su: no hay humo sin fuego. Psicoanalista, es del signo que yo estoy advertido”.[4]

Felix Guattari añadió en una nota al pie “de un signo al otro” que el texto había sido compuesto a partir de reflexiones de todos los órdenes inspirados por el seminario del Doctor Lacan. Guattari participó de los seminarios orales de Lacan desde 1953, en 1954 comenzó un análisis con Lacan cuyo costo era elevadísimo para esa época, 50 francos, fue el primer asistente no médico y practicante en un hospital psiquiátrico a los seminarios de Lacan, en la clínica de La Borde ejercía bajo la dirección de Jean Oury, quien en los años setenta comparte la dirección de la Borde con Guattari hasta la muerte de Félix. Subrayemos que Guattari se encuentra con la muerte después de dirigir una asamblea comunitaria de La Borde –integrada por internos, personal administrativos y tratantes. En esa última asamblea interviene para apoyar y sostener una propuesta de un interno frente a los avances urbanísticos que se pretendía producir sobre los terrenos de la clínica. Guattari ejercía la función del secretario del alienado.[5] La carta del 8 de diciembre de 1961 está escrita dos días después de una sesión del seminario oral de Jacques Lacan, La identificación (1961/1962) En esa sesión el tema abordado era:

“Si todo el mundo, y no solamente los lógicos, hablan de a cuando se trata de “a es a” no es por azar. Es porque para soportar lo que se designa, es necesario una letra…cuanto que voy a tratar de mostrarles en la letra justamente esta esencia del significante, por donde él se distingue del signo…Se los mostraré con más detalle; es lo que por otra parte tiene en común con todo lo que se ha denominado ideográfico, no hay nada, hablando con propiedad, que merezca ese término en el sentido en que se lo imagina habitualmente, diría casi nominalmente en el sentido en que el pequeño esquema de Saussure con arbor y el árbol dibujado debajo lo sostiene por una especie de imprudencia que es a la que se vinculan los malentendidos y las confusiones.[Después comenta los caracteres chinos.]”

“Esto para introducirlos en lo que hace a la esencia del significante, del que no por nada ilustraré lo mejor de su forma más simple, que es lo que designamos desde hace algún tiempo como el Einziger Zug. El Einziger Zug”.[6]

JEAN OURY

JEAN OURY

Este es el objeto teórico que Guattari pone en tela de juicio en su carta. Antes de avanzar, vemos que Guattari en su pie de página menciona la sesión del 26 de abril de 1955. Se trata de una sesión del seminario oral de 1955-1956, Las estructuras freudianas en las psicosis. El lector puede hacer una experiencia semejante a la realizada por Guattari: tomar al pie de la letra el título de ese seminario, era la primera vez que asistía. Al pie de la letra las estructuras descriptas por Freud están en las psicosis, no están fuera de ella. Las psicosis no tienen afuera. Como el lector verá las consecuencias de lectura son mayúsculas y los efectos para cada una de nuestras prácticas son inimaginables. Solo adjunto que en los últimos seminarios, Lacan propuso que en análisis solo llegan psicóticos con síntomas neuróticos.

Jean Allouch subraya que en Deauville (Jornadas de la EFP de 1978) Lacan hace una mostración sin que su posición suscite desconcierto en la “clínica” establecida. En efecto, ese día emitió una afirmación quien da el paso de ir a demandar un análisis: venir a demandar al analista que arregle eso, es a lo que hay que llamar el psicótico[7]. Siguiendo a Jean Allouch:”Tenemos, entonces, una definición psicoanalítica del psicótico, una definición perfectamente clara y distinta incluso si sigue siendo parcial; es llamado “psicótico” por nosotros aquel cuyos síntomas neuróticos lo conducen a venir a demandarnos un psicoanálisis. Está “absolutamente loco” —en el sentido de la psicosis en la medida en que cree en los psicoanalistas. Existe…el psicótico de síntoma neurótico.” Allouch se detiene allí, deja abierta la puerta para localizar allí los motivos coincidentes de Jacques Lacan con Felix Guattari, la esquizofrenia como una forma normal de la vida en la sociedad capitalista, de ahí que Guattari no fue un practicante de la antipsiquiatría, pues en Laborde y en sus actividades se ocupaba de esos normales esquizofrénicos que hablaban o lo visitaban a él.

Subrayo la coincidencia de Félix Guattari con las últimas propuestas de Jacques Lacan, a pesar de las censuras de las diversas burocracias teorías. Volvemos a su carta donde Felix Guattari menciona la sesión del 26 de abril de 1955, estaba en el auditorio, como uno más. La sesión se despliega alrededor de testimonio del Presidente Schreber, Lacan dice que metodológicamente: “tenemos el derecho de aceptar entonces el testimonio del alienado sobre su posición respecto al lenguaje, y tenemos que tomarlo en cuenta en el análisis del conjunto de las relaciones del sujeto con el lenguaje. Este es el interés mayor y permanente del legado que Schreber nos hizo en sus memorias, cosa memorable efectivamente y digna de ser meditada”.

Lacan subraya, una y otra vez, aceptar el testimonio del alineado. “Testimonio” (testis: huevos…) fue una institución que en 1967 organiza la proposición para acceder al título de “analista de la escuela”; un analista sin psico… Lacan da un paso más: no solo nos haremos sus secretarios, sino que tomaremos su relato al pie de la letra; precisamente lo que siempre se consideró que debía evitarse. Guattari se encuentra con la muerte en la madrugada de un día en que él funcionó como secretario del alienado en la clínica La Borde. Ahora leamos un poco en extenso a Felix Guattari:

“En ciertos aspectos, Freud tenía plena conciencia de que su verdadero material clínico, su base clínica procedía de la psicosis, de Bleuler y Jung. Y esto es así hasta el final: todas las novedades del psicoanálisis, desde Melanie Klein hasta Lacan, proceden de la psicosis. Por otra parte, está el caso de Tausk: es posible que Freud temiese una confrontación de los conceptos analíticos con la psicosis. El comentario sobre Schreber revela todo tipo de ambigüedades. En cuanto a los esquizofrénicos, se tiene la impresión de que a Freud no le gustan en absoluto, dice sobre ellos cosas horribles, extremadamente desagradables… Ahora bien, es cierto, como usted dice, que Freud no ignoraba la maquinaria del deseo. El deseo, las maquinarias del deseo son incluso el descubrimiento propio del psicoanálisis. Nunca en el psicoanálisis dejan de zumbar, de chirriar, de producir. Y los psicoanalistas no dejan nunca de alimentar o de realimentar las máquinas, sobre un fondo esquizofrénico. Pero quizá hacen o desencadenan cosas de las que no tienen clara conciencia. Quizás su práctica implica operaciones incipientes que no aparecen con claridad en la teoría. No hay duda de que el psicoanálisis ha perturbado toda la medicina mental, como una especie de máquina infernal. Aunque ya desde el principio estuviese sometido a compromisos, causaba perturbaciones, imponía nuevas articulaciones, revelaba el deseo. Usted acaba de invocar los aparatos psíquicos tal y como son analizados por Freud: aparece ahí todo un aspecto de maquinaria, de producción de deseo y de unidades de producción. Pero hay otro aspecto: la personificación de estos aparatos (el super-yo, el yo, el ello), una escenografía teatral que sustituye las verdaderas fuerzas productivas del inconsciente por simples valores representativos. Así es como las máquinas del deseo se convierten progresivamente en maquinarias teatrales: el super-yo, la pulsión de muerte como deus ex machina. Tienden progresivamente a funcionar fuera de la escena, entre bastidores. O bien como máquinas de ilusión, de producción de efectos. Toda la producción deseante queda anonadada. Nosotros decimos estas dos cosas al mismo tiempo: Freud descubre el deseo como libido, como deseo que produce; pero no cesa de enajenar la libido en la representación familiar (Edipo). Sucede con el psicoanálisis igual que con la economía política tal y como la veía Marx: Adam Smith y Ricardo descubren la esencia de la riqueza como trabajo que produce, pero no cesan de enajenarla en la representación de la propiedad. El deseo se proyecta sobre una escena de familia que obliga al psicoanálisis a ignorar la psicosis, a no reconocerse sino en la neurosis, y a dar una interpretación de la propia neurosis que desfigura las fuerzas del inconsciente”.[8]

No se localiza en esta posición una distancia o una traición a la práctica del diván, por el contrario se ven varias precisiones sobre algunas atrocidades teóricas que limitan la práctica del diván. Nuestro autor prosigue:

“No tenemos nada que ver con el significante. No somos los únicos ni los primeros. Puede verse el caso de Foucault, o el reciente libro de Lyotard. La oscuridad de nuestra crítica del significante se debe a que se trata de una entidad difusa que todo lo reduce a una máquina obsoleta de escritura. La oposición exclusiva y coercitiva entre significante y significado está obsesionada por el imperialismo del Significante, tal y como emerge con las máquinas de escritura. Todo remite directamente a la letra. Tal es la propia ley de la hipercodificación despótica. Nuestra hipótesis es ésta: el Significante es el signo del gran Déspota que, al retirarse, libera una región que puede descomponerse en elementos mínimos entre los que existen relaciones regladas. Esta hipótesis tiene la ventaja de explicar el carácter tiránico, terrorista y castrador del significante. Se trata de un enorme arcaísmo que remite a los grandes imperios. Ni siquiera estamos seguros de que el significante pueda servir en el terreno del lenguaje. Por ello, nos hemos vuelto hacia Hjelmslev hace tiempo que él ha erigido una especie de teoría spinozista del lenguaje en el cual los flujos de contenido y de expresión prescinden del significante. El lenguaje como sistema de flujos continuos de contenido y expresión, troquelado mediante constructos maquínicos de figuras discretas y discontinuas. En este libro aún no hemos desarrollado nuestra concepción de los agentes colectivos de enunciación, una noción que pretende superar la escisión entre el sujeto del enunciado y el sujeto de la enunciación. Somos estrictamente funcionalistas: lo que nos interesa es cómo funcionan las cosas, cómo se disponen, cómo maquinan. El significante pertenece aún al dominio de la pregunta: “¿Qué quiere decir esto incluso es esta misma cuestión en cuanto borrada? Para nosotros el inconsciente no quiere decir nada, ni tampoco el lenguaje. El fracaso del funcionalismo se debe a que se ha intentado aplicar a dominios que le son extraños, a grandes conjuntos estructurados que, por serlo, no pueden estar formados de la manera en que funcionan. El funcionalismo, al contrario, no tiene rival en el dominio de las micro-multiplicidades, de las micro-máquinas, de las máquinas deseantes, de las formaciones moleculares. Liberar los flujos, ir siempre un poco más lejos en el artificio: el esquizo es el que está descodificado, desterritorializado. Dicho esto, no se nos puede responsabilizar de los disparates: siempre hay gente dispuesta a esgrimirlos (véanse los ataque contra Laing y la anti-psiquiatría). Planteamos un problema que concierne a la estrecha relación que existe entre el capitalismo y el psicoanálisis, por una parte, y entre los movimientos revolucionarios y el esquizoanálisis, por otra. Paranoia capitalista y esquizofrenia revolucionaria, por así decirlo, pero no en el sentido psiquiátrico de estos términos sino, al contrario, a partir de sus determinaciones sociales y políticas, de las que sólo bajo ciertas condiciones se deriva su aplicación psiquiátrica. El esquizoanálisis tiene como objetivo que la máquina revolucionaria, la máquina artística y la máquina analítica se conviertan en piezas y engranajes unas de otras. Si, una vez más, consideramos el caso del delirio, nos parece que tiene dos polos, un polo paranoico fascista y un polo esquizo-revolucionario. No deja de oscilar entre ambos polos. Esto es lo que nos interesa: la esquizia revolucionaria por contraposición al significante despótico. En cuanto a la responsabilidad o la irresponsabilidad, nada. Sabemos de tales nociones: se las dejamos a la policía y a los psiquiatras de los tribunales”.[9]

Breve el encuentro de Gilles Deleuze con Félix Guattari. Dejemos la palabra a los protagonistas de ese encuentro. Deleuze formuló lo siguiente:

“La dirección que usted señala (habla de Félix Guattari) me parece muy rica por la siguiente razón: nos hacemos una imagen moral del inconsciente, ya sea para decir que el inconsciente es inmoral, criminal, etc., aun si se agrega que está muy bien que así sea, ya sea para decir que la moral es inconsciente (superyó, ley, transgresión). yo le había dicho una vez a Muyard que no era así, que el inconsciente no era religioso, que no tenía ni “ley”, ni “transgresión”, y que eso era una idiotez […] Muyard me respondió que yo exageraba, que la ley y la transgresión, según lacan, no tenían nada que ver con todo eso. Seguramente tenía razón, pero no importa, pues, no obstante, toda la teoría del superyó me parece falsa, y también toda la teoría de la culpa”.[10]

Guattari con su concepto de máquina al sustituir la noción de estructura, le ofrece a Deleuze una posible puerta de salida del pensamiento estructural, salida que Deleuze buscaba en Lógica del sentido. En este plano –en el de la crítica al Lacan de un “inconsciente estructurado como un lenguaje”– y en el nivel de la conciencia política, Guattari está más adelantado que su amigo en 1969. Deleuze tiene algunos cuerpos de ventaja sobre la historia de la filosofía, en 1972 reconoce estar atrasado con respecto a su amigo en ciertos campos mayores: “yo trabajaba entonces únicamente en los conceptos, e incluso de manera muy tímida. Félix me habló de lo que él ya llamaba las máquinas deseantes: toda una concepción teórica y práctica del inconsciente-máquina, del inconsciente esquizofrénico, tuve entonces la impresión de que él estaba más adelantado que yo”. Concluyo aquí este breve recorrido con una pregunta: En el territorio heteróclito del llamado “psicoanálisis lacaniano” –un contrasentido pues Lacan eliminó en 1967 el prefijo “psico…”- se comparte un síntoma con amplios sectores de la filosofía, los críticos de arte, los politólogos, las feministas y los sociólogos ¿Cuál es el síntoma compartido?: No leer los últimos seminarios de Jacques Lacan, en particular aquellos que van desde 1971 hasta 1981, al mismo tiempo suelen suplantar esas lecturas por citar a otros que dice que los leyeron ¿A qué se debe? Debo mencionar una excepción la de Ignacio Lewkowicz, historiador y a Cristina Correa, semióloga, que produjeron horizontes extraordinarios junto con una lectura a la letra de esos últimos seminarios de Lacan, de forma lamentable los perdimos en tempranas edades.

 

Adenda

Lacan, Guattari, Deleuze: Si, están articulados ¿Cómo? ¿Qué articulación? Estas preguntas surgieron a propósito de un taller de lectura “¡Bienvenido Felix/z Guattari al psicoanálisis!”. Luego de un “cuadro de una posición” El taller se desplegará en 4 sesiones de lectura. Las preguntas son ocurrencias al vuelo de Pablo Chacón, a quien agradezco el gesto. ¿Qué instituciones y amparadas bajo qué razón o razones se encargaron de censurar el trabajo conjunto de Lacan, Deleuze y Guattari?

Si, en efecto, se realizó durante muchos años un trabajo conjunto entre Guattari y Lacan, en 1953 Guattari no solo se analiza con Lacan sino que participa de su seminario hasta ¿1981? Incluso participó de la asamblea solicitada por Lacan para disolver de forma jurídica a su École Freudienne de Paris, voto de acuerdo con el voto de Lacan. En 1953 se incorpora a la Clínica La Borde junto Jean Oury, ambos asistían al seminario, se analizaban con Lacan. Guattari era apodado “Lacan” en los ambientes estudiantiles y de la clínica pues transmitía las novedades del seminario y los contenidos de los artículos que luego serían parte de los “Escritos” de Lacan.

Respecto de Deleuze es interesante, Lacan fue quien trató de mantenerlo cerca, incluso que le dijo “Mis discípulos son unos nulos totales, salvo Miller, requiero de gente como usted“, eso dicho en voz alta en la sala de espera del consultorio pleno de analizantes. La anécdota concluye con Deleuze pensando lo siguiente “Claro que después podía decir eso mismo de Deleuze a cualquiera a sus otros discípulos”. El 19/04/1967 Lacan en su seminario oral, “La lógica de la fantasía” dice a los asistentes: “Voy a tomar un ejemplo de alguien que no es psicoanalista, G. Deleuze; presenta un libro de Sacher-Massoch, Presentación de Sacher-Massoch, escribe sobre masoquismo, incuestionablemente el mejor texto que jamás haya sido escrito. El mejor texto comparado a todo lo que se ha sido escrito sobre ese tema en psicoanálisis, seguramente, ha leído esos textos. No inventa su tema, parte en principio de Sacher-Massoch, que tiene algo que decir cuando se trata de masoquismo. Se ha recortado un poco su nombre, ya que ahora se dice masoca, marca la diferencia que hay entre masoca y masoquismo, masoquista o masoca. Como sea volveremos sobre este texto, ya que literalmente puedo decir algo de un tema sobre el cual no he permanecido mudo, puesto que he escrito Kant con Sade.” No hay más que percibir que el sadismo y el masoquismo son dos vías estrictamente distintas. Todo sádico no es automáticamente un masoca, ni toda masoca un sádico. No es dar vuelta a un guante “Puede que Deleuze —juraría por otra parte ya que me cita abundantemente— haya sacado provecho de esos textos; no es asombroso que este texto anticipe lo que voy a decir, en la vía que hemos abierto este año, mientras que no hay un sólo texto psicoanalítico que no hay que retomarlo, rehacerlo en esta nueva perspectiva”.

Luego 22/01/1969 añade que “bajo el modo de esta ley de ese contrato, sobre el cual nuestro amigo Deleuze ha puesto tan felizmente el acento para suplicar a la imbecilidad estremecida que reina en el campo de Psicoanálisis”. Respecto de Guattari corresponde apegarse a los documentos y testimonios, así en el seminario oral “El acto analítico” -observar que no se menciona al psicoanálisis sino al análisis- en la sesión cerrada del 31/08/1968 -solo participaban quienes fueron invitados o aceptados por Lacan al formularle preguntas sobre su seminario- interviene Guattari:

“Cuando Lacan fundó esta Escuela, en ruptura, en corte con toda una larga tradición del movimiento psicoanalítico en un cierto comportamiento de evitamiento, justamente, en relación a sus responsabilidades, se podría decir que cometió un acto que pesa sobre todos nosotros, y que, me parece, pesa singularmente en una reunión como ésta, con el aspecto un poco mortificante de tener que decir algo en algunas palabras ¿Sobre qué? precisamente sobre una pregunta de Lacan ; ¿Qué pregunta ? ¿Que se le vuelva a mandar el ascensor? solicita que haya una especie de devolución, de respuesta a esa cuestión que planteó cuando dijo : “yo fundo, sólo como siempre…” no me acuerdo como lo dijo. Y me interrogo sobre la pregunta de Lemoine. Cuando Lacan bautizó algo que procede del objeto parcial, en su origen, lo bautizó como objeto (a). El hecho de que haya tomado esa primera letra del alfabeto, que dio al mismo tiempo un cierto carácter de inscripción, de letra, en definitiva la instancia de la letra, ese acto de hacer pasar algo que en el movimiento psicoanalítico tenía una cierta denominación, ese acto de creación de un nombre, que le otorga la paternidad de una especie de nueva clasificación nocional, es algo que, de algún modo nos coloca a todos en esta Escuela en una posición transferencia !, particularmente en relación a lo que hay que reconocer, a saber, que Lacan, de cierta forma ha vuelto a fundar, ha vuelto a poner en acto al psicoanálisis después de Freud.

 

Ahora bien, pienso que en estas condiciones hay una incertidumbre que se manifiesta en el mismo funcionamiento de la escuela; se ha hablado de eso durante un congreso hace dos años. No sé si las cosas han sido retomadas, si se tuvo en cuenta las observaciones, las propuestas que fueron hechas. ¿En qué constituyen la Sociedad de psicoanálisis, la Escuela Freudiana, un garante de este acto de recuperación freudiana?

 

Me parece que un poco la trampa de la reunión de hoy es saber: ¿Cómo es posible hablar después de un acto? ¿Cómo es posible hablar después de esta responsabilidad, asumida por Lacan, de un corte y una nueva fundación del psicoanálisis? Creo que la devolución que recibimos hoy, en esta reunión debería al menos llevarnos a ir más lejos que a la única cuestión del acto y a dar vueltas alrededor de ese acto, que se parece más a una inhibición, a una incapacidad de ir más allá de la dilucidación”.

El psicoanalista Ch. Melman –apodado “mailman” pues llevaba y traía las cartas de Lacan, el mismo que se alegró ante el suicidio de P. Soury- descarta la intervención de Guattari ¡Hmmmm! Como usted puede observar ambos Deleuze y Guattari no eran contrarios a Lacan más bien eran quienes, uno desde la filosofía y el otro desde el análisis desplegaban y extraían consecuencias de las propuestas de Lacan en lugar de dedicarse a reiterar y reconstruir una ortodoxia lacaniana basada el “Lacan dixit”. Ese es el horizonte que junto con otros propongo explorar. ¿En qué consistió ese trabajo conjunto entre Lacan, Deleuze y Guattari?

“Ese trabajo conjunto se efectuó de forma intensa en el terreno de la doctrina del análisis. Lacan a partir de 1967 dejo en claro algo: no hay más psico…analista, solo hay y/o habrá analista a secas, es decir : un analista alejado del tema del aparato digestivo o psique – el segundo aparato toma al primero como su modelo ; un analista alejado del alma que proviene del mundo griego en que Freud tomó apoyo para inventar el psicoanálisis, a quién él -Freud- no dudo en ocasiones en llamar “psico…logía” e incluirlo dentro de la medicina de su época. Gracias a Lacan hoy se sabe que no existe ninguna entidad que se llame “clínica” eso quedo en el campo del “psico…análisis”, en el análisis eso no tiene ninguna consistencia. Solo hay analizantes y las cuestiones que ellos formulan. En esos terrenos los horizontes de Deleuze y Guattari se fabrican con Lacan, no contra él. Tomemos una situación donde eso se ve con cierta claridad : Lacan a partir del pre-texto de James Joyce, efectuó entre otras cuestiones un seminario oral de 1975/1976, titulado “El santhóma” fue un giro en torno a James Joyce (¿o pre…texto ?) ; Felix Guattari años después publica “Caosmosis”(1992) título que toma de James Joyce “caósmico” (ver J. Joyce en “Finnegan’s Wake”)”.

Respecto a Gilles Deleuze sugiero recorrer los seminarios orales para leer cómo fueron recibidos sus textos, como “La lógica del sentido“. Sobre él Lacan en su seminario oral “De un Otro al otro” dice:

“está hecho como debe estarlo un libro, a saber, que cada uno de sus capítulos implica el conjunto… él ha reunido en un libro lo que está en el corazón de lo que mi discurso ha enunciado… Él ha tomado la lógica de los estoicos “él se lo permite -él puede mostrar el lugar de sostén esencial…, de aquello que nos ha sido legado en trozos esparcidos a reconstituir, de algún modo por luces rasantes”.

Hay un hecho mayor, a partir de 1970, Lacan abandonó la pareja erótica que sostenía con Ferdinand de Saussure, comenzó su lento viraje hacia el signo orientado por los estoicos, por Lewis Carroll y Charles S. Peirce, tres de las brújulas del texto de Deleuze que acabo de citar; esos mismos autores forjan las propuestas de Felix Guattari. Esto responde de forma parcial a la pregunta sobre cómo era que tenían un trabajo conjunto. ¿Cómo entender -en este contexto- la escritura de El Antiedipo y de Mil Mesetas, que van en contra de algunas de las tesis más fuertes de Lacan? Aquí la pregunta toca un mito delicado que causó estragos por su éxito en las filas lacanianas, y también entre quienes se reconocen como guattarianos, por esos mitos hemos perdido mucho tiempo en adjetivar o en interpretar para no leer a Deleuze y a Guattari junto con Lacan, en particular “El anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia” y “Mil mesetas“, como fue mi caso. Considero que no es viable leer a Lacan sin Guattari, además que para ver cuestiones de Guattari se requiere a Lacan a partir de 1973. Se trata de uno con el otro, sin exclusión. Ambos libros no están en contra de Lacan por un simple hecho: fueron escritos gracias a Lacan y con Lacan, es decir, despliegan las enseñanzas de Lacan, subrayó las enseñanzas de Lacan no las tonterías que los lacanianos hemos hecho con los decires de Lacan o peor aún, usted lo sabe, no hay un solo Lacan, no hay un Lacan absoluto, por el contrario prefiero al Lacan queso gruyere -pleno de agujeros- si le quita los agujeros ya no es gruyere, es otro queso. A eso le sumó la confesión de Lacan a Maria Antonietta Macciocchi : ese libro (El Antiedipo…) “fue construido gracias a mis seminarios”. Recordemos que al salir ese escudo antimisil “El Anti-Edipo…” sentíamos, éramos afectados nos parecía que sin Edipo en el análisis no podríamos respirar.

El reconocimiento de Lacan se corresponde con otro: en 1969/1970 Lacan indicaba a su audiencia de psicoanalistas “El Edipo no tiene nada que ver con lo que hacen“, además, en 1973, Lacan dejó caer a su simbólico y se desprendió de forma abierta del llamado “complejo de Edipo”. Para colmo de malas, si usted recorre los llamados casos canónicos de Sigmund Freud : el caso “Dora”, el caso de “Hans”, el caso del Serguei C. Pankejeff, el caso del “hombre de las ratas”, el caso de la “joven homosexual”, el presidente Schreber puede constatar un hecho curioso : el complejo de Edipo no opera o no es empleado por Freud como explicación, en algunos de ellos ni siquiera lo cita[11]. Eso es para leer e investigar. Por último, Felix Guattari despliega la cuestión del signo en 1964 – De un signo a otro signo, lo entrega a Lacan- luego, en 1973 ubica el paso de la lingüística a la semiótica, momento en que Lacan (1973/1974) se desprende de la dictadura de ” la cadena significante”. Para ser más precisos la semiótica de las multiplicidades, es por el momento, el primero y único intento –logrado o no- de operar con el real, el simbólico, el imaginario, el santhóma –herejía infernal de Lacan- sin privilegiar ninguno de ellos, sin aplastar a uno con los otros. Se trata para Guattari de las multiplicidades sin Uno. La imagen de un Guattari “californiano” y lisérgico, entregado al antiage y otras prácticas ¿forma parte de esa campaña de desprestigio agitada por las hordas lacanianas?

“Pablo usted ejerce de muy buena forma su práctica del reportaje, sus preguntas son filosas abren horizontes novedosos a explorar. Voy al punto “la imagen de un Guattari” y “las hordas lacanianas”-termino introducido por Ud.- Si, en efecto, las “hordas lacanianas” en particular las provenientes de las cátedras universitarias y de las instituciones “psicoanalíticas”- incluida la cremería a la que pertenezco- suelen ser una máquina maravillosa que en Buenos Aires o en México o en París logra convertir al “psicoanálisis” en “psicología” para hacer de él un instrumento de “reparación” -termino de Lacan- de los “daños colaterales” de los misiles edipianos del capitalismo. Lo cual está bien, eso deja las cosas en su lugar, solo lamento el daño que se le hace a la psicología. Las hordas siempre fueron atribuidas a los “salvajes” o a los “primitivos” (Ver. Freud, en Tótem y tabú…), hoy asistimos a la actuación de “las hordas lacanianas” que son parte de la barbarie civilizada o de la civilizada barbarie. Así, usted puede encontrar a un miembro de esa “horda” Eric Laurent quien da una conferencia de casi dos horas con un tema “¿Qué es un órgano del cuerpo?” -ver en YouTube- solo que hay un pequeño detalle: para el análisis solo hay un cuerpo sin órganos, solo órganos eróticos que escapan a la organización policial –el bastón fálico- que se les quiere imponer. Eso lo notó Freud en el cuerpo de sus “histéricas”, Lacan con el “amor” de sus analizantes; en análisis solo hay cuerpos sin órganos, regalo que nos fue dado al análisis por el Presidente Daniel Paul Schreber, Antonin Artaud, Sor Juana Inés de la Cruz, Francis Bacon, Kenzaburo Oé, Kandinsky, Paco Urondo, Juan Gelman, Carlos Monsivais, Néstor Perlonguer, Mika Feldman y otros. Ese psicoanalista miembro de una de las hordas apoyó la acción civilizada, bárbaramente civilizada del filósofo Bernard H. Levy –cfr. Una primavera en Libia…- al participar del trasplante de la democracia en Libia para lo cual fueron cercenadas las vidas de un millón setecientos mil habitantes de ese país; Bernard H. Levy dirigió en directo acciones militares en Libia”.

 

“No sé si Guattari consumió lisérgico, si usted lo dice así ha de haber sido, solo sé que el análisis se inventó por efecto de la cocaína – no fue la coca- por el hecho de que Freud fue cocainómano y gracias a eso inventó su psicoanálisis (Ver : Beatriz Preciado, Testo Yonqui). Gilles Deleuze fue alcohólico, convendría que los analistas estudiemos su experiencia, en particular, cómo fabricó su respuesta a la pregunta que le hacía llegar su alcoholismo, tema sobre el cual los analistas tocamos de oídas”.

 

“No logro entender la pretensión o la exigencia de “salud” que debiera portar el o los analistas. Le parece a usted que los analistas -que es una “profesión” de paranoicos, de acuerdo a Paul Valery- o que ejercemos, según Lacan “un autismo de a dos” o que para ser “buen analista”, él sugirió ser ” ser más paranoico, sería mejor analista”. En concreto, los analistas seamos de las tendencias que seamos, vivimos en la locura y de la locura ¿Cómo se nos exige estar fuera de ella? Hay muchas locuras, hoy ser mujer, ser viejo, ser infante, ser gay, ser trans, ser lesbiana, ser hombre, ser analista implicar aceptar que uno es un rarito -queer- pues vive según el loco deseo (de lira) que cada quien fabrica con otros. Delirio es deseo, el deseo es un delirio, en eso acuerdan Freud, Lacan, Foucault, Deleuze y el “californiano” Feliz Guattari. En esta sociedad cualquiera que vive con un deseo tiene en esa locura un apoyo para vivir y soportar estar este socius –W. James- como escribió en el título de su relato Kenzaburo Oé “Cómo sobrevivir con mi locura”, no escribió: sobrevivir “a mí” locura. Sí, hay locuras graves, trágicas son las que visten la lencerística -Guattari- linguistería -Lacan- que habita la normalidad cotidiana y que, a veces, está recluida en los psiquiátricos”.

Final

¿Por qué David Cooper, Ronald Lain, el propio Guattari, terminan alejados de la “ortodoxia” (sería lo de menos) pero alcohólicos, medio místicos, gurúes quizá algo trasnochados? Bien, iniciemos con la “ortodoxia”. Si, cada uno de ellos compartió y comparten con Freud, con Lacan haberse alejado de la “orto…doxia”. La iglesia llamada I.P.A. -International Psychoanalytical Association- acuso a Lacan de hacer eso. Hace años colaboré en el pasaje al castellano y edición de las “Ocurrencias con Jacques Lacan” – escritas por Jean Allouch- dado el carácter irreverente, poco “ortodoxo” de lo que allí se muestra de la práctica de Lacan, es un libro poco citado en los seminarios, cursos, “clases”, “posgrados”, “maestrías”, “doctorados” lacanianos sea en universidades o en las instituciones lacanianas ¿A qué se debe que las instituciones lacanianas para acceder al título de analista compartimos el mismo funcionamiento de la I.P.A., a la cual decimos criticar y rechazar? “Trasnochados”, en particular, es una apreciación pertinente para Guattari, no sé ni digo nada respecto de los otros. Si, en efecto, eso describe a Felix Guattari ¿Cómo? Veamos, Guattari sostenía -lo cito “es mucho más fácil curar a un esquizofrénico que a un neurótico. Fácil, con la condición de trabajar a tiempo completo”[12]. Nótese, no hace de la esquizofrenia un acontecimiento a festejar. El Anti-Edipo, según un rumor, era un escudo antimisil para protegerse de los misiles edípicos del capitalismo. El viernes 28 de agosto de 1992, por la mañana, trasnochado, se encuentra dialogando con los habitantes de la clínica La Borde -al pie de la letra un borde. Se levanta, quizás, para ser atendido por un médico -tenía un malestar- regresa a la asamblea. Interviene en la asamblea ante un joven “agitado” y “repudiado” por otros asistentes, comparte la propuesta del joven quería privilegiar el caminar de la gente al tránsito de coches en los terrenos de la clínica. El joven se calma y su proyecto es aceptado. Es de noche, cena, entre otros con su hija Emmanuelle, sonrié, “estaba radiante”. Guattari se retira a su habitación, al parecer como era su costumbre sigue escribiendo -trasnochado-, al día siguiente, no lo localizan en sus horarios habituales, cuando van a su estudio lo encuentran muerto ¡Trasnochado! En el despacho de Guattari, su hijo Bruno al descubrir su cuerpo inerte, localiza en la mesa de luz Los perros de Eros de Lawrence y el Ulyses de Joyce en inglés. En la clínica los locos lloraron al ser informados de su muerte, muchos anduvieron errantes aquella noche -¡trasnochados!- y al mismo tiempo, no hicieron ningún ruido. La “noche fue calma”. ¿Cómo es que el análisis lacaniano no ha logrado aún dar la bienvenida a las preguntas que nos dejó Guattari? Preguntas, que otros recibieron, a partir de 1973 en México, en 1980 en Brasil, y en 1982 en Argentina.

 

Bibliografía

 

  1. Sladogna, Alberto, “Freud ante el parricidio: un sueño doctrinario”, Artefacto 6, Revista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, México, julio 1998.
  2. Backes-Clément, Catherine, “El Antiedipo: entrevista a Gilles Deleuze y Felix Guattari, L’Arc, n.º 49, Paris, 1972
  3. Guattari, Félix, “De un signo al otro”, Artefacto 6, Revista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, julio, México, 1998.
  4. Dosse, Fracoise, Gilles Deleuze y Félix Guattari. Biografía cruzada, Fondo de Cultura Económica, México, 2009.
  5. Lacan, Jacques, El triunfo de la religión precedido de Discurso a los católicos, Paidos, Buenos Aires, 2006.
  6. Lacan, Jacques, La identificación. Seminario 9 (1961-1962). Texto traducido por la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Inédito.
  7. Lacan, Jacques, Las estructuras freudianas en las psicosis, Seminario oral (1955/1956), Paidós, Buenos Aires, 2009.
  8. Lacan, Jacques, Los Cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Seminario de 1964, Paidós, Buenos Aires, 1987.
  9. Lacan, Jacques, Psicoanálisis (Radiofonía & Televisión), Anagrama, Barcelona, 1993.
  10. Allouch, Jean, “Perturbación en Pernepsi”, De littoral N° 26, Erès, Traducción: Anthony Sampson y Hélida Peretti, Toulouse, nov. 1988.
  11. Sosa, Miguel, “Del parricidio freudiano a la muerte del hijo de Dios”, Artefacto 6, Revista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, México, julio 1998.

 

Notas

[1] Jacques Lacan, El triunfo de la religión, Ed. Cit.
[2] Jacques Lacan, Los Cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Ed. cit
[3] Pierre-Félix Guattari, “De un signo al otro”, Ed., Cit.
[4] Jacques Lacan, Psicoanálisis. Radiofonía & Televisión, Ed., cit.
[5] François Dosse, Gilles Deleuze y Félix Guattari, biografía cruzada, Ed., Cit.
[6] Jacques Lacan, Seminario 9. La identificación, Inédito.
[7] Jean Allouch, Op. Cit.
[8] Catherine Backes-Clément, Op. Cit.
[9] Ibídem.
[10] Fracoise Dosse, Biografías cruzadas, Op. Cit.
[11] Miguel Sosa, Op. Cit., Alberto Sladogna, Op. Cit.
[12] François Dosse, Op. Cit.