El animal y el hombre desde la perspectiva de la individuación
Resumen
El presente ensayo expone el problema de la animalidad a partir de la teoría de la individuación de Gilbert Simondon. En esta teoría, Simondon presenta una original idea de génesis que pone en jaque antiguas vías de abordar la realidad del individuo, como en el sustancialismo y en el hilemorfismo. Al poner en cuestión el fundamento de la individualidad, Simondon también cuestiona el estatuto en que se basa el concepto que define al hombre y al animal.
Palabras clave: Gilbert Simondon, animalidad, individuación, Gilles Deleuze, Jakob von Uexküll.
Abstract
This essay aims to expose the problem of Animality from the perspective of the individuation theory of Gilbert Simondon. In this theory, Simondon developes an innovative idea of genesis that challenges the old ways of taking on the reality of the individual, as in the substantialism and the hylemorphism doctrines. By challenging the basis of the individuality, Simondon questions the very statute in which the concept of animal and man are defined.
Keywords: Gilbert Simondon, animality, individuation, Gilles Deleuze, Jakob von Uexküll.
Gilbert Simondon no fue sólo teórico, sino también profesor. Impartió clases en la Universidad de Poitiers, en la Universidad de Lyon, y en la Sorbona. Gracias a las grabaciones de sus alumnos, hoy tenemos algunos de esos cursos transcritos y traducidos al castellano. Desde 2012, la editorial Cactus de Argentina ha publicado cuatro cursos, la tesis completa, y anuncia dos futuras publicaciones.[1] También, en otra casa editora argentina —La Cebra— encontramos la publicación en 2008 de dos clases del curso de psicología general dictado por Simondon en la Universidad de Poitiers, entre los años de 1963-1964. Es un libro de corta extensión, pero lo considero una joya. Se titula Dos lecciones sobre el animal y el hombre. Como afirma Juan Manuel Heredia, en esta publicación el registro oral es evidente, lo que lo hace diferente de las otras clases publicadas, que presentan una exposición más formal y sistemática del texto.[2]
En estas dos clases, Simondon rastrea las principales variaciones de la noción de animal en la historia de la filosofía.[3] De la Antigüedad a la modernidad, el concepto de animal ha servido para pensar la propia definición de hombre.
“La cuestión del animal permite definir al hombre, clásicamente, por diferencia específica: se trate de su definición biológica como especie animal o de su esencia política, las más de las veces se aparta al humano de la esfera animal en razón de su espíritu, su alma o su historia.”[4]
A veces pensada como una relación de continuidad, otras considerada completamente aparte, la noción de animal ha servido de diferentes maneras para la conformación de una visión antropocéntrica de la realidad. Simondon, a través de su teoría de la individuación, es responsable de una crítica que alcanza lo más profundo y fundamental de la ciencia antropológica: la diferencia entre un yo y un otro. En el pensamiento de Simondon se borran las fronteras a un nivel ontogenético: no hay diferencia, todavía no se puede decir que esto es un animal, un hombre o una piedra.
Las dos lecciones sobre el animal y el hombre
Empecemos por las perspectivas puestas en juego. ¿Cuáles son las ideas sobre el animal que la historia de la filosofía nos ofrece? ¿Cómo se ha pensado la relación entre animal y hombre en el occidente, según las clases de Simondon? Para Jean-Yves Château, las doctrinas presentadas por Simondon, por más que tomen posturas diferentes, responden todas a un mismo número de preguntas:
¿Es el hombre esencialmente diferente del animal? Si la respuesta es sí, ¿hay una superioridad entre uno y otro? ¿Está el hombre aislado de la naturaleza? Si la respuesta es no, si pensamos en una continuidad, ¿qué los hace diferentes? ¿O no hay diferencia?
Las lecciones están divididas en dos, una primera, sobre las concepciones de la Antigüedad, donde Simondon habla de los presocráticos, de Pitágoras, de Anaxágoras, de Sócrates, de Platón, de Aristóteles y de los estoicos. Y una segunda, donde pasamos a las teorías cristianas, renacentistas y modernas. Encontramos en estas páginas a los apologistas (Taciano, Arnobe, Lactancio), a San Agustín, a Santo Tomás, a Giordano Bruno, a San Francisco de Asís, a Montaigne, a Descartes, a Malebranche, a Bossuet, y a La Fontaine.
Entre los antiguos podemos formar dos grupos: uno, de rasgo ético, donde el hombre es un ser separado de la naturaleza que tiene un valor singular —este es el caso de los sofistas, de Platón y los estoicos—; otro, de carácter naturalista y funcional que ve una correlación entre animal y hombre —Pitágoras, Aristóteles y sus seguidores—. Aunque el primer grupo piense en una diferencia o separación entre los dos mundos, había todavía una cierta relación entre los dos niveles de la realidad.
“[…] de la doctrina de la Antigüedad resulta que lo que se produce en el hombre y en el animal es comparable pero no idéntico, porque con las mismas categorías mentales, con los mismos conceptos reguladores, con los mismos esquemas, se puede profundizar y elucidar la vida humana y la vida animal, en el interior de una doctrina general de la existencia, de la relación con el mundo, de la reencarnación, de la palingenesia (palingenesis) o de la gradación y degradación de las existencias”.[5]
Es solamente con el surgimiento del cristianismo, y su doctrina de la actividad espiritual, y más aún con el cartesianismo, que se separa totalmente hombre de animal.[6] Ya no tenemos dos niveles de una misma realidad, sino dos naturalezas completamente diferentes. Una soberana dicotomía que legitima perfectamente el uso del animal como herramienta, objeto, mercancía. El animal, al final, no tiene alma. Es una máquina, un puro mecanismo.
Simondon no esconde su antipatía por Descartes y la dicotomía implicada en su filosofía, sin duda hay una crítica al mecanicismo. Así como, a la inversa, demuestra toda simpatía por Aristóteles y su pensamiento funcional sobre las relaciones entre animales y hombres, aunque lo critique por el modelo hilemórfico. Ya los siglos XIX y XX, para Simondon, son un tipo de síntesis dialéctica de Antigüedad y modernidad.
“En el año lectivo de 1963-1964, Simondon dicta un curso de propedéutica en la Universidad de Poitiers. Deux leçons sur l’animal et l’homme, cuya transcripción ha sido editada en Francia en 2006 y en Argentina en 2008. En este curso […] se plantea una breve historia de la noción de vida animal desde la óptica de la psicología, destacando tres grandes momentos dialécticos en la conceptualización de la relación entre lo viviente y lo humano. Así, tras un primer período de relativa continuidad, sobreviene con el cartesianismo una oposición radical y una ‘pasión dicotómica’ que recién será revertida entre los siglos XIX y XX, momento en el cual se restablece una continuidad y ‘la realidad humana se ve recubierta por una universalización del animal’. Asimismo, en el curso se destaca el lugar central ocupado por la teoría aristotélica y, particularmente, por el concepto de función que, según Simondon, hace posible por primera vez ‘un saber general de los vivientes’ y ‘funda una ciencia’”.[7]
¿Cuál sería la postura de Simondon? Para Jean-Yves Château, quien hace una breve presentación de las lecciones en esta publicación, en su tesis sobre la génesis físico-biológica del individuo, Simondon trata de partir de diferentes regímenes de individuación y no de formas previas, predeterminadas o a priori, ni a partir de la unidad del individuo. En vez de buscar la diferencia entre el hombre y el animal ya individuados, ya formados, se busca la diferencia entre individuaciones físicas, vitales, psíquicas y sociales. Los seres pueden participar de diferentes procesos de individuación.
“[…] lo que él [Simondon] considera ‘un fundamento de las áreas tales como materia, vida, espíritu, sociedad’, no son sustancia sino ‘diferentes regímenes de individuación’, y después de todo, esta doctrina ‘supone un encadenamiento de la realidad física hasta las formas biológicas superiores (es decir, hasta el hombre en su modo de ser social), pero cuando esta doctrina tenga que poder dar cuenta de lo que, en la experiencia, nos conduce a considerar la relación de un ‘individuo’ con una ‘especie’ y de una especie con un ‘género’”.[8]
La postura adoptada Simondon pasa por una continuidad entre animales y hombres, pero esta continuidad se da en un plano ontogenético, en un mundo pre-individual. No se confunde con ninguno de los tres momentos dialécticos de la historia de la filosofía. No se debe buscar la diferencia en los individuos, no se debe buscar la causa de su ser en un principio de identidad, no se deben comparar seres ya individualizados. Hay que buscar su condición de ser en este nivel cuántico de la vida. Ahí donde no hay lugar para la sustancia ni la dualidad ni la oposición.
Simondon tuvo grandes profesores, entre ellos Merleau-Ponty y Georges Canguillhem, con quienes comparte una visión no sustancializada de hombre. No hay una esencia abstracta que define el hombre, solamente hay procesos que dan condición a un singular concreto. No hay una forma dada que explique la diferenciación real de los seres vivientes, solamente hay procesos de individuación.
El proceso de individuación
Para Gilles Deleuze, la tesis El individuo y su génesis físico-biológica presenta una teoría “[…] profundamente original de la individuación, teoría que implica toda una filosofía”.[9] Filosofía tal que podemos considerar una “ontología general y diferenciada”.[10]
La individuación es, en síntesis, un proceso que crea a un individuo a partir de un mundo de seres pre-individuales, singularidades elementales en cambios potenciales y energéticos, partículas subatómicas. La diferenciación se da por medio de un franquear de umbrales, de saltos cuánticos. Sea un objeto físico, un ser vivo, una psique o una sociedad, se trata de diferentes procesos de individuación, de modulaciones de intensidades.
La individuación para Simondon tiene una condición de existencia: depende de la existencia de un sistema metaestable, es decir, “[…] la existencia de una ‘disparidad’ [disparation] entre al menos dos órdenes de magnitud, dos escalas dispares de realidad entre las cuales no hay interacción comunicativa”. La disparidad es el primer momento del ser,[11] y la individuación es justamente el proceso que va de lo preindividual a lo individual, del caos al germen, de lo singular a lo diferenciado, de un ser sin fase a un ser fásico.
“[…] el ser pre-individual es el ser en el cual no existe fase; el ser en el seno del cual se consuma una individuación es aquel en el cual aparece una resolución por repartición del ser en fases, que es el devenir; el devenir no es un marco en el cual existe el ser; es la dimensión del ser, modo de resolución de una incompatibilidad inicial rica en potenciales. La individuación corresponde a la aparición de fases en el ser que son las fases del ser”.[12]
Estamos hablando de una operación que aparece como solución a un problema, a un campo problemático, es decir, un espacio intensivo poblado por disparidades que buscan un equilibrio (metaestable). Estas disparidades son también llamadas singularidades, o diferencias en sí. Son diferencias en sí en tanto que, al dividirse, cambian de naturaleza.
Cada singularidad de este sistema es una diferencia de potencial. Es todo un campo intensivo vital, un campo problemático virtual antes que la vida aparezca con el organismo. Todo ser es esa potencia diferenciadora, esa capacidad de diferenciarse en sí mismo, de autoinventarse. Una “caosmosis” como dijo Joyce y más tarde conceptualizó Guattari, un proceso ontogenético del propio caos, un caos vibrátil, lleno de vida, productor de ritmos y repeticiones diferenciales. Un universo palpitante donde, entre el caos y el mundo, está el ritmo, según Deleuze y Guattari.
La génesis del ser es este proceso de individuación, este franquear de umbrales, cambios potenciales, saltos energéticos de partículas que no se explican por los individuos o formas que resultan, sino que deben ser comprendidos a partir de esa dimensión preindividual de las fuerzas moleculares, que tienen su propia ley de funcionamiento y naturaleza. En esta dimensión no tenemos lugar para separar animal de hombre, ya que en este nivel no tenemos formas, no existen diferenciaciones. El problema fundamental de la relación entre los seres vivos es el umbral entre los reinos.
“Simondon afirma un proceso de transición continuo entre sistemas o dominios que sólo estarían separados por magnitudes promedio. Dominios que más que establecer una distinción afirman una coexistencia en la que se produciría ‘una condición cuántica de producción de un efecto determinado’. En esta concepción todo es cuestión de relación y composición. La frontera en el nivel pre-individual son zonas de pasaje entre heterogéneos”.[13]
Otra característica del proceso de individuación es la inversión entre los términos y las relaciones. En vez de partir de los términos para pensar las relaciones, se debe ser parte de las relaciones para pensar los términos, es decir, el individuo. En las teorías sustancialistas, como el atomismo denunciado por Simondon, pasamos siempre de un término a otro, de un átomo a otro. La relación es siempre segunda a los términos. “[…] el conceptualismo científico supone la existencia de un real hecho de términos entre los que existen relaciones, no siendo los términos modificados en su estructura interna por las relaciones”.[14]
Tal vez cabe hacer una mención a Deleuze, a modo de comprensión de lo que significa esa inversión entre relación y términos. Con la lectura de David Hume, Gilles Deleuze encuentra justamente ese privilegio de las relaciones en detrimento de los términos. Para el filósofo francés, Hume presenta en su teoría de la subjetividad una idea de que las relaciones son exteriores a los términos, es decir, que tienen una existencia propia, no dependen de los términos, no son sus resultados. La relación existe en sí misma, es independiente.
¿Qué posturas combate esa idea de individuación? Podemos nombrar dos modelos que sobresalen en la crítica general de Simondon: el combate al modelo hilemórfico y a los modelos atomista y sustancialista.
“Existen dos vías según las cuales puede ser abordada la realidad del ser como individuo: una vía sustancialista, que considera el ser como consistente en su unidad, dado a sí mismo, fundado sobre sí mismo, inengendrado, resistente a lo que no es él mismo, y una vía hilemórfica, que considera el individuo como engendrado por el encuentro de una forma y una materia. El monismo centrado sobre sí mismo del pensamiento sustancia lista se opone a la bipolaridad del esquema hilemórfico”.[15]
Para Simondon, así como no hay un término primero de donde se parte, no hay materia de un lado y forma de otro. No hay monismo, ni dualismo, sólo un pluralismo en términos de desplazamiento de materiales intensivos, elementales, fuerzas informes que saltan de estado en sí mismas, que se diferencian en sí mismas. Ya no se trata tampoco de pensar al hombre como modelo del animal, ni al animal como modelo del hombre. Ya no hay modelos para comparar semejanzas o diferencias. Sólo hay modulación intensa de fuerzas y materiales.[16] Ya no se parte de una unidad para pensar su relación con otra, se parte de un campo de fuerza que antecede la propia unidad o cualquier proceso de unificación.
¿Qué es el animal? O mejor ¿Qué puede el animal?
Si ya no partimos de los individuos diferenciados, ya no hay sentido buscar una esencia que diferencie el hombre del animal. En vez de diferenciaciones por especies o géneros, se buscará identificar los diferentes regímenes de individuación, individuaciones físicas, vitales, psíquicas y sociales. Un animal es más apto para vivir que para pensar, pero esto no significa que, en alguna circunstancia, para resolver un problema vital, no pueda utilizar del pensamiento, es decir, tener una individuación psíquica. No sabemos qué puede una individuación. No hay una determinación por detrás, no hay modelo, solo modulación.
“La posibilidad de que algunos animales ‘se encuentren, a veces, en situación psíquica y que esas situaciones puedan ‘conducir a actos de pensamiento, no es afirmar que ‘ellos piensan’ o que ‘tienen pensamientos’, significaría ‘simplemente que un umbral es franqueado’. […] ¿Qué es el animal? ¿Qué es el hombre? ¿Cuáles son las relaciones entre ambos? No se puede responder a estas preguntas de manera rigurosa […] pero no se puede decir de antemano, lo que puede un ser, en el momento mismo en que se trate de un cuerpo viviente.”[17]
Cuando un ser se individua, el individuo que resta siempre carga consigo potencias diferenciales, seres preindividuales que serán sus anómalos, punto donde puede cruzar un umbral de intensidad. No se agota la individuación en un viviente, y es justamente por siempre portar potenciales de diferenciación que siempre es capaz de crear nuevas soluciones a los problemas que la vida hace enfrentar, en otras palabras, que es capaz de crear, de inventar nuevos mundos, nuevas subjetividades, nuevas colectividades. El campo problemático nunca se agota, se renueva, se despliega, y nuevas soluciones, nuevas individuaciones son necesarias.
Resonancias filosóficas con Deleuze y Uexkúll
Gilles Deleuze usa las herramientas conceptuales de Simondon en su propia obra, como podemos ver con el uso del concepto de individuación, disparidad, diferencia en sí misma, etc. Deleuze escribe también un artículo sobre la tesis de Simondon publicada en 1964, enalteciendo la obra por su originalidad al plantear el problema de la individuación desde la perspectiva de un mundo intensivo, virtual. Cosa que Deleuze ya encontraba en Bergson.[18]
Es con Deleuze que encontramos diferentes efectos de la teoría de la individuación respecto a la noción de animal. Deleuze también piensa el animal como anómalo. El devenir-animal es justamente una relación de anomalía, es decir, una relación de borde, una función diferencial que se establece entre dos heterogéneos. Solo el que está en el borde, entre dos magnitudes diferentes, puede hacer intercambios y resonancias, cambiar información.
El anómalo es justamente aquello de pre-individual que resta en lo individuado, sus potenciales de diferenciación que acompañan toda individuación. Si nos individuamos en tanto seres psíquicos y sociales, hay algo de pre-individual en nosotros que nos conecta directamente con lo vital y con lo físico. En este plano, todo está en resonancia, en armonía, atravesado por la misma potencia vital.
Cuando Deleuze explica el devenir no está más que describiendo diferentes tipos de individuaciones y relaciones entre mundos heterogéneos. En el caso de devenir-animal, no se trata nunca de imitar al animal, no es un caso de representación. Se trata de componer con las fuerzas que son propias de la animalidad, afectos propios del mundo de la araña, de la garrapata, etc. El devenir es una zona de indiscernibilidad, una frontera porosa entre mundos que permite este cruce incesante de heterogéneos.
Así, para Deleuze y, también, para Simondon, en el mundo pre-individual existen solo relaciones disyuntivas inclusivas, es decir, no hay oposición o incompatibilidad entre heterogéneos, pues justamente se relacionan desde sus diferencias, la potencia se actualiza per se en un campo disimétrico. Deleuze inventa el concepto de agenciamiento para pensar las relaciones entre los seres que no se dan por sustancialización. Desde la perspectiva del agenciamiento, un caballo de carga se asemeja más a un buey de carga que a un caballo de corrida. Se valorizan su actividad, sus relaciones afectivas; mas que características sustanciales, se pregunta por lo que puede un cuerpo, no lo que es qué es un cuerpo.
Definir al animal por los afectos de los que es capaz hace parte de una propuesta etológica en Deleuze.[19] Cuando Deleuze dice que un mundo está compuesto por cierto orden de afectos, está haciendo una lectura de Spinoza y su problema ¿qué puede un cuerpo? No sabemos lo que puede un cuerpo, no sabemos lo que puede una individuación.
Otro autor que resuena en todo este problema es Jacob Von Uexküll. Este filósofo y biólogo romántico también sirve de herramienta conceptual a Deleuze para forjar su propia filosofía. Uexküll crea el concepto de Umwelt o Mundo circundante para definir una filosofía de la naturaleza muy cercana a las propuestas de la individuación de Simondon. El concepto de Umwelt trata de “[…] dar cuenta de las relaciones de arraigo específicas que ligan al animal con su medio”.[20] Para Uexküll no se puede pensar un viviente fuera de su medio asociado, es como si el individuo se prolongara al medio donde vive, por esto es asociado, circundante. Y esto es pensar el viviente en términos también de relación, como Simondon y Deleuze. No se parte de un término, sino de una relación (viviente-medio asociado).
“Así, se busca captar la relación específica que los vivientes construyen y mantienen con su mundo; en esta relación se vislumbra que el animal no se relaciona con todo el mundo exterior, sino tan sólo con una multiplicidad limitada de signos que lo inducen a ejecutar determinadas acciones. Es más, el animal sólo percibe lo que debe percibir, toma en cuenta sus signos y desecha el resto”.[21]
Hay individuaciones diferentes, mundos diferentes que no son percibidos por otros mundos. La naturaleza es para Uexküll, “melodía que se canta a sí misma”, una gran orquesta que acomoda diferentes ritmos en una gran coordinación biológica.[22]
Deleuze saca de Uexküll por lo menos dos ejemplos: el caso de la garrapata y el caso de la relación entre la avispa y la orquídea.[23] Podemos cerrar este articulo con estos dos ejemplos que nos hacen posible ver casos concretos, algunas de las consecuencias que la concepción de animalidad sufre al ser pensada desde la perspectiva de los procesos de individuación tal como Simondon ha teorizado.
El ejemplo de la avispa y la orquídea es muy utilizado por Deleuze para hablar del devenir entre especies, entre seres heterogéneos. Una verdadera función matemática opera en la naturaleza, uniendo especies, creando una zona de indiscernibilidad entre mundos. La Naturaleza como un modelo rizomático. Simondon llama esta relación entre diferentes mundos de transducción.
“La orquídea se desterritorializa al formar una imagen, un calco de la avispa; pero la avispa se reterritorializa en esa imagen. No obstante, también la avispa se desterritorializa, deviene una pieza del aparato de reproducción de la orquídea; pero reterritorializa a la orquídea al transportar el polen. La avispa y la orquídea hacen rizoma, en tanto que heterogéneos.”[24]
Este caso de la relación entre la avispa y la orquídea aparece en las cartas de Uexküll publicadas en castellano con el título de “Cartas biológicas a una dama”. Se trata de una observación que Uexküll narra como si fuera de la dama a quien dirige las cartas, no propiamente de él. Aunque no se trata específicamente de una orquídea, sino de una boca de dragón.
“¿De qué modo podrían la formación de la boca de dragón y la organización del abejorro seguir la misma ley, cuando difieren por completo en su origen, tanto espacio como temporalmente, y no pueden causar el más mínimo efecto una sobre la otra? Hay en ello algo inquietante y desconcertante.”[25]
El caso de la garrapata enfatiza la constitución del propio mundo de acuerdo con las potencias del individuo. Se trata de pensar la individuación como una grande relación afectiva y, en tanto un cuerpo es un proceso de individuación, él pasa a ser definido por su capacidad de afectar y ser afectado, por los signos o marcas que es capaz de percibir. Una etología trataría justamente de saber qué puede o no un animal desde sus potenciales. ¿Qué puede una garrapata? La garrapata solo es capaz de percibir tres afectos, su mundo está limitado por tres signos (Uexküll) o afecciones (Deleuze):
“La garrapata responde o reacciona a tres cosas, tres excitantes y nada más, es decir, se encamina hacia la extremidad de una rama de árbol, atraída por la luz; puede esperar en la punta de la rama, en lo alto de esa rama –puede esperar años sin comer, sin nada; allí, completamente amorfa, espera que un rumiante, un herbívoro, un animal pase por debajo de su rama, y ella se deja caer –y ahí tenemos un especie de excitante olfativo: ella huele, la garrapata huele el… el animal que pasa por debajo de su rama, y éste constituye el segundo excitante: luz y luego olor, y luego, cuando ha caído sobre la espalda del pobre animal, se pone a buscar la región menos poblada de pelo —y ahí tenemos un excitante táctil— y se hunde bajo la piel; el resto… si podemos decirlo así, le tiene completamente sin cuidado, es decir, en una naturaleza bulliciosa, extrae, selecciona tres cosas”.[26]
Para Uexküll la garrapata tiene su círculo funcional limitado por tres estímulos: la luz, el olor y el tacto. Un mundo simple que “garantiza la certeza de obrar.” El hombre, así como otros animales, tienen círculos funcionales mucho más complejos y, por lo tanto, “un mundo circundante ricamente estructurado”. Pero cada uno, con más o menos círculos, “[…] todos los sujetos animales, de los más simple a los más complejos, están adaptados a su mundo circundante con la misma perfección”.[27] Así, el concepto de círculo funcional piensa la relación sujeto-objeto, sujeto-mundo, desde esta variedad de círculos, de relaciones simples como las de la garrapata, o compleja como de un hombre.
Con estos dos ejemplos, podemos ver como resuena entre Simondon, Deleuze y Uexküll una misma problemática que lleva la noción de animal a los bordes de su propia definición. ¿Qué puede un animal? No lo sabemos nunca de antemano.
A partir de los análisis de Simondon, de su teoría de la individuación, una nueva ontogénesis del individuo posibilita pensar nuevas relaciones con los animales que no pasen por modelos esencialistas, ni hilemórficos. El despliegue existencial se da por otras leyes, leyes cuánticas, pertenecientes a un mundo molecular donde no hay individuo como medida. Hay toda una reconfiguración de lo vital, lo psíquico y lo social a partir de la teoría de la individuación de Simondon.
El animal pensado como anómalo es una línea de fuga de nuestro agenciamiento humano, un límite de desterritorialización, para hablar como Deleuze. Al desterritorializar al animal, es el hombre quien se reinventa, dibujando una cara nueva en la arena, esta vez menos antropomórfica y más etológica.
Bibliografía
- Deleuze, Gilles, La isla desierta y otros textos (1953-1974), Pre-Textos, Valencia, 2005.
- Deleuze, Gilles y Guattari, Félix,Mil Mesetas, capitalismo y esquizofrenia. Vol. 2, Pre-textos, Valencia, 2010.
- Heredia, Juan Manuel, Simondon como indice de una problemática epocal, Tesis de doctorado, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 2017.
- _______, “Deleuze, von Uexküll y ‘la Naturaleza como música’”, en A Parte Rei. Revista de filosofía, marzo de 2011. Disponible en versión electrónica: http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/heredia75.pdf (consultado día 28/08/2018)
- Sauvagnargues, Anne, Deleuze: del animal al arte, Amorrortu, Buenos Aires, 2006.
- Simondon, Gilbert, Dos lecciones sobre el animal y el hombre, presentación de Jean-Yves Château, postfacio de Andrés Cangi, Ediciones La Cebra, Buenos Aires, 2008.
- _______, La individuación a la luz de las nociones de forma e información, Cactus, Buenos Aires, 2015.
- von Uexküll, Jakob Johann, Cartas biológicas a una dama, pról. Juan Manuel Heredia, Cactus, Buenos Aires, 2014.
- _______, Andanzas por los mundos circundantes de los animales y los hombres, pról. Juan Manuel Heredia, Cactus, Buenos Aires, 2016.
Notas
[1] Encontramos publicados por Cactus los siguientes volúmenes: 1. Curso sobre la percepción (2014); 2. Sobre la imaginación e invención (2013); 3. Sobre la comunicación e información (2016); 4. La individuación a la luz de las nociones de forma y de información (2015); 5. Sobre la técnica. Y los títulos que se anuncian como próximas publicaciones son: 6. Sobre la filosofía; 7. Sobre la psicología.
[2] Herendia, Simondon como indice de una problemática epocal, ed. cit., pp. 35-36.
[3] “No se trata de una historia completa de las nociones de vida humana y vida animal, tampoco de estudiar y de representar en toda su complejidad y sus matices las diversas doctrinas que se relacionan con ellas, sino de hacer aparecer de manera contrastada las principales concepciones y los puntos en los que ellas se oponen como figuras que representan el problema en sus diversas formas”. Jean-Yves Château apud Simondon, Dos lecciones sobre el animal y el hombre, ed. cit., p. 11.
[4] Savagnargues, Deleuze, del animal al arte, ed. cit., p. 15.
[5] Simondon, Dos lecciones sobre el animal y el hombre, pp. 50-51.
[6] “[…] veamos las primeras doctrinas que son sobre todo éticas, las doctrinas de la metafísica de inspiración religiosa, y luego, el sistema cartesiano que opone punto por punto, la noción de vida animal y de vida humana. Me permitiré decir que ese carácter justamente excesivo, insólito y escandaloso de las doctrinas del tipo de Descartes provocó un movimiento del pensamiento que tal vez fue favorable al descubrimiento de una teoría científica del instinto de las conductas animales.” Ibídem.
[7] Heredia, Simondon como indice de una problemática epocal, pp. 35-36. Sobre este problema dialéctico de los tres periodos, Simondon dice en las clases: “[…] existe una especie de movimiento dialéctico que se constituyó en la búsqueda y en la comparación de la vida animal con la vida humana. Desde el arranque, en los Antiguos, aparece una especie de mirada fenomenológica que, a partir de los principales aspectos de ambas vidas, jerarquiza la humana con relación al animal, pero sin oposición rigurosa y sin pasión dicotómica. Luego vemos aparecer el nacimiento del dualismo, que emplea al animal como una especie de herramienta, como el no-humano, que hace del animal una especie de ser de razón. Es decir, un ser ficticio que es, ante todo, lo que no es el hombre, un pseudo viviente, una clase de contratipo de la realidad humana idealmente constituida. Finalmente, por un retorno de las cosas que se produce a menudo en la teoría cuando ésta se encuentra con la prueba de la experiencia, tal noción desarrollada se ha generalizado y universalizado al punto de permitir pensar las conductas humanas en sí mismas. Esto caracteriza el tercer periodo del desarrollo del problema de la relación entre el animal y el hombre, entre la vida animal y la vida humana entre los siglos XIX y XX. Periodo que rehúsa el cartesianismo, […] lo trastoca de una manera inesperada y singular al decir que el contenido mismo de la realidad se dispone en la noción de animalidad, y que ese contenido permite caracterizar el hombre.” Simondon, Dos lecciones sobre el animal y el hombre, pp. 52-53.
[8] Jean-Yves Château, en presentación de Dos lecciones sobre el animal y el hombre, p. 22.
[9] “El principio de individuación se nos aparece como algo respetable, venerable, peor no parece que la filosofía moderna se haya preocupado hasta ahora de reelaborar por cuenta este problema. Los avances en física en biología y en psicología nos han llevado a relativizar o a atenuar tal principio, pero no a reinterpretarlo. El mérito de Simondon consiste en haber presentado una teoría profundamente original de individuación, una teoría que implica toda una filosofía.” Deleuze, La isla desierta y otros textos (1953-1974), ed. cit., p. 115.
[10] “Esa ontología general y diferenciada a la vez es la filosofía de Simondon.” Jean-Yves Château,Dos lecciones sobre el animal y el hombre, p. 22.
[11]“Y entre las páginas más admirables de este libro están aquellas en las que Simondon muestra el modo en que la disparidad, en tanto primer momento del ser o momento singular, está efectivamente presupuesta por todos los demás estados, ya sean éstos de unificación, de integración, de tensión, de oposición o de resolución de oposiciones, etcétera.” Deleuze, op. cit., p. 116.
[12] Simondon, La individuación a la luz de las nociones de forma e información, p. 10.
[13] Andrés Cangi, en postfacio de Dos lecciones sobre el animal y el hombre, p. 83.
[14] Simondon, La individuación a la luz de las nociones de forma e información, p. 12.
[15] Ibíd., p. 7.
[16] Deleuze en su libro Pintura, el concepto de diagrama retoma a Simondon para hacer una diferenciación entre molde, modelo y modulación. Pp. 155-156: “¿Qué diferencia hay entre los dos extremos, entre un molde y una modulación, entre moldear y modular? Simondon da, en su libro sobre la individuación, una diferencia muy clara. Dice que son como ‘dos extremos de una cadena’. Moldear es modular definitivamente […] es decir, se impone una forma a una materia, la adquisición de un equilibrio lleva un cierto tiempo en el moldeado, hasta que la materia llega a un estado de equilibrio impuesto por el molde. […] en el otro extremo de la cadena, modular es moldear […] de manera continua […] una modulación es como si el molde no cesara de cambiar. El estado de equilibrio es alcanzado inmediatamente, o casi inmediatamente, pero el molde es variable”. También encontramos el concepto en Uexküll donde el animal es siempre una modulación, una nota musical, un vasto plano de significaciones. Agradezco a mi amigo Luiz Fernando Proença, por mencionar la aparición del término en Uexküll.
[17] Jean-Yves Château, Dos lecciones sobre el animal y el hombre, p. 24-25.
[18] El Bergsonismo es publicado en 1966.
[19] “Se llamará latitud de un cuerpo a los afectos de los que es capaz según tal grado de potencia, o más bien según los límites de ese grado. La latitud está compuesta de partes intensivas bajo una capacidad, de la misma manera que la longitud está compuesta de partes extensivas bajo una relación. Del mismo modo que se evitaba definir un cuerpo por sus órganos y sus funciones, también hay que evitar definirlo por caracteres Especie o Género: se intenta contar sus afectos. A ese estudio se llama ‘etología’, y en ese sentido Spinoza escribe una verdadera Ética. Hay más diferencias entre un caballo de carrera y un caballo de labranza que entre un un caballo de labranza y un buey. Cuando von Uexküll define los mundos de los animales busca los afectos activos y pasivos de los que es capaz el animal, en un agenciamiento individuado del que forma parte.” Deleuze y Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Vol. 2, ed. cit., p. 261.
[20] Heredia, “Deleuze, von Uexküll y ‘la Naturaleza como música’”, ed. cit., p. 2.
[21] Ibidem.
[22] Sobre el tema de la música en von Uexküll ver el artículo de Heredia antes citado, “Deleuze, von Uexküll y ‘la Naturaleza como música’”.
[23] Encontramos este ejemplo en Uexküll pera también en Proust. Para Sauvagnergues, la referencia que utiliza Deleuze es de Proust, pero nosotros también encontramos este ejemplo en el libro de Uexküll.
[24] Deleuze y Guattari, op. cit., p. 15.
[25] El texto en la integra de lo que la mujer le habría escrito sobre el abejorro y la planta se encuentra en las pp. 95-96 del libro Cartas biológicas a una dama.
[26] Deleuze, abecedario, letra A. Abecedario es una entrevista de Deleuze a Claire Parnet, producida en 1988 y solamente divulgada después de la muerte de Deleuze en 1995. Se puede encontrar fragmentos de la entrevista en youtube. En Uexküll, el caso de la garrapata aparece en la introducción del libro Andanzas por los mundos circundantes de los animales y los hombres.
[27] Uexküll, Andanzas por los mundos circundantes de los animales y los hombres, ed. cit., pp. 44-45.