Resumen
El propósito de este trabajo es revisar la problematización foucaulteana del saber. Por lo tanto, en función de la configuración actual del archivo Foucault, leeremos fragmentos del libro L’archéologie du savoir junto a posteriores reflexiones realizadas por Foucault al respecto de la noción de Crítica.
Palabras clave: Foucault, saber, arqueología, crítica, ciencias humanas, conocimiento
Abstract
The aim of this work is to make a review of the Foucaultean problematization of knowledge. Because of that, according to the contemporary configuration of Foucault’s archive we will read fragments of the book L’archéologie du savoir together with later reflections made by Foucault regarding the notion of Critique.
Keywords: Foucault, knowledge, archaeology, critique, human sciences, knowing
En el presente trabajo se pretende llevar a cabo una relectura de la problematización foucaultena del saber dentro del marco de la configuración actual del “archivo Foucault”.[1] En ese sentido, tomaremos como punto de partida el característico gesto foucaulteano de recuperación de sus trabajos precedentes desde la perspectiva de sus indagaciones en curso[2] y el modo en que buscó ubicar su producción filosófica en el seno de las posteridades de la Crítica,[3] para emprender una revisión respecto de su problematización arqueológica del saber.[4] Por lo tanto, buscaremos rastrear el modo en que la distinción entre saber y conocimiento, que habilita el desanclaje de la epistemología de las ciencias humanas del interior de la relación sujeto-objeto, permite elaborar un registro de problematización que se perfila por fuera del par teleología-normación. En la medida en que la arqueología del saber prescinde de tomar la ciencia actual, historiográficamente en términos teleológicos, y epistemológicamente de modo normativo, da lugar a un trabajo epistemológico que en lugar de “bastarse a sí mismo”, se perfila como una herramienta potente para la problematización ontológico-política respecto de la actualidad.
Retomando lo señalado en el párrafo precedente, sería pertinente destacar entonces que, en tanto la arqueología introduce un desplazamiento desde el interior de la relación cognoscitiva hacia el substrato epistémico a partir del cual se constituyen los términos de la misma, las tareas epistemológicas del arqueólogo se encuentran jalonadas por preocupaciones de índole ontológico-políticas. Por lo tanto, nos ocuparemos de problematizar la densidad epistemo-ontológico-política que vertebra a la crítica foucaulteana del saber.
Por último, en lo que respecta a la organización formal de las líneas que se despliegan a continuación, dividiremos las mismas en tres parágrafos y un apartado de reflexión final. En el primero, explicitaremos la estrategia de lecto-escritura a partir de la que hemos erigido nuestro trabajo. Luego, en los siguientes parágrafos, nos detendremos en la problematización foucaulteana de las nociones de crítica y saber, respectivamente.
Cuestiones de método: notas en torno a la estrategia de lecto-escritura filosófica
En el presente artículo se pretende llevar a cabo una lectura filosófica de carácter arqueológico y problemático de fragmentos de la discursividad foucaulteana, en torno a lo cual se impone la realización de una serie de aclaraciones, puesto que son varias las aristas implicadas. En términos generales, sería pertinente destacar que el abordaje problemático de los trabajos de Michel Foucault se encuentra jalonado por la búsqueda de herramientas que habiliten la interrogación respecto a nuestra actualidad y, por lo tanto, no se encuentra alentado por el intento de elaboración de “la lectura”, original e irrecusable, que clausuraría todo tipo de discusión, contribuyendo a la desactivación de la potencia crítica de las herramientas filosóficas foucaulteanas.
Por otra parte, en lo que respecta a las referencias de Michel Foucault a otros filósofos u otras corrientes filosóficas, las consideraremos relevantes en función de la economía del discurso foucaulteano, y no como un “problema en sí mismo”, cual si sus trabajos fueran los de un comentarista. Por lo tanto, no tomaremos las referencias foucaulteanas, explícitas o no, a la fenomenología o a la filosofía de Immanuel Kant, por ejemplo, como si el suyo fuera un trabajo de historia de la filosofía. En contraposición, distinguiremos lo sugerente que dichas referencias resultan para presentar su propio registro de interrogación frente al análisis respecto de la plausibilidad filológica de las mismas. Declinando levemente las precisiones esbozadas en las líneas precedentes, querríamos mencionar que queda por fuera de nuestros objetivos la puesta en discusión de la caracterización de los trabajos foucaulteanos en tanto presuntamente alineados en una “tradición”. En ese sentido, si bien en el próximo apartado nos detendremos en la búsqueda foucaulteana de inscripción de su propio trabajo en una de las posteridades abiertas en torno a la Crítica kantiana, no es a partir del par categorial “autor- tradición” que abordaremos la misma.[5]
Por último, querríamos remarcar que este modo de “apropiarnos de Foucault para problematizar a Foucault”, permite perfilar una lectura arqueológica y problemática que, en cuanto tal, se ubica por fuera de los carriles de la hermenéutica y la filosofía analítica, que suelen ser considerados como las únicas alternativas posibles tanto para el trabajo filosófico como para la realización de indagaciones teóricas en el ámbito de las ciencias sociales y humanas.
La crítica foucaulteana como ontología de la actualidad
Me parece que la elección filosófica a la que nos encontramos confrontados actualmente es ésta. Hay que optar por una filosofía crítica que se presentará como una filosofía analítica de la verdad en general, o por un pensamiento crítico que tomará la forma de una ontología de nosotros mismos, de una ontología de la actualidad. Y es esta forma de filosofía la que, de Hegel a la Escuela de Frankfurt, pasando por Nietzsche, Max Weber, etc., ha fundado una forma de reflexión a la cual, desde luego, me vinculo en la medida en que puedo.[6]
Michel Foucault
Retomando el señalamiento foucaulteano que se encuentra condensado en la cita que hemos incluido como epígrafe del presente apartado, querríamos señalar que la misma resulta fundamental, puesto que nos permitirá enfocarnos, en el parágrafo siguiente, en la problematización de los saberes partiendo de la base de que su crítica no tiene como correlato una propuesta de fundamentación alternativa. Es decir, que no pretende erigirse como una analítica de la verdad, preocupada por las posibilidades del conocimiento y sus límites infranqueables, sino que más bien se enmarca en el proyecto de dar cuenta de la constitución histórica de focos de experiencia para poder desentrañar ontológico-políticamente la actualidad y dar cuenta de la contingencia y las posibilidades de franqueamiento de lo presuntamente “universal y necesario”.[7] Justamente, por foco de experiencia Foucault concibe la articulación entre las formas de saber, las matrices normativas de comportamiento y los modos de existencia virtual para sujetos posibles; imbricación cuyo desmonte constituye el blanco de la problematización respecto de actualidad.[8]
Puede decirse, entonces, que el modo en que las herramientas foucaulteanas permiten problematizar el saber no se articula por medio de la trama constituida por la imbricación entre crítica del conocimiento-teleología de la verdad-normación de la forma adecuada de conocer. Por el contrario, su reflexión epistemológica se encuentra jalonada por preocupaciones de índole ontológico-políticas, ya que la misma se configura en tanto aporte fundamental para la problematización de la constitución histórica de la actualidad. De lo que se trata, entonces, es de una inflexión del gesto crítico, que desanclado de todo viso de universalidad se desliga a su vez de una pretensión fundadora-normativa.
Puede plantearse, entonces, que la clave de bóveda en torno a la que se articula la reflexión filosófica foucaulteana la constituye su imbricación con la actualidad, ya que es la inscripción del filósofo en su tiempo lo que lo motoriza a pensar respecto de, valga la redundancia, su presente: las preguntas por “el hoy” y “quiénes somos en nuestra actualidad” constituyen el punto de partida y el objetivo insoslayable de su labor.[9]
Revisitando la problematización arqueológica del saber
A lo largo de las líneas que se despliegan a continuación pondremos el foco en la problematización foucaulteana del saber sistematizada en el clásico libro publicado en 1969 bajo el título L’archéologie du savoir.[10] Tomamos el mismo como blanco privilegiado de nuestra lectura ya que, como se explicita en la propia letra foucaulteana, puede ser leído como un trabajo de corrección y recuperación crítica de los desarrollos desplegados en sus investigaciones precedentes.[11] Foucault comienza dicho libro situando la arqueología dentro del marco de la transformación de los estudios históricos, en torno a lo cual destaca la mutación operada por el estatuto del documento, al que se deja de tratar alegóricamente, es decir que se deja de buscar “hacerlo hablar” para que diga “la verdad” acerca del pasado, y empieza a ser tratado como monumento. Por lo tanto, ya no se buscará interpretar los documentos sino de trabajarlos en sí mismos, constituyendo series y cuadros documentales. En dicho marco, frente a la denominada historia de las ideas, en tanto disciplina interpretativa que presupone la función sintética del sujeto, Foucault propondrá el análisis arqueológico como una metodología que prescinde de dicho subjetivismo “alegórico”.
Ahora bien, tras haber ubicado la arqueología en el marco de la renovación de la historiografía, y haberla deslindado de la historia de las ideas, Foucault buscó caracterizar el registro propio del análisis arqueológico:
“Pero de lo que aquí se trata, no es de neutralizar el discurso, de hacerlo el signo de otra cosa y de atravesar su espesor para alcanzar aquello que permanece silenciosamente más allá de él, sino al contrario de mantenerlo en su consistencia, de hacerlo surgir en la complejidad que le es propia […]. Sustituir el tesoro enigmático de las ‘cosas’ anteriores al discurso, por la formación regular de los objetos que no se perfilan más que en él. Definir esos objetos sin referencia al fondo de las cosas, sino en relación con el conjunto de las reglas que permiten formarlos como objetos de un discurso y constituyen así sus condiciones de aparición histórica”.[12]
De lo que se trata, entonces, es del trabajo archivístico sobre los discursos que, al abordarlos en tanto prácticas, dé cuenta de sus condiciones de posibilidad, permitiendo establecer históricamente los modos de constitución de ciertas positividades, en lugar de tomarlas de antemano como evidencia y punto de partida. En este contexto, resulta esclarecedora la inclusión de la definición dada por Foucault respecto de las formaciones discursivas en el capítulo segundo de la primera parte de L’archéologie du savoir:
“En el caso en que se pudiera describir, entre un cierto número de enunciados, un semejante sistema de dispersión, en el caso en que entre los objetos, los tipos de enunciación, los conceptos, las elecciones temáticas, se pudiera definir una regularidad (un orden, correlaciones, posiciones y funcionamientos, transformaciones), se dirá, por convención, que se trata de una formación discursiva, evitando así palabras demasiado cargadas de condiciones y de consecuencias, inadecuadas por otra parte para designar una dispersión semejante, como ‘ciencia’ o ‘ideología’ o ‘teoría’ o ‘dominio de objetividad’. Se llamarán reglas de formación a las condiciones a las cuales están sometidos los elementos de esta repartición (objetos, modalidad de enunciación, conceptos, elecciones temáticas)”.[13]
Podemos plantear, entonces, que nos encontramos con un aspecto nodal de la reflexión foucaulteana, a saber: la arqueología permite aproximarse a los discursos en tanto prácticas que forman regularmente los objetos que sólo en ella tienen lugar y que, a su vez, posibilitan correlativamente la constitución de formas de subjetividad. En torno a lo cual, no puede pasarse por alto que este modo de problematización de los saberes en tanto prácticas discursivas permitió a Foucault plantear la oposición entre la teoría del conocimiento, que se ocuparía de dar cuenta de la relación sujeto-objeto, y la arqueología del saber que se coloca por fuera de dicha relación, dando cuenta de la formación de ambos términos en tanto inmanentes al ejercicio de la función enunciativa. En ese sentido, consideramos que el eje de la apuesta foucaulteana radica en la problematización del saber como un modo alternativo a la construcción de una teoría del conocimiento; puesto que no se trata, para Foucault, de problematizar los términos de la relación cognoscitiva, sino de colocarse por fuera de la relación misma, dando lugar a la problemática del saber en oposición a la del conocimiento.[14] En este contexto, se torna relevante la caracterización que Foucault hiciera respecto de su arqueología de las ciencias humanas emprendida en Les mots et les choses; en el prefacio de dicho libro, el filósofo sostuvo que:
“No se interrogará a los conocimientos descritos en su progreso hacia una objetividad en la que la ciencia actual pudiera reconocerse; lo que se pondrá en juego, es el campo epistemológico, la episteme en que los conocimientos, vistos más allá de todo criterio referente a su valor racional o sus formas objetivas, hunden su positividad y manifiestan así una historia que no es la de su perfección creciente, sino más bien la de sus condiciones de posibilidad […]. Más que de una historia en el sentido tradicional del término, se trata de una ‘arqueología’.[15]
A tono con la posterior inscripción de su trabajo en una de las posteridades de la Crítica, encontramos en la reflexión epistemológica del arqueólogo una serie de notas fundamentales. Al hacer del saber el blanco de la indagación, la epistemología de las ciencias humanas resulta desanclada del interior de la relación cognoscitiva y permite, en contraposición, dar cuenta de la formación inmanente de los términos de la misma. Dicho de otro modo, el desplazamiento desde el conocimiento hacia el saber operado por la arqueología transforma la agenda del trabajo epistemológico respecto de las ciencias humanas. Justamente, si la arqueología se coloca por fuera de los pares sujeto-objeto y teleología-normación, el trabajo epistemológico a realizar, en lugar de “bastarse a sí mismo”, se perfila como una herramienta potente de cara a la crítica ontológico-política respecto de la constitución de la actualidad. En lo que a la problematización de las ciencias humanas respecta, en lugar de ceñirse a la “clásica agenda epistemológica”, que hace del problema de la objetividad cognoscitiva de las mismas una cuestión central, la indagación arqueológica se desplazará hacia las formas de objetivación y la constitución correlativa de posiciones de sujeto que se configura a partir de cierta formación discursiva.
A modo de cierre
A partir de la lectura que hemos desplegado a lo largo de las líneas que anteceden a esta breve conclusión, quisiéramos destacar la relevancia filosófica que presenta la relectura de L’archéologie du savoir, a casi medio siglo de su publicación, debido al modo en que la edición en formato libro de los cursos dictados por Foucault en el Collège de France ha producido una reconfiguración del archivo foucaulteano. En ese sentido, a partir del modo en que el filósofo buscó reformular de manera recurrente sus trabajos previos desde la perspectiva de sus indagaciones en curso y, en dicho marco, del intento de inscripción de su propio trabajo en una de las posteridades de la Crítica, se abre una cantera de interrogación filosófica en torno a la relectura de sus grandes trabajos. En ese sentido, consideramos que las citas relativas al método arqueológico que hemos introducido permiten sostener que la preocupación epistemológica respecto de los saberes acerca de “lo humano” se ejercita de manera desligada respecto del doblete formado por el par enfoque teleológico-pretensiones normativas.
Puede plantearse, entonces, que la arqueología no pretende configurarse como una teoría del conocimiento alternativa, que problematizaría la relación sujeto-objeto; por el contrario, entre sus objetivos se destaca el dar cuenta de los modos históricos de constitución de ambos términos al remitirlos a sus condiciones de posibilidad. Por lo tanto, resulta susceptible de ser planteado que las reflexiones epistemológicas del arqueólogo se encuentran jalonadas por preocupaciones de índole ontológico–políticas. Puede plantearse, entonces, que la problematización foucaulteana del saber no se circunscribe a “lo epistémico”, sino que en torno a la misma se consolida una imbricación en torno a la que se desdibujan las fronteras entre “lo epistemológico” y “lo ontológico-político”. Articulación que hemos denominado densidad epistemo-ontológico-política que vertebra a la problematización foucaulteana del saber.
Bibliografía
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- _____, L’archéologie du savoir, Gallimard, París, 1969.
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- Gutting, Gary, A Very Short Introduction, Oxford University Press, Oxford, 2005.
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Notas
[1] Cfr. Wallenstei, Introduction: Foucault, Biopolitics, and Governmentality.
[2] Cfr. Fontana y Bertani, Situation du Cours.
[3] Cfr. Foucault, Le gouvernement de soi et des autres. Cours au Collège de France.
[4] Cfr. Foucault, L’archéologie du savoir.
[5] Cfr. Foucault Qu’est-ce qu’un auteur ?
[6] Cfr. Foucault, Le gouvernement de soi et des autres. Cours au Collège de France.
[7] Cfr. Mascaretti, Michel Foucault on Problematization, Parrhesia and Critique.
[8] Cfr. Giordano, Un’idea di filosofia. Michel Foucault, dalla critica dell’antropologia all¿etica de la cura di sé.
[9] Cfr. Gros, Situation du Cours.
[10] Cfr. Foucault, L’archéologie du savoir.
[11] Beresñak, El espacio de la verdad foucaulteana.
[12] Foucault, L’archéologie du savoir, p.65.
[13] Ibid., p.53.
[14] Cfr. Foucault, Sur l’archéologie des sciences. Réponse au Cercle d’épistémologie.
[15] Foucault, Les mots et les choses. Une archéologie des sciences humaines, p. 13.