Revista de filosofía

Abi-Nadat  

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Tú te guías por los días y el mes, yo me guío por las horas, me dice Abi Nadat.

Una vez, cuando era niño compré doce muñecos Ninja, el blanco nomás miraba a los negros como peleaban. Después peleaba con metralleta y ya. Mi abuelo no hablaba con nadie, pero aunque era anciano, con aquel que lo insultaba, no se andaba con pocas palabras, de una vez le daba cuello, lo partía en pedazos con el machete como los Ninja. El curaba, descendía de unas personas poderosas. Al que le caía mal, de una vez lo mataba porque era su gusto de él y ni cuenta se daba. Se vinieron a dar cuenta cuando partió a uno con el machete y lo puso en bolsas. Había un odio que ni él mismo comprendía, hasta mi abuelita le tenía miedo. Si lo hubiera conocido, me hubiera enseñado muchas cosas; tenía catorce parcelas de puro cacao y se las dejó a mi abuela pero ella escuchaba a las personas que le empezaron a pedir dinero, se los prestaba y quedó en bancarrota.

¿Le dije que el abuelo era de la magia? Pues la abuela también y mataba, pero con barro y les enterraba el puñal, pero cuando ya se la estaba jalando el demonio, cuando ya no podía leer la Biblia, prefirió seguir a Jesús de Galilea. Yo pienso mucho en eso que hacía mi abuela porque era para matar pero también para curar; me acuerdo que le gustaba leer revistas policíacas y amorosas, yo quería a mi abuela.

De mi madre casi no puedo yo hablar. Ella recibe mensajes de Jesucristo y cuando eso pasa, se queda en la cama y parece loca, pero no está loca. Eso es lo único que yo puedo hablar de ella. Mi madre me regaña, me dice: ¿por qué te sales a vagar, porque fumas mariguana…, etc.? Y a mí me da mucho coraje, mucho odio (como al abuelo), pero me quedo callado, hablar sería faltarle al respeto, levantarle la voz porque ella es una mujer que me da muchas cosas que no salen de ella sino de Dios. Yo si puedo pedirle a Dios, pero orando. Y Abi Nadat me aclara que hay cuatro puntos, como los puntos cardinales que lo orientan en el mundo, el de la mirada de las mujeres y del que observa; el de las artes marciales, el del demonio que es el de la tentación del placer y el de Dios que se alcanza a través de orar. Me dice que tocar es igual a coger, y que eso está permitido por lo que se atrevió a pedirle a Dios una mujer bonita y llegaron dos una de ojos azules y una de ojos amarillos, entonces él hizo un pase de artes marciales para atraerlas, pero éstas no entendieron el mensaje de Dios y todo se echó a perder ¡Lástima!