Resumen: El presente ensayo describe la melancolía desde su concepción negativa y positiva para comprender el malestar y el proceso de creación en el diálogo del individuo con el vacío. Se propone estudiar la imaginación y el símbolo como dos procesos psicológicos través de los cuales el genio melancólico concibe su arte y no se consume en la enfermedad gracias al acto cognitivo y la satisfacción de sus deseos.
Palabras clave: melancolía, imaginación, símbolo, genialidad, deseo, conocimiento.
Abstract: The present essay describes melancholy from its negative and positive conception to understand the discomfort and the process of creation in the dialogue of the individual with the void. It is proposed to study the imagination and the symbol as two psychological processes through which the melancholic genius conceives his art and is not consumed in the disease thanks to the cognitive act and the satisfaction of his desires.
Keywords: melancholy, imagination, symbol, genius, desire, knowledge.
Mi relación con la melancolía surge de manera absurda e inesperada, casi como un tropiezo. Todo comenzó con un delirio sobre mi propia insignificancia, un sinsabor de la vida y una tristeza que me llevaron a conocer la angustia y el desencanto, pero que también me permitieron desarrollar un ejercicio de autoconocimiento y tomar conciencia de mi condición como humano. De manera que, en esta ocasión, me gustaría tratar sobre la capacidad de creación propia del malestar melancólico, el cual resulta una fuente de inspiración y de creatividad constante que, mediante la expresión artística, puede obtener una voz.
Para comenzar debemos definir el significado de la palabra “melancolía”. En filosofía ha sido entendida de dos formas: como enfermedad y como genialidad.
La melancolía como enfermedad
En la enfermedad tenemos la concepción hipocrática relacionada con la bilis negra que rompe la normalidad de la salud: crea un estado de anormalidad en el individuo y desencadena la enfermedad.[1] Se manifiesta en la falta de apetito, en el desaliento y en el insomnio. Vuelve al individuo un ser abatido e insensible que por momentos desprecia la vida y anhela la muerte.[2]
La solución puede ser el amor, pero este es también el causante de la enfermedad, ya que altera el equilibrio. En el psicoanálisis, el origen de la melancolía se debe a la pérdida del ser amado en una trágica relación entre el sujeto y su objeto de deseo. Existe una identificación narcisista mediante la cual el sujeto elige el objeto de deseo, desarrollando con esto una demanda absoluta y exigencias imposibles de cumplir; por lo tanto, se crea un vínculo frágil y fácil de romper, de modo que cuando el lazo entre ambos se quebranta y el sujeto pierde su objeto de deseo, es tanta la identificación del sujeto con lo que ama que la pérdida resulta una pérdida de sí mismo. En consecuencia, surge la desesperanza, la insignificancia y la angustia de ser consumido por la nada.[3]
Hasta aquí se ha entendido la enfermedad como la pérdida de sí mismo en el vacío y la desesperanza. Es un duelo donde no se sabe quién murió, la palabra pierde significado y, como resultado, el individuo se siente abatido y se vuelve sombrío.
Es desalentador leerlo, pero más crudo se vuelve al identificarnos con ello. No obstante, aún existe una posibilidad de esperanza y lucha continua para impedir el abandono frente a la incertidumbre.
La melancolía como genialidad
La negación a renunciar a la historia es la fuerza positiva y creadora del genio melancólico. Como menciona Godina, el melancólico es un ser extraordinario y original con una naturaleza reflexiva. Tiene potencial creador gracias a su inspiración. Su alma sufre una elevación que le permite reflexionar y meditar para comprender lo sublime y, con ello, descubrir nuevas realidades.[4] Además, al melancólico, después de la enfermedad, se le agudizan los sentidos, permitiéndole aprender por cuenta propia lo que sea que lo llene en su vacío. Es consciente de su condición finita y de su debilidad. Por lo tanto, aunque en primera estancia trate de huir, se reconcilia y no rompe con la realidad. Sale de la obscuridad y vuelve al mundo para dotarle de un nuevo significado a través de la creación artística o filosófica.[5]
De esta forma se ha conocido al genio melancólico como un ser que se sabe humano, débil y finito; quien, aun en la angustia y el malestar, pretende construir su camino a través de la creación en un mundo carente de sentido. Es temerario, ya que oscila entre el abismo y la realidad con el peligro latente de consumirse en la desesperanza. No demuestra miedo cuando duda, le es normal sentir intriga sobre la existencia y ante la angustia del vacío no huye ni ignora, por el contrario, dialoga con el abismo y reconstruye un nuevo significado.
Como se ha revisado, en la melancolía se vive un conflicto con la nada y es en la nada donde el genio entabla su diálogo solitario. Pero ¿cómo es que el genio aún se abraza a su historia sin perderse en el abismo? De alguna manera la curiosidad continúa viviendo en su pensamiento. La respuesta quizá este en un par de procesos psíquicos: el símbolo y la imaginación, puede que los creamos simples, pero eso sería un error.
En la Familia Psi[6] se ha encontrado el origen de la melancolía en el deseo, la pérdida y los procesos inconscientes (psicoanálisis), pero también debemos tener en cuenta la capacidad de construcción que existe en el proceso cognitivo como una función consiente, que, al igual que el instinto, es natural.
El símbolo
El símbolo es un proceso psiquíco que implica la capacidad del sujeto para adaptarse a su entorno y procesar la realidad. Además se encuentra ligado con la identificación del individuo como ser autónomo.[7] Para comprender el concepto de símbolo retomaré a Piaget, quien habla sobre el conocimiento como una adaptación al exterior y como una construcción constante y propia del sujeto en la cual dota de una definición a los objetos percibidos al interactuar con el mundo a través de la experiencia, los procesos mentales y los conocimientos previos.[8] Es importante entender esto, ya que el proceso de significación se relaciona con el proceso de conocimiento.
El símbolo lo definiremos como aquello captado por los sentidos y a lo que se le atribuye un significado. Es una imagen con significación, donde figuras que por sí solas carecen de sentido adquieren significado cuando hay un vínculo con una estructura previa a través de la asimilación y la acomodación. De manera que se integra el conocimiento nuevo con el anterior, logrando identificar el significado con la imagen. Así, conforme el individuo va conociendo, se modifican constantemente los esquemas mentales por la influencia del contexto.[9]
En conclusión, el símbolo surge cuando a una imagen carente de sentido se le atribuye un significado. Es de este modo que las imágenes logran relacionarse con conocimientos previos, los cuales cambian a través de la dinámica de los procesos mentales y la experiencia. La significación del símbolo, al igual que el conocimiento, es una construcción constante. Hay un proceso de conocimiento y razón que vincula al individuo con la realidad.
La imaginación
La imaginación sirve como escape de la realidad y para complacer a un ser melancólico. Ha sido entendida como un pobre nivel cognoscitivo que distrae a la razón con ilusiones.[10] Es un intento de aprehender un objeto ausente o inexistente a través de un contenido físico o psíquico que surge en la ilusión.[11] No es conocimiento, solo es una luz difusa que representa lo que sabemos y lo que sentimos donde se desvanece el contacto con la realidad.
En palabras de Vygotsky “La forma más espontanea de pensamiento es el juego y las fantasías de la imaginación, que hacen parecer alcanzable lo que se desea”.[12] Partiendo de esta psicología entendemos que, en efecto, la imaginación se relaciona con los deseos, pero de manera reparadora para vivir una vida que en realidad no existe. Pero esto no desmerita su importancia ya que influye mucho en la solución de problemas, la innovación y la creación artística. Es reguladora de la vida emocional además de estar relacionada con el desarrollo de conceptos (aprendizaje), donde mientras más conocemos, hay más posibilidades de creación y representación imaginada.[13]
La imaginación la hemos definido como un pensamiento espontáneo que surge como escape de la realidad y representación de objetos ausentes o inexistentes para la satisfacción de deseos.
La imaginación esta vinculada con el aprendizaje, ya que es importante en la resolución de problemas, la innovación, la creación y la regulación de la vida afectiva. Es aquí donde encontramos la relación entre el símbolo y la imaginación; el conocimiento y la satisfacción de deseos; además de la representación y el escape de la realidad que mutan para concebir la genialidad melancólica.
Representaciones e ilusiones de un pensamiento
A través del símbolo el individuo se involucra con la realidad, le da un sentido, mientras que con la imaginación entra en contacto con el deseo y la afectividad. Es una dinámica creativa que comienza con un escape a la imaginación capaz de representar en sus ilusiones realidades que vinculan al sujeto con el mundo, ayudándolo a mantenerse y a no ser consumido. Como hemos revisado, el melancólico dialoga con el vacío y sin perderse ahí porque ha construido un lenguaje en el arte. Lenguaje que es posible por el conocimiento y por la necesidad de cumplir deseos. El melancólico entonces ama y aprende con locura y a través de esta locura encuentra el significado, por más doloroso que sea. Ilumina su obscuridad y sale de la caverna a apreciar el sol a través de su sensibilidad.
La imaginación y el símbolo guían en la nada por su naturaleza espontánea. Incitan a tomar una decisión de poder quedarse en un estado de enfermedad o de darle rostro a su malestar. En caso de elegir lo segundo, se dará inicio entonces a algo hermoso y cruel que es la deconstrucción de la angustia. Mediante el autoconocimiento, la introspección y su creación artística mostrará que existe. Quizá se dé cuenta que no esta solo, hay más sujetos como él con quienes puede sentir empatía y con los cuales puede buscar ayuda para seguir luchando y no hacer de esto el fin de su historia.
Bibliografía
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- Arias, Paulina; Merino, Milton; Peralvo Carmen, “Análisis de la Teoría de Psico-genética de Jean Piaget: Un aporte a la discusión”, en Dominio de Ciencias, 3 (3), 2017, pp. 833-845. https://dominiodelasciencias.com/ojs/index.php/es/article/viewFile/508/pdf. Consultado el 31 de octubre, 2018.
- Chacón, Marta, “Ensayo sobre la Melancolía”, Psicológica UST, 2 (2), 2005, pp. 21-26. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4808697. Consultado el 31 de octubre, 2018.
- Godina, Célida, “Sobre la melancolía”, en La lámpara de Diógenes, 3 (5), 2002, pp. 35-40. https://www.redalyc.org/pdf/844/84430505.pdf. Consultado el 31 de octubre, 2018.
- Monroy, María Regina, “Arte, creatividad y aprendizaje. La imaginación como vehículo de la movilidad interior: duelo y simbolización artística”, en REencuentro. Análisis de Problemas Universitarios, (46), 2006. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=34004611. Consultado el 31 de octubre, 2018.
- Pérez, José Antonio, “La significación del símbolo: una aproximación en torno a Piaget”, en Revista electrónica de psicología Iztacala, 10 (2), 2007, pp. 82-93. http://www.journals.unam.mx/index.php/repi/article/view/19111/18138. Consultado el 31 de octubre, 2018.
- Pérez, Cristina “La melancolía como método filosófico”, en Revista Laguna, 32, 2013, pp. 89-101. https://riull.ull.es/xmlui/bitstream/handle/915/4361/L_32_%282013%29_06.pdf?sequence=1&isAllowed=y. Consultado el 31 de octubre, 2018.
- Rojas, Alejandro, “La imaginación en la filosofía de Hegel” en Suplemento, 15 (1), 2010 pp. 275-283. https://www.ruhr-uni-bochum.de/philosophy/forschung_kdp/pdf/hegel/bibliographie_2010_hs46.pdf. Consultado el 31 de octubre, 2018.
- Sartre, Jean Paul, Lo imaginario, Losada, Buenos Aires, 1976.
- Vygotsky, Lev, Pensamiento y lenguaje, Booket, México, 2017.
Notas
[1] v. Pérez, Cristina “La melancolía como método filosófico”, ed. cit.
[2] v. Godina, Célida., “Sobre la melancolía”, ed. cit.
[3] v. Chacón, Marta, “Ensayo sobre la Melancolía”, ed. cit.
[4] v. ídem.
[5] v. ídem.
[6] Expresión usada para englobar a todas las corrientes psicológicas y psicoanalíticas. Véase: Gonzáles, Alejandro, “Inconsciente: ¿Un diálogo entre Freud y Vigotsky?”, ed. cit., p. 160.
[7] v. Monroy, María Regina, “Arte, creatividad y aprendizaje. La imaginación como vehículo de la movilidad interior: duelo y simbolización artística”, ed. cit.
[8] v. Arias, Paulina; Merino, Milton; Peralvo Carmen, “Análisis de la Teoría de Psico-genética de Jean Piaget: Un aporte a la discusión”, ed. cit.
[9] v. Pérez, José Antonio, “La significación del símbolo: una aproximación en torno a Piaget”, ed. cit.
[10] v. Rojas, Alejandro, “La imaginación en la filosofía de Hegel”, ed. cit.
[11] v. Sartre, Jean Paul, Lo imaginario, Editorial Losada, Buenos Aires, 1976.
[12] Vygotsky, Lev, Pensamiento y lenguaje, Booket, México, 2017, p. 85.
[13] v. Alessandroni, Nicolás, “Imaginación, creatividad y fantasía en Lev S. Vygotski: una aproximación a su enfoque sociocultural”, ed. cit.