TOMADA DE LA ASOCIACIÓN DE LA PRENSA DE JEREZ
Resumen
La escritura de la nota periodística contiene elementos similares a los textos reconocidos como de ficción; dichos elementos refieren a la creación de un relato, pero también se oculta un aparato que produce la noticia. El concepto de ficción, ampliamente discutido en el campo de la literatura, historiografía, filosofía y psicoanálisis, brinda una herramienta para analizar el quehacer periodístico con el propósito de revisar su autoridad como el único que informa la realidad a una sociedad.
Palabras clave: ficción, narración, noticia, periodismo, realidad, escritura.
Abstract
The writing of the journalistic note contains similar elements to the texts recognized as fiction; these elements refer to the creation of a story, but a device that produces the news is also hidden. The concept of fiction, widely discussed in the field of literature, historiography, philosophy and psychoanalysis, provides an instrument to analyze journalistic work in order to review its authority as the only one that reports the reality to a society.
Keywords: fiction, narrative, news, journalism, reality, writing.
En tiempos donde la cotidianidad se narra en cinco párrafos y llega en instantes a la vista del lector a través de la pantalla de un dispositivo, se requiere una revisión del quehacer periodístico, particularmente de la publicación de información en serie: las notas periodísticas.[1] El objetivo de este trabajo es ofrecer argumentos que permitan comprender a la nota periodística como un texto producido, a la manera que el filósofo Hayden White considera el trabajo historiográfico, es decir, estructurado como una ficción.
Al invocar el término ficción se aluden conceptos como fabricación, invento o elaboración, que, para este propósito, la argumentación los delimitará al texto escrito. Pero de manera general, se considera que la ficción no puede tener aplicación exclusiva a la literatura, como señala el psicoanalista Néstor Braunstein debería cuestionarse si, “[…] las ficciones solamente son las creaciones de la imaginación: cuentos, novelas, películas, cuadros, fábulas o mitos, frente a ellos estaría lo que es ‘de verdad’, la realidad, lo natural, pero ¿quién ha visto a la verdad, a la realidad o a lo natural?”[2]
Es importante acotar que no se niega la existencia material de acontecimientos que se reportan en los diarios: asesinatos, caída de la bolsa de valores, discursos pronunciados por el presidente; lo que se niega, es una “objetividad absoluta”[3] que se fundamenta en cifras, datos, opiniones científicas o profesionales, y que supone que el acontecer se narra[4] independientemente de quien suscriba la nota periodística. Lo que se niega —siguiendo a H. White— es que los sucesos ocurrieron de la forma que los relatos de los historiadores dicen que ocurrieron, puesto que “[…] todo texto histórico es un artefacto verbal, se proporciona una imagen verbal de la realidad”.[5] Dicha realidad sólo se conoce a través del relato del otro: del reportero.
Si bien los acontecimientos pueden ser verificados, lo que se cuestiona es la manera en que son presentados. Para este propósito, empleamos el término “familiarizar” acuñado por H. White que significa que se aporta información a través del relato, pero, también se determina el modo en que un hecho debe ser entendido o significado.
Para sustentar la hipótesis de que el texto periodístico contiene elementos de ficción se propone una ruta metodológica que aborda la narración como elemento indispensable para construir cualquier tipo de relato. Como el psicólogo Jerome Bruner lo expresa, la narrativa no concierne exclusivamente al mundo de la literatura, pues, los humanos son, “[…] dada su capacidad lingüística, fabricantes de historias”.[6]
Asimismo, este análisis se fundamenta en algunos principios del psicoanálisis, particularmente de los desplazamientos propuestos por el pensador Michel de Certeau[7] que van de la clínica psicoanalítica a las dinámicas sociales. En la presente argumentación, en lugar de usar la figura del historiador nos centraremos en la figura del periodista, cuya labor es similar a quien escribe la historia. Si los relatos del periodista narran lo importante de una civilización en un tiempo determinado, sería importante que su discurso pueda escudriñarse a la luz de un análisis más atento, ya que probablemente en un tiempo futuro estos discursos serán en gran medida los documentos que darán soporte a la veracidad de un texto histórico.
Se propone una crítica del quehacer de la institución noticiosa a través de la revisión de algunos de los elementos que hacen posible la publicación de las notas periodísticas. Estos textos, muchos de ellos breves y en ocasiones sin ostentar firmante se han convertido en la producción más asidua de la institución noticiosa, pues su publicación, a diferencia de otros géneros periodísticos, les sobrepasan en número.
Observar a la nota periodística como un texto producido, cuyos elementos son similares a los usados en la literatura, permite cuestionar conceptos como realidad y verdad que en la práctica periodística resisten al escrutinio y la discusión pública, pues se han naturalizado como valores profesionales. Pero, además, y como se buscará argumentar, pareciera muy clara la distinción entre un texto periodístico de opinión frente a uno que supuestamente es sólo referencial e informativo. Una división sucinta entre opinión e información tiene límites difusos, pues, a través de la nota informativa la institución periodística —al igual que en la histórica, según Michel De Certeau— busca instaurarse como autoridad para contar lo que realmente ocurrió.
Narrar la cotidianidad
Nuestra experiencia del mundo “[…] está unida intrínsecamente al proceso narrativo”,[8] no es posible articular un discurso sin un relato de por medio: las anécdotas de infancia; los sueños convertidos en relatos coherentes; las experiencias traumáticas que se dirimen en un diván; los sucesos que explican lo que se ha sintetizado como independencia nacional; la reconstrucción de hechos frente a un juez durante un proceso jurídico; e incluso, informar los resultados que dan lugar a verdades científicas.
Mediante la narrativa puede construirse una imagen ilusoria del “yo” o conocer el pasado familiar para encontrar un lugar de arraigo e identidad. En palabras de Hayden White, “[…] en tanto seres sociales e históricos, experimentamos nuestra vida de forma narrativa”.[9] Antes de ser cognitiva o estética, la narrativa es una práctica que posibilita la vida con el semejante, se habla entonces de la narración como condición necesaria para vivir en sociedad.
La narrativa es el espacio ideal para el diseño de relatos que explican lo que acontece a través de la organización jerárquica de datos, fechas y personajes. Si es posible construir un mundo a través de la palabra, tal como Nelson Goodman refiere, sería importante considerar que si esas palabras cobran coherencia se debe a la libertad de composición: “[…] la facilidad de dividir y combinar, de acentuar, de ordenar, de suprimir, de completar y de eliminar”.[10] Para comprender lo anterior, recurrimos a Hayden White cuando explica que los acontecimientos históricos registrados no pueden constituir en sí mismos un relato: “Los acontecimientos [históricos] son incorporados en un relato mediante la supresión y subordinación de algunos de ellos y el énfasis en otros, la caracterización, la repetición de motivos, la variación del tono y el punto de vista”.[11]
El relato está construido a partir de un conjunto de elecciones, pues su escritura implica la selección de los elementos indispensables que darán lógica y secuencia a la historia; además, como parte de la narración se optan por los voceros —personajes— que aportarán credibilidad al texto. En suma, todo relato se establece a partir de supresiones, elecciones y de un ordenamiento jerárquico.
Se puede afirmar que para transmitir acontecimientos es ineludible el empleo de un relato que tiene como principal función ordenar el discurso de manera coherente. Esto resulta, como afirma Hayden White, en una búsqueda por familiarizar y hacer comprensible lo que de otro modo resulta extraño o ajeno. Proponemos el desplazamiento del concepto “familiarizar” a la institución periodística, lo que implica que el lector adquiere conocimiento de su entorno a partir de una narración. Además de aportar información nueva sobre un acontecimiento, la narración impone una coherencia y sentido al discurso; ofrece la ilusión de que los acontecimientos pueden observarse de manera completa, sin fragmentación. Si la narración es en gran medida una construcción que involucra supresiones, elecciones y un orden jerárquico y, por otro lado, la ficción alude a una fabricación, entonces es posible afirmar que como primera condición para que un texto periodístico adquiera una estructura de ficción sería su producción narrativa.
El diseño de una nota periodística
El objeto de estudio en esta argumentación se acota en la nota periodística, pues, al formar parte de los géneros periodísticos, representa el elemento más frecuente en los diarios. A diferencia de la editorial o de los artículos de opinión, la nota es un elemento imprescindible en la estructura de la narrativa diaria. Persiste aún la idea tradicional de que existe una división clara y definitiva entre un género que muestra su opinión, frente a otro que pretende ser únicamente referencial.[12]
Toda noticia apunta hacia lo que debe prestarse atención y su aparición cobra un sentido de urgencia, lo que implica hacer visible ciertos acontecimientos, mientras que otros son silenciados o no son considerados; pero también, la nota modela un mundo, ya que propone un significado único a los hechos. Para dar respuesta a la hipótesis de que la nota periodística se estructura como una ficción, se considera que toda noticia, incluso la que no muestra ningún firmante, expresa una opinión, un juicio de valor, una consideración y, por lo tanto, una realidad que demanda su creencia. La nota tiene potencial de producir en el lector conceptos del mundo actual; el poder de un relato radica en convertir la palabra en verdad, al respecto Michel de Certeau expresa:
Las voces encantadoras de la narración transforman, desplazan y regulan el espacio social. Ejercen un poder inmenso, pero un poder que escapa al control ya que se presenta como la verdadera representación de lo que sucede o de lo que sucedió. La historia profesional, por los temas que selecciona, por las problemáticas que privilegia, por los documentos y los modelos que utiliza.[13]
Antes de dar paso a discutir sobre algunos de los aspectos de la escritura y quehacer periodístico, se propone el uso del término “hecho” que alude Hayden White en contraposición al “acontecimiento”; este último sucede en un espacio y un tiempo materiales, mientras que el hecho es el resultado de una construcción discursiva: “Los acontecimientos ocurren y son atestiguados más o menos adecuadamente por los registros documentales y los rastros monumentales; los hechos son construidos conceptualmente en el pensamiento y/o figurativamente en la imaginación y tienen una existencia sólo en el pensamiento, el lenguaje o el discurso”.[14]
Debe considerarse que la nota periodística se relaciona implícitamente a una institución de tipo comercial, es decir, la producción de notas responde a una lógica de consumo. Ante esta demanda comercial se exige a los reporteros la cobertura del acontecer diario bajo criterios editoriales. De los miles de sucesos que acontecen en un país, una sociedad o una localidad, la institución noticiosa elige lo que parece novedoso, pero en realidad, es producto de “[…] un medio, de un poder, de contratos entre la empresa y sus clientes, de la lógica de una técnica”.[15] Para reforzar lo dicho por Michel de Certeau existen convenios con empresas y otras instituciones que enfatizan ciertas crisis, desgracias o problemas, lo que inevitablemente deja fuera otros asuntos de la vida pública. Pero más allá de acuerdos comerciales, la importancia de la institución noticiosa radica en su poder de legitimar y respaldar lo narrado por las notas u opiniones expresadas en columnas, artículos y editoriales
El primer elemento a considerar en la escritura periodística es la elección del tema noticioso, la decisión obedece al criterio de privilegiar lo “anormal” y novedoso. A decir de Michel De Certeau, la escritura de la historia corresponde a priorizar sobre lo que parece desconocido e insólito: “Sin detenerse, de la mañana a la noche, la historia permanentemente se cuenta. Privilegia lo anormal (el acontecimiento es primeramente un accidente, una desgracia, una crisis), porque se torna urgente volver a coser de inmediato estos desgarrones con un lenguaje de sentido”.[16]
Habría que aclarar que también es cierto que lo “anormal” se debe a temas de la vida diaria sin que exista un convenio de por medio: desastres, contingencias sanitarias, comicios electorales, avances o hallazgos científicos y demás acontecimientos con potencial de captar la atención del lector.
Tras la elección del tema se eligen los “personajes” de la historia, llamados también “fuentes”: los voceros que darán credibilidad a la noticia. Se opta por entrevistar a los implicados en la historia, y pueden aparecen al margen del relato la opinión de expertos, científicos o censos para conocer el sentir de la opinión pública. Asimismo, la credibilidad de la nota se sustenta en encuestas, sondeos, estudios, datos oficiales o datos confirmados a través de conocimiento académico.
Una vez que se obtienen las versiones de los testigos, así como la explicación de expertos en el tema o de autoridades oficiales, el reportero decide la forma en que los acontecimientos serán relatados siguiendo una estructura fundamental: la “pirámide invertida”, a través de la cual se establece que la información más importante debe ubicarse en el primer párrafo, mientras que los datos de menor importancia se colocan al final. Lo que se considera importante o insulso se decide por criterios editoriales, esto se revela cuando un mismo acontecimiento es articulado de formas distintas por dos periódicos produciendo lo que Hayden White llama “hecho”.
Otro factor a considerar en la publicación de las notas periodísticas es que en algunas se hace evidente la falta de un firmante, o bien, aparece debajo del título la leyenda “redacción”. Esto ofrece la ilusión de que el acontecer simplemente se describe sin tener en cuenta que alguien está detrás de su escritura. Una de las explicaciones más comunes para la falta de firmante es que la nota fue enviada a manera de comunicado oficial por alguna institución que tiene un convenio con el periódico. La publicación de notas pagadas es una práctica común pero que la mayoría de las veces pasa desapercibida ante la mirada de los lectores.
Finalmente, el editorial de cada periódico decidirá las noticias que se publicarán en primera plana; mientras que los portales decidirán cuales notas aparecerán como las más relevantes, e incluso, algunas son enviadas directamente a los potenciales consumidores para atraer a más audiencias. En suma, cada uno de los elementos descritos ofrecen a los lectores instrucciones de cómo debe entenderse la realidad que relata el periódico.
De forma general, puede afirmarse que los elementos que componen la nota periodística y que revelan una estructura de ficción son: elección del acontecimiento; selección de fuentes que, por una parte, validarán la existencia del acontecimiento, y, por otro lado, ofrecerán el respaldo profesional; la nota se escribe en una lógica piramidal: supresión, subordinación y elección, lo que producirá “hechos”; y su consecuente publicación o aparición en un portal dependerá de su importancia. Cada uno de estos criterios revisten a la nota periodística de credibilidad y suponen que narra lo que realmente ocurrió. Como se mencionó anteriormente, la forma en que se articula el relato no sólo “familiariza” lo que hasta entonces era desconocido o permanecía oculto, sino que ofrecen la ruta para comprender la realidad.
La nota periodística demanda su creencia al lector
Detrás de toda frase que construye el hablante puede entreverse una “demanda de credulidad”.[17] En nuestro decir cotidiano y en cada relato que articulamos le pedimos tácitamente a ese otro que nos oye que crea en nuestra palabra. No basta —como afirma N. Braunstein— que el texto transmita la verdad, sino que “es menester que induzca un efecto de creencia en los lectores”.[18] En palabras de Michel de Certeau, el relato que habla a nombre de lo real produce creyentes. La creencia es indispensable para el mantenimiento de una cohesión social: “[…] la vida social exige la creencia que se articula con los supuestos saberes garantizados por las instituciones. Ella reposa sobre estas sociedades de seguridad que protegen contra la cuestión del otro, contra la locura de la ‹‹nada››”.[19]
El tipo de enunciados que solicitan implícitamente la creencia del otro son reconocidos por Braunstein como enunciados performativos, los cuales también cambian el estatuto psíquico y jurídico de los hablantes, es decir, importa quién lo dice: si es una institución acreditada u otro tipo de hablante. Por esta razón, es importante acotar que los lectores no creen de manera automática en cualquier noticia, sino que se adhieren a los discursos que a su parecer son razonados y articulados. Una nota puede cobrar mayor impacto en un lector a partir de lo dicho por un epidemiólogo, ya que respeta el conocimiento científico. Sin embargo, para otro lector puede ser más importante la opinión de un político que niega lo dicho por el epidemiólogo, ya que se confirman en el lector los ideales que comparte con el político.
Es importante hacer visible a quien se ostenta como portador de una verdad unívoca, esperando ser creída por el lector. Cualquier intento por contar una verdad histórica, un suceso de manera unívoca o “[…] de ser testigo de ‹‹lo que pasa›› o ‹‹lo que pasó››, se instituye a sí mismo como autoridad”.[20] Dicha autoridad, atribuida por acuerdo social, concede a instituciones como el periodismo el poder de narrar lo que realmente ocurrió. Al igual que Michel De Certeau, convenimos que la escritura periodística se acredita como autoridad para narrar la realidad; sin embargo, lo que en verdad esconde “[…] es un presente que organiza el pasado, oculta el aparato social y técnico que lo produce: una institución profesional; y de esta manera el discurso se vuelve creíble”.[21]
Si bien podrían citarse más ejemplos del quehacer periodístico, incluso algunos elementos que dan lugar a noticias descontextualizadas, apresuradas y sin ningún sustento científico, que son resultado de factores como la carga de trabajo; la inseguridad y violencia a las que son sometidos los reporteros; o los errores humanos, se requiere de la revisión de la escritura y lógica del quehacer periodístico. Este tipo de revisiones permiten apartarse de la idea de que el periodismo refiere el discurso de la verdad y refleja la realidad. Las notas están estructuradas como un texto de ficción porque la realidad no puede abordarse de forma completa ni acabada.
Respecto al término de ficción, como se argumentó, alude a una fabricación y una producción, es un efecto del lenguaje. Las notas están estructurados a manera de ficción porque su origen es “un lugar de producción”,[22] es decir, esconden detrás una elaboración. En este sentido, es insostenible la creencia de que la nota periodística carece de una opinión. El presupuesto de que la nota periodística tiene propiedades como una “objetividad absoluta” le permite al texto adquirir mayor legitimidad ante el lector y, por lo tanto, produce una identificación que resultaría en una creencia de la nota. En suma, no es posible decirlo todo, ni pretender dar unicidad a un acontecimiento, particularmente cuando es experimentado al mismo tiempo por dos personas o toda una sociedad. La verdad —parafraseando a Braunstein— no puede decirse toda porque uno no la sabe y porque faltan las palabras para poder pronunciarla, entonces lo que se dice, es simple apariencia de verdad, verosimilitud, apelación a la confianza del otro.
Bibliografía
- Braunstein, Néstor, Ficcionario de psicoanálisis, Siglo XXI, México, 2001.
- Bruner, Jerome, La fábrica de historias. Derecho, literatura, vida, Fondo de Cultura Económica, México, 2013.
- De Certeau, Michel, Historia y Psicoanálisis entre ciencia y ficción, Universidad Iberoarmericana, México, 1998. Goodman, Nelson, Los lenguajes del arte. Los sistemas simbólicos del arte, Paidós, Barcelona, 2010.
- Maturana, Humberto, La objetividad. Un argumento para obligar, Dolmen, Chile, 1997.
- Reig, Ramón, Crisis del sistema, crisis del periodismo. Contexto estructural y deseos de cambio, Gedisa, Barcelona, 2015.
- White, Hayden, El texto histórico como artefacto literario, Paidós, Barcelona, 2003.
Notas
[1] Se utilizará el término nota periodística ya que de acuerdo con la presente argumentación se niega la distinción de una nota puramente informativa frente a una de opinión.
[2] Braunstein, Néstor, El ficcionario de psicoanálisis, ed. cit., p. 20.
[3] Respecto al concepto de objetividad se retoma la propuesta del epistemólogo y biólogo Humberto Maturana (1997), quien realiza una distinción entre objetividad trascendental y objetividad constitutiva. La primera supone una distancia entre el observador y la realidad, es decir, una realidad ajena e independiente al observador. La propuesta filosófica de H. Maturana coincide plenamente con la base teórica y metodológica del presente trabajo, puesto que el hombre no sería un “animal racional”, sino emocional, “lenguajeante” que, a través de sistemas racionales, emplean coherencias operacionales del lenguaje. Este concepto permite hacer un énfasis en cómo el ejercicio de escritura periodística se realiza en el entendido ingenuo de que es posible separar las emociones, las convicciones políticas y toda convención cultural respecto al objeto que es descrito en una nota periodística.
[4] Podrá notarse que se dice narrar y no narrativizar, la distinción es importante, pues como dice Hayden White (2003), la primera ofrece un relato del pasado admitiendo que hay alguien detrás que lo cuenta: el creador del relato o el narrador; mientras que, narrativizar es un concepto el cual infiere que alguien encuentra el relato en los hechos.
[5] White, Hayden, El texto histórico como artefacto literario, ed. cit., p. 30.
[6] Bruner, Jerome, La fábrica de historias. Derecho, literatura, vida, ed. cit., p. 32.
[7] De Certeau, Michel, Historia y Psicoanálisis entre ciencia y ficción, ed. cit.
[8] Bruner, Jerome, La fábrica de historias. Derecho, literatura, vida, ed. cit., p. 12.
[9] White, Hayden, El texto histórico como artefacto literario, ed. cit., p. 42.
[10] Goodman, Nelson, Los lenguajes del arte. Los sistemas simbólicos del arte, ed. cit., p. 37.
[11] White, Hayden, El texto histórico como artefacto literario, ed. cit., p. 113.
[12] Este apartado toma en cuenta la obra de Reig, Ramón, Crisis del sistema, crisis del periodismo. Contexto estructural y deseos de cambio, ed. cit.; pero también, mi experiencia al escribir comunicados oficiales que se publican en diversos diarios de circulación estatal durante los últimos 8 años.
[13] De Certeau, Michel, Historia y Psicoanálisis entre ciencia y ficción, ed. cit., p. 8.
[14] White, Hayden, El texto histórico como artefacto literario, ed. cit., p. 53.
[15] Ibidem, p. 7.
[16] De Certeau, Michel, Historia y Psicoanálisis entre ciencia y ficción, ed. cit., p. 6.
[17] Braunstein, Néstor, El ficcionario de psicoanálisis, ed. cit., p. 34.
[18] Ibidem, p. 131.
[19] De Certeau, Michel, Historia y Psicoanálisis entre ciencia y ficción, ed. cit., p. 61.
[20] Ibidem, p. 4.
[21] Ibidem, p.7.
[22] De Certeau, Michel, Historia y Psicoanálisis entre ciencia y ficción, ed. cit., p. 59.